La destrucción del socialismo en Venezuela no es un lance de pelota

La destrucción del socialismo en Venezuela no es un acontecimiento pasajero; sino un evento histórico que arruinó por un período muy largo, la vida generosa de los venezolanos. Y ese hit lo realizó Maduro y su equipo de gobierno.

Por muy optimista que suenen los llamados ideológicos-políticos a reactivar el socialismo chavista, emprendidos por gente consciente como Valderrama y Aponte, Ramírez, Luna y muchos sindicalistas y organizaciones progresistas; las marcas de ese acontecimiento malvado son profundas y duraderas.

Veamos algunas: emigración masiva, pobreza generalizada, bajos salarios, abandono de la infraestructura de servicios públicos, robo de los activos fijos y circulantes del Estado y por si fuera poco, la entrega del gas y petróleo a las empresas energéticas transnacionales, y la dejadez por el Esequibo.

Este inmenso problema que devolvió a Venezuela al paleolítico tardío del capitalismo; no se resolverá con la reelección del que hizo el daño, ni con la elección de los tenebrosos oligarcas fascistas. Y se debe considerar también, que las revoluciones no son acontecimientos espontáneos; urgen de condiciones objetivas y subjetivas.

¿Entonces?

Si no existe la organización revolucionaria y las condiciones subjetivas todavía favorecen a Maduro y a la oligarquía; aunque el problema económico social sea inmenso; la capacidad represiva del Estado, en términos jurídicos, políticos y militares es la garantía de que la vuelta al capitalismo primitivo, sea la norma y la regla de la vida política y social actual de Venezuela.

Maduro en alianza con la oligarquía volvieron a afianzar el régimen político capitalista. Se volvió a apuntalar el circo electoral, la dualidad de partidos, la corrupción gubernamental y la división radical de clases sociales: muchos pobres y nuevos ricos.

Y si no hay capacidad ni condiciones revolucionarias objetivas que puedan por el momento, convertir el descontento popular y el desinterés electoral en una situación revolucionaria que se manifieste unida y masivamente en las calles. Es porque el movimiento chavista socialista está ideológicamente débil, orgánicamente disperso y con temor.

Esa situación objetiva de desorganización revolucionaria, estampilla que el desmontaje del socialismo no ha sido un acontecimiento temporal; sino, la marca de reversión histórica que, en nombre de Chávez, Maduro dejó gravada en la historia moderna de los venezolanos. Está claro que todo eso, siguió un guion planificado en reuniones secretas con Washington, las transnacionales del petróleo, las élites gubernamentales y de Fedecámaras. El problema ahora es: cuánto tiempo durará  Maduro.



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Memo Fernández


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