El desarrollo soberano del país pasa entre otras cosas por tener autonomía y control de las fuentes de energía como el petróleo, el gas y la electricidad. Pero además lograr un significativo impulso sostenido de la producción de maquinaria pesada, de productos farmacéuticos, de partes electrónicas e informáticas. Obviamente, no habrá soberanía si no logramos la seguridad alimentaria.
La producción de alimentos es una de las necesidades prioritarias por satisfacer y hay que hacerlo sin dilación alguna. Más allá del discurso y las palabras, producir alimentos requiere doblar el lomo. Así decían y dicen nuestros viejos campesinos. Si los venezolanos hiciéramos más y todos dobláramos el lomo ante la problemática alimentaria actual, agravada por el contrabando, la especulación y la corrupción seguro saldríamos adelante y victoriosos.
Doblar el lomo significa fortalecer el trabajo en el campo. Tomar la escardilla y sembrar los surcos para que obtengamos los productos y llevar la comida necesaria a nuestras mesas. Esta tarea es de primer orden. Si bien es cierto que Venezuela nunca ha sido autosuficiente en alimentos también es verdad que nunca habíamos tenido un bloqueo y guerra interna para satisfacer nuestras necesidades. La economía de puertos nos mantuvo a flote, ahora tiene que ser el esfuerzo de todos, el desarrollo de las fuerzas productivas y creadoras del pueblo lo que nos impulse de manera sostenida para lograr la seguridad y la soberanía alimentaria.
Ahora bien, más allá del discurso a veces empalagoso y aéreo de algunos, el desafío de la producción de alimentos requiere del trabajo concreto. Uno de los lineamientos estratégicos (mandato, orden, exigencia) tiene que ser la producción de semillas. El Presidente Maduro, debería relanzar el Plan Nacional de Producción de Semillas. El Plan que existe actualmente tiene que ser revisado y renovado con la conformación de un ente nacional encargado del mismo. Esta política estratégica no puede dejarse a la discrecionalidad y al espontaneismo. No podemos dar la triste respuesta cada período de siembra que no tenemos semillas. Otro lineamiento tiene que ser la organización de los productores por territorios, es decir por ámbitos territoriales que facilite el financiamiento y el apoyo técnico, de manera que los Programas Nacionales de Producción (carne, leche, huevos, hortalizas y demás rubros), Formación e Investigación también se correspondan al desarrollo integral territorial.
La organización y la planificación de la producción de alimentos integrado a los procesos agroindustriales y a la distribución es una seria tarea. Debemos verlo como un sistema en el cual los procesos están articulados y no disociados. No puede ser que la producción de alimentos, el procesamiento agroindustrial y los canales de distribución permanentemente estén en cortocircuito.
Preguntemos a nuestros campesinos cómo es que se producen los alimentos y seguro obtendremos una respuesta aleccionadora. Ellos si saben doblar el lomo pero también padecen las consecuencias de quienes los escritorios toman decisiones erráticas o no toman ninguna.