Tengo la chispa atrasada, diacronía que pudiese deberse a falta de combustible, elixir, y Calíope, musa de la elocuencia me es esquiva, nada que me ayuda pero ahí está un pana para recordarme que, a propósito de la contienda electoral yo prometí tocar el tema de Factor M pero no lo hice hasta ahora, y moscas por sí las dípteras mis consecuentes amigazos no obstante me llamaron aguajero, lo cual me puso extrañamente de mal humor conmigo mismo. Acto seguido dispongo abordar la sui géneris cuestión.

En mi descargo os advierto que no estoy en la escuelita donde, paradójico, suelo andar como habitante de las aguas; pero mañana sí estaré porque la Institutríz viaja hoy a esta ranchería a buscarme y a matar mosquitos durante un rato aunque ya le tengo dispuesta una cajita de plagatox.

Mi gratitud a tres personas que me han permitido discurrir para el foro político y hacer llegar estas breves reflexiones del pensamiento; de otra manera hubiese sido improbable.

Días cruciales para Venezuela y yo sin poder meter la cuchara y fondear por estar rezando, pero el mal es parte del bien porque he descubierto la gentileza y la bondad de mis amigos con los que estaré en deuda impagable, así de sencillo. Lo pequeño es hermoso. Gratitudes también para aporrea y para ensartaos.com por permitirme poner el caldo morao.

Mas, al tema.

Cuando me percaté del asunto de Factor M ---así denominado--- me dije, ¡que bueno!, muy bien esa iniciativa, aplaudí. Supuse que eso le caería a la escualidad como un baño de agua fría pero no que los iba a esgaritar.

Grosso modo para categorizar el rol de la música en la comunicación os traigo una reflexión que al respecto hiciese el filósofo alemán Friedrich Nietzsche: "la vida sin la música es sencillamente un error, una fatiga, un exilio".

Unas mismas palabras tienen distintos efectos si son cantadas o habladas, la melodía y el modo de cantarla es meramente un medio pero el medio mismo porta el mensaje; fijaos, la revolución creó una plataforma de envidiable potencial creativo con la participación de esos grupos de muchachos cantando y bailando con gran alegría, nada acartonados y difundiendo el mensaje del pueblo porque tengo entendido que ellos mismos crean sus mensajes sin coerción y estoy en antecedente de que habrían participado en una selección rigurosa, lo que me parece del carajo.

Ya desde mañana podré matar piojos con mi propia percepción pero confío en lo que me han contado (yo no sé leer pero me escriben, tampoco sé contar pero me cuentan que hasta Gallo Fino echa un pie con su Cheerleader).

A mayor número de datos de la realidad que uno percibe, la verdad se afianza y esa condición sine qua non determina que uno diga aproximaciones a la escurridiza verdad, en lugar de especular como hacen muchos embusteros.

Pienso que luego del próximo domingo 28J Maduro debería insuflarle recursos a esa iniciativa tan estupenda pero no sin replanificarla, por ejemplo incluir canciones de trabajo tan representativas de nuestra identidad tales un canto de pilón, tan maravilloso, y cantos de salomas (ésto es lo máximo, hasta yo podría participar y las muchachas de acá se pelearían por verme en la televisión y hasta firmando autógrafos porque la verdad es que ellas se arremolinan cuando me oyen cantar una saloma pícara, tan buena).

Nietzsche sufrió una enfermedad neurológica que le impidió hablar durante la última década de su vida, década que sobrellevó tocando el piano y yo supongo cuanta comunión pudo haber entre su comunicación con la música, lo que le hizo proclamar que la música para él era un hechizo. Creo que vivió 50 años y algo más.

Otro al que yo admiro con más sobradas razones es al loco Beethowen dada su genialidad al respecto de la música. Y no dejo de mencionar a uno de los tres Pablos (Picasso, Neruda y Casals), Pablo Casals.

Nietzsche, el que menos músico pero, ¡qué puntería de sentencia!