La manzana podrida de la discordia: sobre la metódica de edificación del PSUV/PSUR

En un texto anterior (30 de enero de 2007) titulado: “Hacia la Constituyente Interna del Partido de la Revolución Bolivariana: propuesta de metódica para la construcción de la Organización Política Socialista” (http://www.aporrea.org/dameletra.php?docid=30079) habíamos propuesto un esquema preliminar para una metódica de construcción de la organización política socialista. Sin embargo, muchos acontecimientos significativos han trascurrido desde entonces, entre los cuales cabe mencionar, la conformación de la Comisión Promotora, y diversas declaraciones de voceros de los partidos MVR(en el limbo de su autodisolución), PCV, PPT y finalmente el acto en el hotel “Caracas Milton” de la organización PODEMOS. En los momentos en que escribo estas líneas, el PCV estará discutiendo el problemático: ¿Qué Hacer?

A primera vista, las declaraciones de Ismael García y sobre todo, de Ramón Martínez, no deberían sorprender a nadie. Son consistentes con las raíces históricas del Movimiento al Socialismo, organización que fue abandonando su perfil anticapitalista inicial para convertirse en un agregado decorativo del Pacto de Punto fijo, con una ideología desdibujada cercana incluso al liberalismo de izquierda y a los tonos más reformistas de la socialdemocracia histórica, con su proyecto de “capitalismo con rostro humano”. Ciertamente, el gran patrimonio histórico del MAS, la conjunción entre democracia y socialismo, así como su lucha para desconcentrar y descentralizar el poder (gran aporte en la propia COPRE) fue gradualmente incorporándose a las visiones mas convencionales del aggiornamiento de la “democracia representativa”. En el MAS no quedó casi nada de la socialización del poder que pregonaban y del proyecto anticapitalista de una civilización alternativa, terminando en una retórica defensiva del pluralismo político, la tolerancia, los derechos humanos y la paz.

Allí esta un eje sustantivo de la problemática: ¿Cuáles son los planteamientos fundamentales del proyecto estratégico de cada una de estas franquicias políticas? ¿Cuáles son las coincidencias de fondo y cuáles no? ¿Puede edificarse una organización unitaria a partir de esta colcha de retazos, con intereses y proyectos tan diversos y que solo se han amalgamado tras el “bonapartismo progresivo” de Chávez, como tal vez diría Trostky o del “cesarismo progresivo” como diría Gramsci?. Es elemental, no olvidemos la matriz económico-social de los conflictos de clase, sectoriales y grupales y de identidad que giran alrededor de la edificación de la organización unitaria socialista. Lo fundamental no son los juegos de palabras sino los intereses que justifican, encubren y promueven. Allí habría que meter el filo de la inteligencia estratégica para dar cuenta de los compromisos y conexiones económico-sociales que promueven cada una de las franquicias políticas, y captar tras la fachada de despliegue retórico, los conflictos entre grupo, sectores y clases que atraviesan el proceso revolucionario.

El tema del PSUV se ha convertido en una verdadera “manzana podrida” de la discordia. Las reservas de dirigentes de organizaciones partidarias aliadas (PPT, PODEMOS Y PCV), fueron producto parcialmente del propio tono impositivo de la convocatoria presidencial en el mes de Diciembre para edificar la nueva organización política, sacrificando la lógica de las cuotas de poder que se venía practicando desde la campaña electoral de 1998.

Luego, el Comandante Chávez, en el documento titulado “El Discurso de la Unidad”, ratificó el llamado y justificó las razones por las cuales es una “necesidad” la edificación de una organización política-unitaria para el Socialismo Venezolano, desde una lógica más programática y menos anclada en el regateo de cuotas de poder. Actualmente, las reservas solo se explican por la lógica de los intereses económicos, sociales y políticos implicados; y por la imposibilidad constitutiva de estas franquicias políticas de practicas “otra política” para una “nueva coyuntura”.

Para nadie es un secreto que hay una recomposición sociopolítica del campo bolivariano, y que son visibles las contradicciones entre grupos, sectores, clases y fracciones que operan tras la superficie discursiva de los operadores políticos. Se han generado modalidades de resistencia abiertas y veladas ante la iniciativa unitaria, e incluso son evidentes las campañas opositoras políticas y mediáticas para “agudizar las contradicciones” en el campo de la revolución, tratando de generar “fraccionamientos insalvables”, “distanciamientos” y “divisiones”. Mucho tienen que perder, las tradicionales cogollocracias de los diferentes partidos (sobre todo su papel de gestores de intereses de determinados grupos de poder), mas aún si este proceso implica una activación de las bases sociales del Bloque Popular Bolivariano conjuntamente con el lanzamiento de un proyecto estratégico de carácter socialista y revolucionario. Todo esto implica una adecuación (e incluso disolución) de las estructuras organizativas que acompañan el proceso, ante las demandas que desde abajo puedan surgir.

