Alarman las horrorosas y tristes cifras de contagiados del Covid 19 en Latinoamérica y el alto número de muertes que se asientan en estadísticas diarias autorizadas por investigadores no afectos al socialismo venezolano, reconocidos en la Organización Mundial de la Salud OMS, por naciones y gobiernos, a excepción del pequeño chiquero que acompaña en La Casa Blanca a Donald Trump, y aumentos exponenciales producto de descuidos, más la impreparación de la democracia representativa con gobiernos a los que la pandemia agarró como catarro y alergia sin pañuelo, ni servilletas desechables.
No pueden negar que Venezuela desde marzo 2020 ha sabido controlar la enfermedad mundial, decretando confinamientos, cierre de fronteras aéreas, y vigilancia especial por tierra con Colombia y Brasil, territorios donde esos gobiernos acometieron muy mal el combate al coronavirus, y sufren cifras excesivamente numerosas. Venezuela mantiene resultados moderados incluyendo aumentos diarios recientes, superiores a meses anteriores, producto no únicamente de la vecindad colombiana y brasilera, perjudicados también por el retorno a la patria de esos “avispados”, que se dejaron convencer y marcharse fuera de nuestras fronteras.
Vivimos asediados internacionalmente por el salvajismo capitalista y quien no lo admita le “mete de frente” a la disociación psicótica, no les cuadra en su irracionalidad e incompetencia en el aspecto sanitario, se observa a simple vista el sostenido empeño en ponerse a nivel de quien se les caería un sombrero talla más grande que el de su cabeza, comprado por terquedad y no lo pueden sostener sus orejas, nada de discernir y desechar la violencia frente a la prevención mundial. Evidentemente militan en el bando de quienes no usan tapaboca, celebran cumpleaños, graduaciones, fiestas de lo que sea, opinando que “es una mentira de Maduro”.
Como venezolanos dan pena ajena en la acritud que rompió el ridiculómetro de la intolerancia, cuando el fenómeno “El Niño” en tiempos de Chávez, bajó el nivel de agua de nuestros embalses, lo veían por TV y aun así voceaban gozosamente que los apagones eran por el mal gobierno del “loco Hugo” y que “El Niño” era invento del Comandante que no sabía gobernar. Continúan sin condenar los sabotajes a instalaciones eléctricas, electorales y ataques a locales de distintas misiones, todavía no “se callan la jeta” (diríamos en mi natal Mérida), porque les creen a curas fascistas que bendecían la violencia guarimbera.
Qué podemos esperar de esa gente que, sin condenar ataques desde el exterior a su país de nacimiento, en definitiva, cantan el tema del gitano español Peret “El Borriquito” español, que impuso aquel estribillo de “Ay borriquito como tú, que no sabe ni la u”. Superando esas mentes cada vez más aisladas en su maledicencia entreguista, desde la acera de la ecuanimidad y tolerancia ciudadana, les agradeceríamos informarse diariamente lo que nos viene de otras tierras sobre la pandemia, rogar a Dios como quiera que lo conciba por la cura imprescindible pronto, y aceptar que Venezuela está bendita rechazando la mala fe de factores endógenos y exógenos.