En el mismo momento en que Chávez no se sometió a los designios del capitalismo internacional y nacional se declaró una verdadera guerra contra el gobierno revolucionario, es la guerra que dura siglos, del capitalismo contra el Socialismo; ocurre en todos los frentes, desde el cultural hasta el económico. La Revolución, que osó ser Socialista, sufrió los embates de la furia del imperio; el golpe, el sabotaje, la brutal campaña mediática son testimonios de esta guerra.
Chávez entendió esta "guerra total" de cuarta y quinta generación y se batió como un gran capitán, a cada agresión profundizaba, iba acumulando conciencia del deber social, elevando la propiedad social, identificando al enemigo y a los amigos. Seguía las trochas del Libertador: unión antiimperialista de los pueblos y gobiernos de la América. Fue así que declaró el carácter antiimperialista, anticapitalista, Socialista de la Revolución. Buscaba construir la mayor suma de felicidad, la mayor justicia posible, y sabía que su sueño debía sustentarse en la propiedad social, por ese sendero caminó, así enfrentó la guerra que planteaba el enemigo capitalista.
Y como en toda guerra, como en el ajedrez, el principal objetivo militar es la dirección del ejército enemigo, y el jefe del ejército revolucionario cayó en combate; los oligarcas, los capitalistas los asesinaron. Sus sucesores no comprendieron, no quisieron, no pudieron advertir la naturaleza de la pérdida, la redujeron a un mero duelo en familia, la despojaron de su contenido político y militar, la abstrajeron del escenario de guerra; y así, la dirección del ejército revolucionario se replegó, y en la mejor tradición menchevique (consultar el texto "La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo", de Lenin) coqueteó con oficiales del ejército enemigo, lo que confundió al campo revolucionario; hizo alianza con el hasta ayer adversario, y esto privó a las fuerzas revolucionarias de objetivos, de razones para el combate, además de la absorción de los valores de los contrarios, el egoísmo, la pérdida del sentimiento de Patria; las dejó sin defensa en la verdadera guerra, sin moral de combate. La "guerra total" contra el capitalismo se transformó en una caricatura de enfrentamiento con fantasmas, a eso se le llamó "guerra económica".
El capitalismo continuó con su ataque apoyado en las grietas, en los errores de los sucesores, ocupando las trincheras que el mismo gobierno cavaba a la deriva como está por la pérdida de la referencia estratégica. La dirección sufrió el síntoma del nuevo rico, se hizo pedante, desoyó la crítica, quiso obtener cariño a "realazos", con prebendas, así deterioró más la moral de combate, perdió la guerra cultural, la batalla, el corazón de las masas le dio la espalda.
En estas condiciones, sin reconocer al enemigo que es el capitalismo, confundiéndose con él, desconcertado frente a las dificultades, sin poderlas explicar, el gobierno se debilita y luce congelado. No puede dar respuesta a los problemas que surgen del capitalismo, de la conciencia capitalista, al "bachaqueo", a la escasez, a la inseguridad. Tampoco comprende el descalabro político de las elecciones del 6 de diciembre, lo cubre, intenta explicarlo con frases hechas que vienen como eco marchito del pasado, todavía hablan de apoyo del pueblo. Se resiste a rectificar, es capturado por los mediocres que alaban cualquier locura, insiste en el absurdo de continuar con las acciones que lo llevaron al fracaso.
Agotado el gobierno, haciendo agua, sin querer rectificar, se debilita al punto de que hoy el capitalismo, el ejército enemigo que no quiso reconocer avanza, posiciona sus divisiones para el asalto final: en el horizonte aparece el golpe de Estado.
Recordemos que la guerra es el arte del engaño, ya decía el Apóstol que en política la verdad es lo que no se ve. La derecha externa habla de referéndum, de enmienda y apunta que todas las salidas serán constitucionales, pero esconden el golpe que trabajan con la astucia de la araña, lo tejen con sigilo: invocan al 333 y al 350, y simultáneamente tienen una campaña internacional para declarar a Venezuela fuera de la democracia, lo que justificaría el golpe por la aplicación del 350. Teniendo el pretexto que piden los golpistas repetirán Abril, en aquella oportunidad fabricaron la excusa en Puente Llaguno, ahora la arman en el campo internacional, ya almagro asomó la jugada.
Simultáneamente, obama ratifica su decreto, que es una señal para los golpistas, y el gobierno no puede dar una respuesta directa, dura, se limita a débiles fórmulas diplomáticas. Por otro lado, la oposición cubre al Chavismo con una avalancha de desprestigio, nos acusa de corruptos y de ineficaces, la respuesta es ausente.
¿Será que los sucesores se dejarán tumbar como unos pendejos, o el Chavismo tejerá la resistencia al golpe de la única manera que es posible, regresando al Socialismo, definiendo al enemigo, rescatando la credibilidad?