Mario Silva, el socialismo y la "guerra económica"

No puede haber guerra donde no se pelea. Todas las guerras enfrentan a dos bandos que luchan por vencer, y cuando vence uno el otro pierde algo o perece. Es la lógica de una guerra. Digamos que una guerra tiene como estrategia fundamental vencer, eliminar o someter al enemigo. Pero, cuando se dice que hay una guerra, cuando se denuncia una guerra y el enemigo no aparece, sino los mensajeros, por aquí y por allá; pero el enemigo verdadero resulta tan abstracto que se hace casi fantasmagórico, la guerra no es tal, se trata de una cayapa de aquel "fantasma" aplicada al pendejo que no lo reconoce. Mientras se persiguen solo a los pendejos mensajeros.

Un pescador que contrabandea gasolina, con los financiamientos del Estado; un bachaquero de gasolina en Sinamaica; un competidor de La Gaviota, que busca la quiebra de su competidor; un gerente de PDVSA corrupto, nada de eso se puede combatir de forma separada al verdadero enemigo, a ese enemigo que nunca "aparece", que nunca ha sido capturado.

Una propaganda, en un programa de televisión; un periodista que denuncia las estafas de los grandes capitalistas, y los nombra. Denuncian a P&G y Cargil, a las Empresas Polar; denuncian las exuberantes ganancias que obtienen esas empresas sacadas de la renta petrolera, de las reservas en divisas del Estado. Denuncian a Lorenzo Mendoza como uno de los millonarios más ricos del continente.

Pero,  Mario Silvia no dice nada de que el presidente le ha tendido y le tiende otra vez la mano al pícaro empresario, y le entrega los dólares otra vez al el pícaro que dice que necesita más para producir la harina de maíz…, le da la mano y dólares con la excusa de la Paz ¿Qué paz es esa que produce guerra? Más bien parece una claudicación; una capitulación, si hablamos de guerra.

Lorenzo Mendoza, confeso en el delito de conspirador, reclamando (en una conversación con otro pícaro economista venezolano, funcionario de FMI) 50.000 millones de dólares en préstamos del FMI para recuperar la economía, es decir, para que el gobierno se endeude por ellos y estos hechos los pendejos multipliquen sus riquezas personales, sus capitales, se chupen TODA la renta, en realidad, siendo justos, se expone a la carcel, por notica críminis, como uno de los grandes enemigos del país, de la revolución y del socialismo.

A ese mismo Lorenzo Mendoza, a ese conspirador delincuente, el presidente Maduro, todavía le extiende la mano, lo más seguro que con un cheque en dólares baratos para que no conspire.

Pregunto ¿Cuál es esa guerra donde no hay prisioneros de guerra, donde no se capturan prisioneros de guerra, aun teniéndolos cerca y "a la mano"?

El problema es señor Mario Silva, que mientras el sistema económico del país esté bajo el control del capitalismo no habrán enemigos visibles, porque todos, o la mayorías en el país estaremos bajo gobierno de sus leyes, y nadie va preso por efecto de sus propias leyes, porque el que hace la ley hace la trampa.

No si le puede pedir al capitalista que no especule, que no sabotee, que no conspire contra el socialismo y contra sus competidores, sean esto de la naturaleza que sea. La única manera es eliminándolos, anulándolos, confiscándoles las empresas, los privilegios, sus influencias sobre la conciencia de la población, poniéndolos unos años presos, botarlos del país. La única manera que existe para neutralizar los efectos de esta guerra es socializando la producción en su totalidad.

Si no somos capaces de gobernar al capitalista, y al capitalismo, debemos eliminarlo de raíz, como a la mala yerba.

El señor Mario Silva hace cabriolas para no tocar el tema de los errores y las contradicciones del gobierno de Maduro, empezado por el disimulo y la mentira de que estamos haciendo socialismo y revolución con la trampa de la "Venezuela productiva" capitalista. No obstante reconozco el esfuerzo de Mario Silva por llevar la crítica al terreno del "socialismo económico", según la "taxonomía" y el leguaje pedante del gobierno.

La conciencia del deber social debe empezar con las políticas de Estado en lo económico. La conciencia del deber social, también, es pensar en que el socialismo no es nada más tener arroz y aceite en la casa, o tener una nevera y una lavadora. Es pensar que no deben haber privilegios, no deben haber ricos derrochadores de lujo, de que la sociedad tiene que ser justa, que hay que dar a cada quien según como necesite y al que más tenga exigirle más, en todo sentido, es solidaridad, es cambiar todo lo que deba ser cambiado, es no mentir jamás, es tratar a los demás como quisiéramos ser tratados, y todo eso que dice Fidel de la revolución, que usted, Mario, saca de contexto, lo falsifica al omitir al negar los errores o faltas del gobierno, los coqueteos del gobierno con los capitalistas.

No puede haber conciencia del deber social solo para algunos, solo para los más pobres. Y que en los más ricos esa conciencia no aplique. Mario Silva habla de los capitalistas, de los "empresarios", como si fueran un fenómeno natural inevitable, como los terremotos, los deslaves, los huracanes. Como algo a lo cual hay que resignarse. Hasta ahí llega su socialismo, el alcance de sus ideas socialistas.

A Mario se le ven, a veces, ganas. Pero ¡Con qué facilidad afloja! ¡O usted hace la revolución, o se jubila!. Como diría Fidel, "Si está cansado ¡jubílece!, pero no estorbe… Se puede ser revolucionario, inclusive, si no estorba, ¡No Estorbe!". Y con ese discurso confuso y difuso del camarada Mario Silva, el señor impide ver con claridad la raíz del problema, estorba.

Y en la raíz del problema de nuestra sociedad, de nuestra revolución (casi agónica) están los estímulos escandalosos del gobierno a los capitalistas, el disimulo, la distracción de la población con campañas tontas con lo del carnet de la Patria, y el empeño desesperado de recuperar al apoyo del pueblo chavista para ganar unas elecciones en el terreno inamovible de la democracia burguesa, solo por mantenerse en el poder, pero sin sentido político socialista claro, sin estrategia clara, sin saber a cuál enemigo hay que vencer, si es a Ramos Alloup, o al capitalismo que le paga.

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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

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