Los predicadores de la muerte están anunciando el fin del mundo desde su fundación, recuerdo de niño escuchar tantas veces que sería en el año 2000 y pasamos por encima de la fecha con el único cambio del Y2K.
En algún momento de nuestras vidas nos dio ganas de morir y resulto que estamos vivos con piel de cocodrilo y hemos soportado las peores plagas del planeta.
Mucha gente se alarmo por el escandaloso descubrimiento de un virus que pronto se convirtió en pandemia, muchos lo banalizaron y continuaron la rutina del buscar dinero y placeres, otros no creyeron en la posibilidad de tener el virus tocando la puerta de su casa y otros enfermaron de tanto digerir las mentiras de la gran prensa sobre el mortal virus.
Pero todos tenemos una característica común: nos olvidamos de DIOS y colocamos por encima de su adoración, incluso, por encima de toda la magia de los afectos humanos, "el interés".
Pero más triste y lamentable es tener la certeza de que muchos de nosotros quizás no podamos ver la luz del primer día del próximo año, ojala me equivoque pero la realidad certifica lo que digo.
Más doloroso aun es no poder dar cristiana sepultura y compartir en familia el dolor por la pérdida de un ser querido, hay países donde los cadáveres son cremados para evitar la propagación del virus.
Mucho más doloroso es el drama que viven nuestros familiares en el exterior y nuestra incertidumbre porque hay gobiernos responsables que adoptaron medidas de protección sin distinción social, racial y religiosa mientras que otros miserables comerciantes de la política solo se han limitado a proteger a sus connacionales.
La cuarentena, que por los vientos que soplan se prolongara en tiempo y espacio, arruinara a ricos, enriquecerá a pobres, morirán inmortales y resucitaran mortales.
La cuarentena ha hecho visible varias cosas; primero: que la mayoría de la gente le tiene miedo a la muerte pero no sabe vivir y si algo tenemos seguro es el fin; segundo: que la humanidad es más peligrosa que todos los virus y plagas juntas, en pocos días de cuarentena se está curando nuestra capa de ozono y se están normalizando nuestro medio ambiente y tercero: que en casa notamos la ausencia de los que no están, valoramos y conocemos a los que están y estamos aprendiendo a vivir en austeridad.
Al final del día es patético el silencio incluso para quienes están acompañados sentirse solos y quienes estamos solos sentirnos acompañados con un mar de pensamientos y un café para elevar nuestros mas profundos deseos al Creador del Cielo y de la Tierra porque si algo es seguro es que saldremos de la oscuridad y seremos mejores personas.
Hasta pronto.
Edwin Martínez Espinoza.
Desde Cabimas, Estado Zulia, República Bolivariana de Venezuela.