Hacia un estadillo social
Pedro Salima
Lamentamos mucho la partida de nuestra amiga y camarada, conocida luchadora social, Florentina González, con quien compartí una semana antes de mi partida, por razones de salud, a La Habana; precisamente en una actividad del Comité de Solidaridad con Cuba, colectivo en al cual estuvimos juntos por varios años. Florentina, esperanzada, esperaba también venir a La Habana a recibir tratamiento médico. No fue posible. Son tantas las veces que la burocracia no entiende de razones humanitarias.
Con Florentina conversamos bastante de la situación del país. Expresamos nuestra preocupación por la suma de errores cometidos y la derrota electoral sufrida en diciembre pasado. Hasta nos permitimos alguna ironía con algunos camaradas, hasta de Cinco Soles, que no han querido asumir la derrota y le colocaban un adjetivo menos fuerte, como el de "leve tropiezo". Comentamos que lo peor no era el calificativo, sino los aplausos recibidos por el mismo.
Hoy observo que la oposición sigue firme en su afán de provocar un estallido social. La guerra económica se acentúa, la especulación llega a límites insoportables, la escasez agudiza la desesperación y las jugarretas legislativas van creando las bases para la pérdida de toda esperanza. En esto no podemos olvidar que en la MUD hay unos cuantas con pasantías por la izquierda, como el caso de Chúo Torrealba, y algo guardan en sus saberes del tema de las condiciones objetivas y subjetivas para lograr una insurrección popular, que en nuestro caso podría darse contra el pueblo mismo. Vaya contradicción, pero es posible.
Los resultados electorales de diciembre pasado son una demostración. Tenemos que ver esos resultados como un estallido social silencioso, en fila india hacia una urna electoral; pues fueron tan apabullantes contra el gobierno, tan aplastantes, que no es una exageración verlos en estos términos: estallido silencioso de la desperación. Sobre la base de esos resultados, Ramos Allup, quien tiene sus lecturas de marxismo, dio un plazo para la salida del camarada Maduro de la Presidencia. No fue un anuncio producto de la edad, ni de la emoción, nada de eso.
Pero no se trata de un plan del dirigente adeco; no, esto viene desde un buen tiempo atrás. La Salida fue un intento. Desesperado, sí. No estaban dadas las condiciones subjetivas, y fracasó. Se acentuó la guerra económica hasta que se dio lo de diciembre. Nosotros no lo vimos, creímos que la Salida estaba muerta. Nos crecimos en el poder, nos convertimos en altisonantes discursos, en gente echona, en contadores de asistentes a las marchas. Bravucones y pajúos. Eso fuimos.
A vees parece que no aprendimos. Cantamos victoria cuando se aumentó el precio de la gasolina y la gente no salió a la calle. Acción que era esperada por la MUD. Pero las colas siguen. Hay más escasez, los bachaqueros parecen controlar la economía (qué bien lo ha descrito Luis Brito García). El gobierno toma medidas, pero las colas no desparecen. Tampoco baja la violencia en la calle. Asesinan y roban en cualquier esquina.
Se están dando las condiciones subjetivas y nos acercamos a la fecha de solicitar el referéndum.
La oposición se la juega a fondo. Mientras las colas se mantengan, están en la jugada. Mientras siga siendo un peligro salir a la calle porque las mismas están controladas por la delincuencia, están en la jugada. Mientras la corrupción se incrementa en la medida que los corruptos ven la derrota del gobierno próxima, están en la jugada.
Cambiar el rumbo no es fácil, tampoco es imposible. Podemos lograrlo, tenemos que sumar todos. Decir todos es todos, eso incluye a los que no le caen bien a Diosdado, ni a la camarada Cilia, pero que son nuestros camaradas.
El llamado a la unidad que nos hizo Chávez sigue pendiente. Bajémosle dos a la arrogancia.