Carta a Mosonyi, Arconada y Lander

Un hombre del pueblo Neguá, en la Costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta contó. Dijo que había contemplado desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.

-El mundo es eso, reveló-… Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás…Hay fuegos grandes y fuegos chiquitos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.

Galeano. El libro de los abrazos.

NI EL ORO, NI EL DIAMANTE NI EL COLTÁN, PAGAN LA COMUNICACIÓN DE LAS EXISTENCIAS

De: Freddy Gutiérrez Trejo

Para: Esteban Emilio Mosonyi, Santiago Arconada y Edgardo Lander

Mis queridos amigos:

Me he enterado con estupefacción que los han removido, expulsado, sustituido, reemplazado, desplazado, despedido, destituido, o retirado, o como quieran llamarlo, (porque la acción no se encuentra definida ni en el derecho indígena ni en el derecho conocido en claustros), como autoridades de la Universidad Indígena del Tauca. ¡Qué barbaridad! Solamente a un grupo pusilánime, pobre de espíritu y de alma seca, se le ocurre desprenderse de los fundadores y excepcionales animadores de las enseñanzas e intercambios indígenas. Es insólito que desplacen a personas que han hecho del culto a la tierra y a los habitantes originarios de esos espacios ancestrales, una razón de vida personal y profesional. El Rector indígena nombrado, ojalá reciba el respaldo en serio que ustedes no recibieron nunca, y él, no se preste como parte del decorado de cualquier espectáculo público que ahora llaman "cadenas presidenciales"

Ustedes no han cometido ninguna falta grave ni leve de las tipificadas en la legislación laboral o administrativa, pero tampoco han incurrido en conductas sancionables en las reglas que informan las relaciones laborales de las comunidades ancestrales. Si se tratara de la aplicación de las normas rectoras en la cultura indígena, los verdaderos salvajes que adoptaron con maromas la medida, tendrían que haber consultado la decisión, por lo menos, entre otros, con los Warao, E"Ñepa, Hoti, Pume, Mapoyo, Kariña, Piaroa, Pemónes, Ye"Kwana y Sanemá, quienes se hubiesen pronunciado, sin duda alguna, a favor de su permanencia, y reconociéndoles las tareas monumentales que ustedes han cumplido.

Los cadáveres insepultos que aún hoy fungen como autoridades administrativas, profanadores de la tierra y de las aguas, de la flora y de la fauna, envenenadores de los ríos Cuyuní, del Caura, del Caroní, del Negro, del Cuchivero, y del Orinoco como nuestro Río Padre, entre otros, no les perdonan a ustedes que se hubiesen opuesto a la explotación ecocida y etnocida más inmisericorde que se haya planteado en nuestra historia republicana, mediante el sacrílego Arco Minero, que ha sido dispuesto como presagio de mal agüero, para las generaciones presentes y futuras, dolientes de la Patria donde se realiza la magia de la vida.

Esteban Emilio, Santiago y Edgardo, no abandonen por el malhadado accidente, las tareas que vienen haciendo como portadores en el tiempo, de los saberes de nuestros antepasados. Ayúdennos a comprender su alimentación, sus medios para conservar la salud, sus oraciones al sol y a la luna, sus cantos para que llueva o deje de llover, sus conversaciones con el jaguar, las mapanares, o con las guacamayas, sus danzas y movimientos representativos de las ondulaciones de los ríos, y de los animales que conocen. Todo eso se lo pierden los occisos que no encuentran tumba que los reciba. Mientras tanto, con el siempre verde de nuestra amazonía, y todas esas vibraciones telúricas, tenemos el tiempo y el viento a favor, la brisa de nuestros ríos humedecen nuestra piel, nuestros ojos se asombran ante la inmensidad de la Gran Sabana, y como un coro resuenan los cantos de los canarios, los arrendajos, turpiales y de los azulejos. Ni un diamante paga la comunicación de las existencias.

freddygutierreztrejo@gmail.com



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Freddy Gutiérrez Trejo


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