Martes, 21 de septiembre de 2021.- Reflexionar en estos tiempos de pandemia se ha transformado en una posibilidad real para casi todos nosotros, oportunidad para revisarnos, tenemos el tiempo y la necesidad de ocuparnos de nuestra propia existencia, de pensar, de analizar dónde estamos y hacia a donde vamos y al igual de muchos de los que vivimos en esta tierra de gracia, tan llena de posibilidades y a la vez, tan maltratada, no paro de preguntarme: ¿Hacia a dónde vas Venezuela?
Es algo que últimamente se me presenta, casi como un mantra, me inquieta la situación actual y no dejo de preguntarme: ¿en qué dirección nos dirigimos en este inicio de la tercera década del siglo XXI? y para ser lo más honesto posible, las respuestas que afloran son muy difusas y algo movedizas.
Durante la llamada IV república una de las críticas más comunes que se hacían era la de que carecíamos de un proyecto nacional bien definido y consolidado que nos dibujara una hoja de ruta como país, esta situación no ha sido superada.
El proyecto de país que se presentó ante nosotros con la Revolución Bolivariana, encabezada por el comandante Hugo Chávez, parece estarse borrando.
Las fuerzas externas encabezadas por los Estados Unidos de Norteamérica y la Unión Europea han torpedeado inmisericordemente el proyecto Bolivariano y han hecho mella en su ejecución, nos atacan con medidas económicas que han afectado severamente el bienestar de la población.
Sancionan a Venezuela para usarla como ejemplo para el resto de los países que pretendan salirse de la hegemonía que han mantenido por muchísimos años.
Y todo ello, a pesar del sólido apoyo que se ha recibido de países aliados, dentro del ajedrez internacional que juegan las diferentes potencias en estos tiempos convulsionados que nos ha tocado vivir.
La ineficiencia presente en el manejo de la crisis que nos afecta, que tiene muchísimas aristas, se ve reforzada por los pocos logros de los encargados del gobierno, así como la carencia de propuestas concretas por parte de la oposición, oposición dividida, que solamente plantea un cambio de gobierno pero no señala claramente el camino que pretenden seguir de lograr el poder, proponen prácticamente soluciones mágicas, a través de las cuales, con un simple cambio de gobierno se solucionarían todos nuestros problemas como nación, con lo cual enturbian más el ambiente del país y seguimos sin precisar el tipo de país que queremos y hacia a donde nos dirigimos.
El país está dividido, hay quienes creen y quieren una sociedad socialista, más justa y equitativa y hay otros que desprecian este concepto profundamente y lo consideran la raíz de todos los males que estamos padeciendo, apostando a un acercamiento drástico al capitalismo, además de los que se inclinan por soluciones mixtas, tomando lo mejor de ambas propuestas, sin tomar en cuentas las contradicciones existentes, les gusta mucho las fórmulas rusa o la china.
Si a esta variable le sumamos las desviaciones internas caracterizadas por un constante apartarse de las metas originales, de un alejamiento del camino hacia el Socialismo del siglo XXI, el resultado es este híbrido que estamos viviendo y que no sabemos hacia a donde nos lleva como país.
Por otra parte, se percibe un ambiente generalizado de alta corrupción, sin que se presente un programa coordinado para detenerla, donde se combinen medidas severas para castigarla, medidas ejemplificantes que sancionen a los corruptos, combinadas con programas educativos para reeducar a nuestro pueblo y sembrar valores de honestidad y buen comportamiento ciudadano.
Se necesita mayor disciplina social y definir el tipo de país con que soñamos para remar coordinadamente, a pesar de nuestras diferencias.
Venezuela, cualquiera que sea la dirección que tome debe replantearse su sistema de valores, debe implantar uno que permita revalorizar la importancia del trabajo y del esfuerzo personal como piezas claves para el logro del bienestar ciudadano.
Hay quienes hablan de una Venezuela Potencia, pero no explican la hoja de ruta que debemos seguir para lograrla.
Lograr mayor eficiencia en los servicios públicos, consolidar los logros que se han alcanzado y establecer un territorio común donde todos pudiésemos contribuir a lograr metas comunes, sería una de las serie de medidas que deberíamos adoptar para salir de este callejón sin aparente salida en que nos encontramos.