Los XXIV Juegos Olímpicos de Invierno se van a realizar en febrero del año 2022, en Pekín, capital de la República Popular de China. Al respecto, el Comité Organizador de esta justa deportiva ha informado que, para mantener a raya la pandemia del COVID-19, sólo acogerán a público local y, los atletas que no estén vacunados, deberán pasar 21 días de cuarentena antes del evento. Igualmente, los atletas y participantes que estén vacunados ingresarán en una burbuja cerrada a su llegada a la capital china.
Sin duda que llama la atención la cautela con la que están procediendo en China con miras a los Juegos Olímpicos de Invierno, a sabiendas que, en esto del COVID-19, no se debe bajar la guardia, ni pecar por exceso de confianza. Quiénes más que los chinos para actuar preventivamente y con medidas estrictas, tomando en cuenta lo que ellos vivieron a comienzos de la pandemia.
Lo anterior lo señalo, porque hay una suerte de peligroso optimismo respecto a la evolución que pudiera tener en Venezuela la pandemia del COVID-19, toda vez que se está hablando de reinicio de actividades presenciales en las sedes de los diferentes niveles educativos, e incluso, de total flexibilidad durante los venideros meses de noviembre y diciembre.
La verdad es que se debería andar con cuidado, y proceder con cautela china, porque la última palabra aún no está dicha. Falta mucha gente por ser vacunada y las cifras diarias de contagios y fallecidos se mantienen por el orden de los 1.200 y 15, respectivamente. Que surjan rebrotes en medio de la algarabía festiva daría al traste con el proceso de recuperación y apertura de la sociedad venezolana. Además que aún hay algunas cuestiones pendientes por solucionar.