Venezuela es un país bajo asedio, ¿a qué dudarlo? La intención es echar mano de las grandes reservas de petróleo, agua, metales diversos y preciosos conque mi país cuenta. Eso es indudable, y con esa finalidad trabajan los grandes centros financieros, militares, políticos de Occidente. Pero eso siempre ha sido así, desde que los conquistadores arribaron a la Isla La Española (Santo Domingo), esa ha sido la constante.
Barcos y barcos que salen de América, desde el norte, al centro y al sur, con sus grandes barrigas llenas de riquezas para los centros europeos (primero) y posteriormente para los centros industriales establecidos en Estados Unidos, Canada y Europa. Eso es así. Pero también existe un intenso colaboracionismo de los locales para que ello ocurra.
Se prestan a cuanta maniobra puede implementarse para que se vulnere económicamente a su nación. Y esa ha sido la lucha histórica entre los nacionalistas y los pro estadounidenses y europeos. Es una corriente histórica que tiene dos variantes y que además constituye el gran drama de la América Latina.
De ahí deviene nuestro sentido trágico de la vida: el bolero, la telenovela, el tango, el sentirnos desgraciados y nuestra inmadurez para actuar con sentido de la excelencia en las tareas que se necesitan. Así somos, mayoritariamente, los latinoamericanos (para nuestra desgracia; aunque existen excepciones): inmaduros, pueriles, escandalosos, irresponsables, siempre (como niños) pegados a las faldas de una mujer: bien sea Lupita (la amante, la esposa, la novia) o la madre abnegada: Marcolina, Bolivia, Amapola. Siempre con problemas de crecimiento.
América Latina es una región que tiene esos problemas de crecimiento, y esos problemas tienen que ver con la forma y el fondo de cómo enfrentamos la solución a nuestros problemas, lo cual en forma empecinada se hace sin experticias con excelencia, sin sentido de la calidad en el cumplimiento de las metas y objetivos. Cuando unos revolucionarios dicen, al contrario de la rancia derecha, que son de avanzada.
Al final se demuestra que fueron de avanzada, pero para robar, y van se establecen sus líderes con millones de euros y dólares ahí mismo en Estados Unidos y Europa. Dicen que les gusta Cuba y los cubanos, el modelo de desarrollo cubano; pero ninguno (¡na pistola!) se va a vivir su soñada vejez a Cuba, se va a las europas o a Miami, New York, etcétera.
Creo que existen gentes, los conozco y les admiro, dentro de la derecha y la izquierda que tienen objetivos comunes con ese nacionalismo empecinado de querer a su patria y desearle lo mejor; pero el problema es que no buscan encontrarse, ni trabajar juntos, ni crecer juntos, y al final terminan liderando el asunto los extremistas de siempre, tanto de derecha como de izquierda, que, terminan siempre, alejándose del país con sus bolsas repletas de oro y se residencian en Estados Unidos, Canada o Europa, y vuelta a comenzar en lo que se llama "El Círculo del Eterno retorno", que es como una maldición auto impuesta por los latinoamericanos a nosotros mismos y que nos impide ser responsables y maduros en la conducción de nuestros pueblos.
Al final, más que un problema político o económico. Nuestro problema es cultural, de considerarnos inferiores al estadounidense o el europeo; de ser irresponsables, taimados, holgazanes, demasiados benévolos con nuestros fracasos y muy poco rigurosos con la disciplina, el rigor, la pasión y la emoción por el trabajo bien hecho con sentido de la excelencia y la calidad.
En fin un problema que si bien es cultural, está en el orden de lo espiritual, lo emocional, lo psicológico, en la hondura del alma del latinoamericano. Un conflicto histórico donde se entrecruzan la desgracia de 96 millones de indios muertos, aproximadamente, por enfermedades como la viruela, etcétera, traídas a América por los conquistadores españoles y la inmensa desgracia, también, de los millones de negros traídos del África como esclavos. Un problemón inmenso y grande que no puede ser despachado en un dos por tres. Pero el problema es cultural, tiene que ver con la esfera del espíritu y de las visiones que tiene el ser humano.