El sistema capitalista de organización cualesquiera que esta sea, ofrece tan sólo dos opciones: los dominadores y los dominados. La conceptualización anterior encierra la participación como una condicionante previa y conduce inevitablemente hacia la piramidización y verticalidad fundamentalmente en la toma de decisiones y en el eje de mando, ejemplos clásicos los tenemos en los ejércitos y en los partidos políticos, en la administración pública y en las organizaciones empresariales.
El sistema capitalista está cimentado en la obediencia y en la poca participación, lo que limita el desarrollo alternativo de las ideas y la búsqueda de nuevos horizontes, cualquier cosa que atente contra este orden está fuera de contexto y la exclusión es segura y repetitiva.
Este sería el primer paradigma a romper en la construcción de un partido único, donde la actuación del ser humano deslastrado de estas condicionantes es condición útil y necesaria, lo que valdría suponer que la transformación o internalización acerca de otro pensamiento, al respecto, debe pasar por muchas etapas anteriores. Cualquier proceso donde actúe el ser humano pasa por superar este escollo y la organización de un partido único no escapa de estas desviaciones propias o inherentes a la conducta humana.
Se puede hacer y lograr, en tanto y cuanto prive la conciencia revolucionaria y el individualismo y el egoísmo sean echados por la borda, tarea nada fácil si repasamos la historia de la izquierda en cualquier parte del mundo, acá no hay ideología que valga, tan solo ser requiere la firmeza y voluntad política para hacerlo, con el conocimiento por adelantado que es un proceso creativo de fisuras y decantación, es una prueba del establecimiento dado que no es nada fácil abandonar privilegios y suerte de lo imprescindible.
Es por ello, que creemos que un año no es suficiente para la conformación y estructuración de un partido único; el síndrome de la secretary generalite, no es superable tan sólo por el deseo de hacer las cosas; tampoco lo es, el sumergimiento o traslado automático a la nueva estructura organizacional según la conformación original de los partidos tradicionales. No es cuestión de pesimismo o piedras en el camino, las experiencias habidas (caso cubano), nos pueden ofrecer alternativas validas y viables, de tal manera que, la circunstancia no se resuelve a partir de un decreto o el permiso para arrancar la carrera, hacen falta muchas cosas más que coadyuven a aclarar el panorama y allanen el camino.
La honestidad revolucionaria es otra condición inevitable, quien actúa de buena fe, ayuda a obtener un mejor logro; la ética se erige además como la variable que permita los sacrificios subsiguientes.
Ahora bien, todo debe pasar por el proyecto en si mismo, cuáles son las metas y objetivos que se deben imponer para que la organización cumpla con los requisitos para los cuales se quiere su creación, si se quiere es además un problema cultural envuelto en lo sublime de las decisiones humanas; que debo abandonar y en función de que, si he sido jefe quiero continuar siéndolo, con esta premisa antiética se abandona el barco antes de zarpar. Esta parte del futuro proceso creemos que será inevitable en algunos individuos y grupos y formará la lista de las decantaciones necesarias por venir, lo contrario es iluso y lleno de especulaciones.
Sería un error considerar la posibilidad de otorgarle un tiempo definido y acotado a la construcción del partido único de la revolución, debe ser un proceso natural de profunda participación y protagonismo no alienante, por ello creemos que no está a la vuelta de la esquina y el tratamiento dado por la dirección que se designe a tales efectos será la piedra angular del éxito y cumplimiento de propósitos.
El partido único es una necesidad impostergable y deseable para el futuro de la transformación socialista de la sociedad y nunca se debe perder de vista el texto constitucional y las modificaciones que se requieran para lograr unos objetivos más cónsonos con los objetivos, es la guía y mapa del barco, es la sindéresis y lo pragmático, es lo que se impone en la medida del agotamiento de la discusión, el grito de tierra, tierra, no debe verse como el llegar de antemano, lo que significa que cada etapa tiene su tiempo y dedicación, no quemarlas en aras de la premura y la misma necesidad, es posible que el desarrollo de los sectores de la oposición en su propia estructuración, de cierta manera nos empujen hacia el inmediatismo y es allí, donde la brújula debe marcar el rumbo correcto. Trabajemos todos desde abajo hacia arriba y nunca lo contrario, las oportunidades de un pueblo que observa y quiere participar activamente es el mensaje que siempre debemos leer y si es necesario con lupa hurgar los intersticios de cada paso.
Recordemos que si queremos construir un partido único debe ser revolucionario y constituirse por revolucionarios para aplicar medidas de gobierno realmente revolucionarias, lo demás es cuento de caminos y escapa introduciéndose en los estertores que queremos combatir, el objetivo es duro y complicado, no por ello, inalcanzable, es la capacidad para reunir todas las voluntades que con claridad revolucionaria estén en capacidad de acompañar esta construcción.
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