Esta tarde hablé con un amigo y le recordé como tres o cuatro meses atrás le dije, entre tantas cosas, que el hambre ya andada rondando por los alrededores de mi casa. Y cuando digo "mi casa", debe quedar claro que me referí sólo a la mía, pues vivo en una Urbanización de eso que entonces se llamaba clase media, de la cual una vez formé parte. Pues para decirlo con más exactitud, soy un depauperado que quedó atrapado en una zona donde en buena medida vive gente de "bien". Eso tiene la desventaja que, mientras en mi casa poco comemos y de muy mala calidad, uno percibe deliciosos olores que vienen de las cocinas vecinas, donde hay carne de pollo, vacuno y hasta porcino. Eso hace que en uno crezca no la envidia, porque ella no pasaría de refunfuñar contra los vecinos, quienes no tienen la culpa de la rigidez de mi dieta, sino algo peor, unas ganas enormes de llegarles allá, tocar puertas y pedir algo ¡por el favor de Dios! Pero la cultura clase media del pasado me detiene. Mi amigo, que es como si me mirase en el espejo, entonces respondió, "en mi casa ya entró".
Uno hace todo lo posible para que el gobierno se entere del drama que vivimos, pero los gobernantes entre comer, hacer campaña electoral y dar demostraciones de lealtad a quienes tienen arriba, pasan el tiempo, se distraen y no logramos conectarnos. Aunque por algunas señales, pareciera que ellos creen que aquí abajo estamos como ellos. Por eso, niegan que estemos no pelando, porque eso sería banalización de la realidad, que no es otra que ya casi estamos en cuero puro.
La nueva clase media, porque si algo revolucionario ha acontecido entre nosotros, es que ella se ha mantenido cuantitativamente tal como estaba, lo que sufrió fue un agitamiento. Pues si bien es verdad que muchos hemos descendido, tan rápidamente como quien se desliza por un tobogán, como los profesionales casi todos, sujetos a salario o en ejercicio libre pero sin clientela, pues no abundan quien les pueda pagar, quienes tuvieron la suficiente fortaleza, inteligencia y hasta audacia para insertarse en este modelo de economía, que no entiendo por qué los gobernantes la llaman socialista, si más parece un espacio donde filibusteros, piratas y navegantes al corzo imponen su ley, entraron a la clase media y de quienes en esta estaban, vivos como aquellos, subieron a la capa de más arriba. Pero claro, la enorme mayoría se vino abajo por la tronera que se abrió en el piso. Es decir, si los de abajo aumentaron en número, los de arriba, del medio campo hacia allá, también crecieron.
Por eso, la llamada "Mega fiesta de Los Juanes", donde acudieron cientos o miles de personas en casi la misma cantidad de yates y lanchas de lujo, es un reflejo de lo que en Venezuela sucede y un mentís absoluto a lo que dice el gobierno y hasta a quienes se le oponen. Esa foto que he visto en Aporrea, es como una radiografía de la Venezuela de hoy y los médicos, que estudian duro por años y curan, en ellas – las radiografías-, creen a pie juntillas.
Los del gobierno, por distintas razones, que dicen seguir la ruta de Chávez, trazada en el "Plan de la Patria", al cual aluden como aquellos aventureros del "Lejano Oeste" a sus mapas para llegar a la mina de oro, aseguran que estamos en una sociedad socialista y los más pacatos, un poco apenados, casi sin despegar las mandíbulas, hablan de una transición. También lo dicen por taparle la boca a gente como el Toby Valderrama que pide se profundice el socialismo que él vio venir, cuando Ramírez andaba al lado de Chávez y para tranquilizar o satisfacer al PCV y tanta gente buena que acepta seguir apoyándoles sustentados en aquella mentira piadosa. Ellos parecieran razonar con aquello de "pa´ tras, ni pa´cogé impulso", aunque hacia adelante, a un solo paso, lo que hay es un precipicio.
Entre quienes se oponen al gobierno, habiendo suficientes razones, hasta muy honorables, como el muy mal manejo de la economía, la permanente incertidumbre, falta de liderazgo para tomar decisiones y a tiempo y la impunidad que permite a todos hacer cuánto le venga en gana, como eso de "Los Juanes", se limitan decir que hay aquí una dictadura y un régimen socialista, que por serlo, causa todos estos destrozos. Entonces, que en "Los Juanes", en los días de semana santa, donde en todas las casas de los pobres que somos ahora casi todos, faltó el pastel de cazón o Chucho y hasta un poquito de guarapita, se hubiesen reunidos aquel montón de embarcaciones cargadas de ricos platos, manjares y hasta deliciosos licores, es una muestra del socialismo que aquí se ha impuesto.
Si uno relee a los clásicos, si es posible en directo, lo que quiere decir que puede ser en muy buenas traducciones para no pecar de irreales ni demasiados rigurosos, hasta los manuales, a todo aquel que de eso habla y escribe a diestra y siniestra, no entiende a los del gobierno y menos a los de la oposición. Ambos mienten.
Pero los de la oposición, porque entre ellos hay gente inteligente y estudiada, aunque para eso no se requiere mucho, saben que esto es capitalismo y más salvaje que aquel a quien un Papa así llamó; son más claros que los del gobierno. Quien llame esto socialismo estaría desacreditando y mal poniendo no sólo a esa propuesta sino a quienes la formularon y defendemos aunque sólo sea como un sueño posible cuando la realidad le abra paso. Y si quien eso hace, definiéndose a sí mismo como socialista, estaría incurriendo en un acto de deslealtad descomunal.
No le pare a cifras, a ellas las manipulan y en veces por su frialdad nada trasmiten. En veces los males se ocultan. Tanto que hay quien nos dice aquí estoy duro y curvero y a los pocos días está en una fosa. Acuda a las radiografías que, sin duda, no hablan de deficiencias en las defensas o la composición sanguínea a través de unos números, sino muestran la fractura, allí en el sitio donde se produjo, sin abstracciones ni fórmulas complicadas. La fiesta de "Los Juanes", para cualquiera que el ingreso mensual sólo alcanza para un pollo y tres o cuatro rollos de papel tualé, le indica lo que aquí hay. Y no es precisamente igualdad o equilibrio como supone el socialismo, sino un capitalismo ruin y además, por los efectos sobre el sistema ecológico, de un gobierno que no huele ni hiede. Pues lo de dictadura se cae por su propio peso. En los gobiernos despóticos, dictaduras, todo el mundo anda derechito y no haciendo lo que le venga en gana. "La fiesta de Los Juanes" no es más que una excelente radiografía para diagnosticar lo que acontece en Venezuela.
Aunque al terminar, debo recordar que la radiografía sólo puede ser y es, el reflejo de un momento.