El camino para sostener el poder para Maduro, no es el socialismo; pues ya perdió la oportunidad que le dio el pueblo durante una década para que rectificara, ahora ya es demasiado tarde.
No importa lo que digan los defensores de maduro, ni el resultado electoral, el turno está en las manos del pueblo y sus organizaciones. Ya las justificaciones y propuestas de maduro de solución de los problemas no le interesan al pueblo empobrecido; pero también está en incertidumbre, quien va impulsar el Plan de la Patria como alternativa al seudo programa de la derecha y la continuidad entreguista de Maduro.
El Psuv, el nuevo Gran Polo Patriótico, los comunistas, etc. ¿Quién?
Maduro está haciendo a Venezuela más dependiente de Estados Unidos, del dólar y de sus extractores de petróleo y gas. Su discurso antimperialista es contradictorio; ya ustedes sabrán por qué digo esto. Estados Unidos, quiere que siga Maduro en el poder porque facilita que las transnacionales continúen extrayendo barato y fácilmente, los recursos energéticos y de tierras raras que posee Venezuela y el Esequibo.
El problema no es quién ganará las elecciones, sino, quien va a revertir el proceso entreguista y de dependencia a las transnacionales que atraviesa Venezuela en este momento. Pues, esta es la verdadera causa del desajuste económico que afecta la vida de los venezolanos.
Revertir el proceso es una condición esencial para mejorar y tranquilizar la vida de la población. Ninguno de los principales contendientes electorales lleva eso en sus pseudo programas de gobierno. Quien trabaje por esos objetivos lograría una gran victoria, pero, a propósito de nombres y apellidos, ni el madurismo ni el maricorinismo, ninguna de esas corrientes políticas propiamente venezolanas puede resolver el problema.
Aunque, tanto Maduro como los líderes de la extrema derecha creen que tienen chances en el terreno electoral.
Maduro tiene un objetivo, mantener el poder; sin embargo, los caminos que ha recorrido para sostenerlo, han arruinado la vida de los trabajadores y de la población en general de venezolanos. Hoy está aplicando leyes represivas de traición a la Patria, anti terroristas y la ley contra el odio; en la administración petrolera se sostiene bajo la ley anti bloqueo y su secretismo. Esta ley, desde su aprobación en noviembre de 2020, ha servido para justificar legalmente, lo que, en la práctica, ha venido desarrollando para la producción petrolera el gobierno de Maduro, la violatoria a la Ley de Nacionalización de la industria petrolera.
Lo mismo ha pasado con la misión vivienda y lo demás; también, con los fondos de los pensionados y los salarios. Bueno la crisis la viven y la conocen. El pueblo debe tener claro esto, sino; es problema de desinformación.
El problema ahora, para Maduro es que se quiere mantener en el poder, sin poder resolver muchos problemas generados por su manera de gobernar. Y son tanto las molestias creadas por ese gobierno, que su programa se hace inviable para resolver los problemas graves y menudos de Venezuela.
Por ese camino la derecha tiene dificultades aún mayores para conseguir esos objetivos, pues no está directamente en el poder.
De ahí que ambos proyectos políticos, cuando tratan de ganar el voto del pueblo se topan con la dificultad mayor, convencer al pueblo de la viabilidad de sus proyectos.
Después de 10 años de aguantar las medidas restrictivas del gobierno, no da para más la paciencia del pueblo para seguir soportando los engaños. Gane quien gane en las elecciones no dan para más.
Para un pueblo consciente, ya no se trata de los políticos de ambas corrientes, todos ellos están comprados: unos, por el imperialismo y otros, por el saqueo de los recursos financieros del Estado. Maduro controla todas las esferas del poder y maneja alianzas políticas de poder con Fedecámaras; pero, aún con esas alianzas, la extrema derecha quiere sustituirlo.
Al pueblo ya no le interesa este conflicto de poderes, el problema para el pueblo no es votar o no votar; pues para ello ya tiene la patente y las llaves de Miraflores.
Ahora, se trata de Venezuela; pero, ya no la Venezuela de Maduro ni la de la extrema derecha. Ambos miran más por los intereses de las transnacionales del petróleo y por ellos, que por las necesidades de la población empobrecida.
En el tiempo de los pueblos, las elecciones, sin un proyecto efectivamente popular, son un entretenido evento donde las clases dominantes expresan sus resentimientos y despechos; sus ambiciones e intereses mezquinos. Y ese, no es el problema de los pueblos.
El pueblo sabe que la extrema derecha o Maduro, si ganan las elecciones no van tener ni crear mejores condiciones para el presente y futuro de Venezuela.
En resumen, aunque se está en un proceso electoral; tanto el proceso eleccionario como el destino de Venezuela pasa en esta etapa, a manos del pueblo y de las personas que están interesadas en que Venezuela pueda tener un presente tranquilo y un futuro prometedor.
La vida del pueblo no depende de una coyuntura electoral amañada; sino de un trabajo estratégico a mediano y largo plazo, donde se tiene como objetivo no solo volver al camino planteado por Chávez, sino, como primera condición, revertir el proceso privatizador montado por Maduro.
Y hay que tomar en consideración que, sin un Chávez a la cabeza, la reversión del proceso es tarea de sindicatos, estudiantes revolucionarios, maestros progresistas, pobladores de comunas, iglesias, intelectuales y militares conscientes y todos los interesados en una Venezuela nueva.