La abultada nómina de la CIA en Venezuela

La CIA debería estar pensando seriamente en realizar una profunda poda en materia de Talento Humano en Venezuela, si no quiere correr el riesgo de descapitalizarse a corto plazo por un exceso de gastos en la partida de Gastos de Personal. Esto a juzgar por la cantidad de "agentes", que según cierta seudoizquierda oficial y altamente burocratizada, existen en Venezuela. Prácticamente todo aquel que ose formular públicamente una crítica a la acción del gobierno, a la conducción de alguna institución del Estado, o a la conducción del PSUV, entra en lo que alguien alguna vez denominó "Estado General de Sospecha", que no es otra cosa que la presunción de que el mismo acaso sea un agente encubierto de la CIA, un caballo de troya de la reacción o un quinta columna y contrarrevolucionario al servicio de los intereses más oscuros y deleznables de la antipatria.

La facilidad, ligereza e irresponsabilidad con la que se acusa en Venezuela a cualquiera de ser "Agente de la CIA", pone de manifiesto hasta donde las prácticas y argucias estalinistas y macartistas (en versión de seudoizquierda) entronizadas en los aparatos de la izquierda oficial desde hace décadas, gozan aún de una lamentable vitalidad.

De esa forma resulta extremadamente sencillo y cómodo eludir el debate o esquivar la obligación moral, política y legal de asumir la responsabilidad por los actos políticos, administrativos o funcionales cumplidos en el ejercicio de un cargo o responsabilidad con solo acusar a quien interpela de Agente del Imperialismo. Se trata de una variante de la maniobra lógica-discursiva conocida como "Argumento Ad Hominen", la cual no es más que un tipo de falacia según la cual el argumento que esgrime un contrario es en sí mismo y anticipadamente falso por cuanto su emisor carece de facultades para sostenerlo. Para sostener este tipo de argumentos, evidentemente se recurre a la técnica de desacreditar al emisor, de crucificarlo moral o políticamente utilizando para ello la intriga, el rumor, el chisme y demás bellezas sin fundamento alguno, simplemente apelando a los temores naturales, al odio visceral y al rechazo lógico que experimenta alguien (persona, institución u organización) al saberse "traicionado" o infiltrado por la tenebrosa CIA.

Al final qué queda? Verdaderos agentes de la CIA haciendo con mayor comodidad su trabajo, bajo la cobertura que brinda la banalización que se logra al ver y denunciar espías e infiltrados proimperiales hasta en la sopa; ámbitos y personajes intocados por la crítica; una estela enorme de abusos e impunidad (sobretodo en materia de corrupción) y sobretodo, vidas de valiosos y valiosas militantes destruidas simplemente por la acción y el verbo irresponsable de quienes en el fondo son verdaderos enemigos de la Revolución. No es necesario decir que deberíamos ser un poco más responsables y serios y mucho menos hijueputas para procesar las demandas de responsabilidad o las críticas de las que somos o podemos ser objeto como militantes de la esperanza.. o si??.

 

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Moisés A. Durán


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