5 de marzo (2013)

¡Que 5 de marzo tan terrible! ¡Qué jornada tan triste!… y agotadora. Todavía eran las 11 de la noche y yo en la Plaza Bolívar, en Valencia, con algunas decenas de pendejos igual que yo. Nos dábamos el pésame mutuamente, porque, aunque tú no puedas llamarte muerto, tampoco yo puedo evitar el dolor. Por eso me acosté a las 12:30 de la noche, borracho del cansancio y del sueño.

Y así de súbito, abrí los ojos sin saber si había dormido. Pero sí, eran las 4:30 de la madrugada y de inmediato me vino tu rostro a la mente. Había dormido cuatro horas. Tenía que ir a la radio a hacer "Aquí no es así". No quería hacerlo, pero la gente de seguro lo estaba esperando. "La gente te escuchará y se acompañarán en el dolor", me dije. Allí fue cuando me di cuenta que el dolor dolía tanto. Dolor de perderte, por haberte conocido, por haberte seguido, por reconocerte, por haberte amado. Ni siquiera todo ese dolor lo puedo juntar en uno solo, para que duela menos.

Debo ir a la radio, para abrir con mi acostumbrado: "muy buenos días Carabobo y gente de la región central del país", pero no quiero. Quiero sufrir y llorar mucho en mi intimidad porque tal vez en las lágrimas se vaya el dolor. Tantas cosas que te escuché decir que me sonaron tan extraordinarias. Tanto folclorismo, tanta erudición, tanta sapiencia, tanta enseñanza. Tanto sudor. Tanto hombre y mujer con olor a todos los días. Tanto obrero con olor a camisa de kaki. Tanto niño con olor a sonrisa, a dientes de leche, a cuadernos garabateados. Tanto rostro con pintura de sonrisa, pintura que ahora se degrada porque las lágrimas no se detienen.

Cómo Hugo, cómo tienes la osadía de partir cuando más te necesitamos, cuando más falta hace tus enseñanzas, tus profundos conocimientos de historia, tu infinita capacidad de preguntar, tu indetenible capacidad de hablar. Cómo se te ocurre dejarnos.

He dicho siempre que la casualidad no existe, pero uno de los seres que más te amó, Lina Ron, partió el mismo día que tú, dos años atrás; y como José Stalin, 58 años atrás.

Ahora deseo estar en una sabana llanera, que huela a mastranto, a bosta de vaca, donde el canto de los pájaros acompañe la soledad y haga más llevadero el inclemente sol. Allá, cerca del Capanaparo; porque estoy seguro de que te encontraré como si nada, echado en un chinchorro, escribiendo tus memorias, o un nuevo Plan de la Patria, la patria que nos hace gritar ¡hasta la victoria siempre!



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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