Año de madurez

No fue el año de Maduro, sino de madurez para Maduro y quienes se mantienen en defensa del proceso revolucionario, en espeial de los que lo hacen por compromiso militante, no para aquellos que sólo cuidan cargos. Finaliza un año en que estamos viendo algo de luz, luego de meses de oscurana, tanto la real como aquella puesta en escena por los que hablaron de hambruna.

Año en que nos apretamos el cinturón, por no decir que apretamos otra vaina, inadacuada para nombrarle en público. Tanto así que muchos venezolanos dejaron el pelero y se fueron a vérselas fea en otros países; otros cuantos que saltaron la talanquera y otros miles y miles que se carecharon con Maduro y todavía andan enfurruñados con el gobierno. Por cierto, el llamado "chavismo crítico", los de Marea Socialista y otros allegdos que escriben y discursean denunciando la falta de liderazgo de Maduro, no han sido capaces de convencer ni a un 5% de los chavistas descontentos para que militen con ellos. Nosotros, también calientes con Maduro, críticos con su gestión, a veces nos preguntamos si le mantenemos el apoyo por lealtad militante o por terquedad.

Finaliza un año en que el Presidente Nicolás Maduro estuvo a punto de parir de tanto pujar para salir del atolladero. Sólo que tuvo un fiel aliado en la MUD, tan embrollada que planteó al mismo tiempo cuatro o cinco maneras de salir del gpbierno para encaramarse ellos, y cuando le dieron mayor preferencia a una manera (nunca abandonaron las otras), el espíritu tramposo que llevan consigo les hizo una mala jugada. Fueron traicionados por su maña de hacer trampa así estén ganando con suficiente ventaja. El tiempo se les fue.

Los que nunca ayudaron al Presidente Maduro, pese a los esfuerzos por hacerlo, fueron los de su equipo comunicacional. Con una guerra económica en pleno desarrollo, el aparato informativo del Estado no encontró un modo creíble, digerible, accesible de explicarla a los chavistas. Tampoco logró hacerlo la alta dirigencia, donde hasta se creyó que tuiteando pendejadas desde todas las plazas Bolívar se resolvía el problema de las colas. Tan malo resultó el aparato comunicacional (debe mejorar con el camarada Ernesto Villegas) que en los días de Semana Santa radiaron un relato de lo más colonizador, evangelizador y antimemoria de los pueblos originarios que asqueaba escucharlo. Nadie se explica como el Ministerio que debe liderizar la batalla de ideas borró de golpe y porrazo, en un miserable relato pro-colonia, el permanente discurso de Chávez contra el genocidio cometido contra nuestros indígenas.

Finaliza un año en que un político forjado en la cuarta, hablador de disparates, fanfarrón, embarcador, pedante, se convirtió en ídolo del antichavismo. A lo mejor con razón, porque en diciembre sus aliados se fueron a rumbear en el exterior, y él se quedó solito en el parlamento, inventando lavativas raras para sacar a Maduro.

Finaliza un año en que derrotados abrumadoramente, vueltos ñinga en unas elecciones, la camarada Cilia dijo que todavía éramos mayoría.

Terminamos un año en que Maduro nos hartó de anuncios perdidos en palabras. Con una medida impactante, no anunciada, sino informada al momento de ejecutarla. Un verdadero golpe a las mafias financieras. Se le torció el resultado porque había hecho antes anuncios de temas similares. Ojalá aprenda el camarada: no se anuncia lo que se va a hacer, se informa lo que se está haciendo.

La madurez de Maduro nos debe ayudar mucho.

 



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Pedro Salima


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