A esta hora, en cualquier parte del mundo, cualquier Presidente de la República desea ser siquitrillado por parte de la población, no importa si son más o menos que los simpatizantes del gobierno. Es el justo derecho de quienes se oponen al mandatario. Desde mucho antes de la globalización, la internet y otras lavativas del mundo moderno, lo que el Premio Nacional de Literatura y Premio Nacional de Periodismo, Héctor Mujica, llamó el Imperio de las Noticias, imponía verdades. Lo señalado por Héctor hace varios años, es hoy una realidad palpable: los grandes medios, en manos de unos pocos todopoderosos, convierten a un Presidente legítimamente electo, con la oposición actuando y participando, en un dictador; igual, transforman a un dictador en un "demócrata de mano dura".
Esto ha llevado a millones de personas a desconfiar de los grandes medios, desconfianza que se suma a la que se le tiene a la opinión del otro imperio, que a la final es el mismo, el norteamericano. Si un Presidente le cae simpático a los gringos, lo colocamos en observación. Si los gringos lo tratan como al "perrito simpático que duerme en la alfombra", en un santiamén lo sumamos a los que gobiernan al servicio de los poderosos; digamos que a los malucos para no atormentar con un término más grosero.
Hay personas, millones, que juzgan al gobierno por los siquitrilladores del mandatario. Algo así como "dime quién es tu opositor y sabré quién eres". En este sentido, el Presidente Maduro, independientemente de sus aciertos y errores, ha tenido suerte. En especial con los siquitrilladores que andan por el mundo denunciando la dictadura.
Veamos, por ejemplo, a una vidente, pitonisa o bruja que concluye que Maduro nació en Colombia, porque en enero de este año se las vio fea porque la Asamblea Nacional dijo que él ya no era Presidente. Según ella, si se las hubiese visto fea en marzo, entonces su lugar de nacimiento era Caracas. La misma pitonisa anunció que en abril Maduro se verá envuelto en un gran escándalo que colocará a su gobierno en apuros.
Otro brillante opositor, especialista en seguridad; asegura -de acuerdo a sus investigaciones del talentoso e imbatible experto- que en el Amazonas hay una base militar de los iraníes, que en Venezuela gobiernan Irán y Cuba, que Tareck El Aissami es agente iraní y Maduro agente cubano. Además, que las elecciones están controladas por un cable secreto desde Cuba. El gobierno cubano pone el resultado final de cuántos votos son para el chavismo y cuántos para la MUD. Se le olvidó explicar porque la oposición también gana elecciones.
Un periodista colombiano (recordemos que Maduro es tema de todo el mundo), experto especialista en política, asegura que en Venezuela la dictadura no le da espacios a la oposición. Aunque ésta gana elecciones, controla la Asamblea Nacional, hace guarimbas, sale del país a conspirar desde afuera y retorna tranquila. Pero no tiene espacio. De todas maneras, opina que la salida de Maduro debe ser a la fuerza; democráticamente, pero a los carajazos, sin votos.
Con siquitrilladores así, Maduro queda bien parado.