La manzana de la discordia se pudre por efecto de la no disolución de las franquicias existentes y por la no asunción de poner sobre la mesa como cuestión prioritaria en asunto del proyecto estratégico y sus contenidos nacional-populares. Este es el gesto estratégico del asunto. La disolución desde la base de las franquicias existentes debe dar paso al proceso constituyente de carácter nacional-popular que ponga sobre el tapete el Proyecto Estratégico y las responsabilidades y tareas que se derivan del mismo.

Sin esta condición previa, la manzana estará podrida en el alfa y en el omega. El Bloque Popular Bolivariano no contará con una mediación organizativa unitaria, que sirva de apalancamiento, y permita la superación de los niveles actuales de formación política, movilización, lucha, acumulación de fuerzas y comunicación política de las clases populares y subalternas (¿o es que todavía creen que no persisten actualmente la explotación, coerción, hegemonía, opresión y exclusión social?). ¡Tremenda encrucijada histórica!.

Las estructuras organizativas de las franquicias políticas existentes no han logrado cumplir las funciones de dirección política, intelectual y moral necesarias para construir una contra-hegemonía consistente frente al capitalismo a la venezolana (rentista, especulativo, prebendalista, penetrado por la acumulación delictiva de capital) y su modelo de desarrollo dependiente y ahogado por los circuitos transnacionales que lo atraviesan. Ante este vacío de dirección política, ha sido Chávez quién ha cumplido con exclusividad este rol de dirección, asumiendo un estilo personalista y paternalista, que ha dado lugar a toda una polémica sobre si existe o no “culto a la personalidad”, o si la conexión entre líder y pueblo no será un efecto de la debilidad de las estructuras de mediación, articulación y agregación política típicas de las experiencias populistas de izquierda en América Latina. Existen algunos que insisten en la tesis ceresoliana del “caudillo, ejercito, pueblo”; tesis que penetra al propio imaginario de algunos sectores revolucionarios; y otros que nos colocamos en esta polémica justificando el papel transitorio de este estilo de dirección (bonapartismo o cesarismo progresivo), dadas las condiciones existentes y el carácter histórico regresivo del actual “sistema de partidos realmente existentes” en Venezuela.

Sin duda, las limitaciones de una “revolución desde arriba” se hacen cada día más evidentes, y la incapacidad para generar una alternativa autónoma y orgánica revolucionaria desde abajo, también están a la vista.¿Se puede avanzar en estas condiciones? La respuesta es parte de la encrucijada.

Chávez se ha venido apoyado en una suerte de estado mayor consultivo informal, que desborda el funcionamiento de las cogollocracias establecidas. El Comité Promotor del Partido debe tomar nota de lo que está sucediendo mientras el tiempo comienza a favorecer el proceso de rearticulación del campo opositor. Las expectativas de las bases electorales del campo revolucionario (7 millones y medio de votos) demandan una metódica congruente con la línea de Chávez de construir de manera democrática la organización política unitaria, desde las bases, desde abajo.

El llamado a una CONSTITUYENTE INTERNA DE LA NUEVA ORGANIZACIÓN UNITARIA REVOLUCIONARIA ES UN SÍMBOLO CON UN FUERTE IMPACTO MOVILIZADOR. Múltiples aportes se han ido movilizando a lo largo y ancho del país. Sobre el tema de la forma-partido existe toda una disposición creativa y crítica para superar los errores y fracasos del pasado. En este orden de ideas, la primera acción de calibre político luego de la designación y activación por parte del Comandante Chávez de un Comité Promotor a escala nacional, es que este Comando Promotor precise públicamente los tiempos de disolución-incorporación (o de no incorporación al esfuerzo unitario) de organizaciones como el PCV, PODEMOS y el PPT, así como el rol que cumplirán los que han mostrado disposición a disolverse. El Comité Promotor tiene que demostrar que no es un órgano decorativo, sino catalizador del proceso de construcción de la nueva organización socialista revolucionaria. Es tiempo de coraje para avanzar.

El Socialismo Bolivariano del siglo XXI espera por ustedes.

jbiardeau@gmail.com


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Javier Biardeau R.

Articulista de opinión. Sociología Política. Planificación del Desarrollo. Estudios Latinoamericanos. Desde la izquierda en favor del Poder constituyente y del Pensamiento Crítico

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