Sábado, 11 de diciembre de 2021.- Ese conocimiento de la naturaleza humana que piensas que posees, que te ha permitido, hasta el momento, imponer tu voluntad y manejar tu entorno, que te ha permitido que las cosas vayan por donde tú lo has concebido, ese conocimiento es frágil, no tiene la fortaleza y la solidez que muestra, es engañoso y es susceptible a cambios y mutaciones inesperadas.
No permitir, basado en tu poder y en tu fuerza, que otros seres emitan opiniones contrarias a las tuyas y pretender aplastarlos para que se callen y no hieran tus delicados oídos es un error que tarde o temprano la vida te va a cobrar.
Hay que consultar con la gran maestra, con la historia, revisar casos similares y observar el devenir de los acontecimientos.
Pretender imponer una visión única, centrada en el ejercicio grosero y aplastante de un poder sin límites, ha sido a través de esa historia, el veneno que ha acabado con poderes absolutistas alrededor del mundo, no tengas dudas, así han sido las cosas y lo mas probable es que así seguirán siendo.
La auto moderación, el oír las críticas, el enmendar los errores y el poseer una visión global de lo que nos rodea, contribuye, de eso no hay duda, a crear un ambiente propicio para que la paz social se imponga y los seres humanos desplieguen sin temor, su creatividad, su fuerza y su energía que a la larga se transformen en mayor bienestar colectivo.
La soberbia, que prácticamente es concomitante al ejercicio del poder, distorsiona la percepción de la realidad y nos hace ver cosas que no existen, percibirlas en el orden que nos conviene y observamos esas cosas obviando elementos fundamentales de su dinámica interna, es decir, distorsiona la percepción de la realidad en la cual nos manejamos.
Y si nos rodeamos de colaboradores complacientes que se admiran y celebran todo lo que hacemos, esa distorsión de la realidad suele agudizarse y engañarnos aún más.
Y entonces yo me pregunto: ¿ es que acaso el poder, esa fuerza irresistible que fascina al ser humano, emite ondas, energía, olores de tal forma arrolladores que envuelve a todo aquel que se le acerca en una atmósfera fascinante, aturdidora y se apodera de la voluntad de quien lo ejerce o se le acerca sin tomar las medidas preventivas recomendadas por quienes lo conocen íntimamente?
Es el poder una poderosa arma que nos permite hacer avanzar a un proyecto, una idea, una concepción del país, pero que a la vez, puede seducirnos, enfermarnos y distorsionar nuestros sentidos.
Respetar la opinión de los otros, de los contrarios, permitir la disidencia, el manejo y la discusión de las ideas, la argumentación razonada, sin aplanadoras y sin amenazas innecesarias son claves del ejercicio democrático del poder.
Manejar el poder conlleva responsabilidades, ecuanimidad y visión de futuro y no solamente implica derechos sino también deberes, lograr un balance entre estos elementos no es tarea fácil y requiere de un esfuerzo constante.
Y lo más difícil de todo: ¿Cómo no ensoberbecernos en su ejercicio?