Mis estimados lectores, hablemos de un tema que me parece emocionante y a la vez de suma importancia en los actuales momentos, hablemos de la necesidad de contar con una política económica que esté orgánicamente vinculada al proceso que adelanta el gobierno.
En primer lugar, tratemos de precisar que significa el concepto en sí. De una manera simple, la política económica se concreta en un conjunto de medidas de intervención de la realidad económica de un país, que realiza el gobierno con la finalidad de alcanzar ciertos objetivos previamente definidos. En este sentido, un gobierno define un conjunto de objetivos a alcanzar en materia fiscal, monetaria, de balanza de pagos, de empleo, crecimiento económico, control de la inflación, etc.
Es algo ampliamente reconocido que los primeros años del gobierno del Presidente Chávez estuvieron dedicados fundamentalmente a atender problemas de tipo político, crear el basamento legal y político del proceso y a la atención de los problemas sociales más urgentes en materia de salud y educación por ejemplo. Sin embargo, y sin desatender lo anterior, ha llegado el momento de poner la atención en lo económico, tomando en consideración que la estructura económica de Venezuela no se ha alterado en lo sustancial, en realidad no ha habido ningún avance hacia una diversificación de la economía, una promesa que han hecho prácticamente todos los gobiernos desde hace más de 40 años. Sin embargo, Venezuela sigue siendo un país mono-exportador y poli-importador, siendo su dependencia alimentaría del exterior quizás el aspecto más grave.
Un obstáculo para el establecimiento de una política económica eficaz, se expresa en el hecho de que las medidas que se adopten en un área específica, fiscal, monetaria o de control de la inflación deben coordinarse entre sí, con la idea de que se refuercen mutuamente y que no generen contradicciones que torne los objetivos planteados en inalcanzables.
A título de ejemplo, podemos citar el objetivo que el gobierno se ha planteado de reducción del índice inflacionario a un solo dígito, para nadie es un secreto que no se ha podido cumplir dicho objetivo, el cual va quedando relegado siempre para el próximo año. Hasta ahora, no ha habido de parte del gobierno una explicación razonada de lo que ha motivado este fracaso. De acuerdo a lo que se prevé y de las medidas adoptadas para la contención de la inflación, tampoco el 2007 parece ser el año en que se logre un índice inflacionario de un solo dígito.
Sin importar cuanta voluntad revolucionaria se pueda exhibir, la economía al parecer, tiene sus propias leyes que funcionan con independencia de dicha voluntad, y con mayor razón aún, cuando no se ha cambiado de forma trascendental el sistema económico capitalista venezolano. Hasta ahora, y esto es una realidad en el campo económico, el socialismo ha sido más declarativo que otra cosa.
Volviendo al tema de la inflación, me es difícil entender que los economistas del gobierno hayan planteado un objetivo de reducción tan ambicioso como el de llevar la inflación a un dígito, a sabiendas, que año tras año se viene incrementando el gasto público a tasa muy elevadas, y teniendo en cuenta, que un alto porcentaje se va en gasto corriente y transferencias con fines sociales. Es obvio, que este gasto público va finalmente al consumo y crea una presión inflacionaria, que se siente particularmente, en el rubro de alimentos y productos de primera necesidad. Que el venezolano esté comiendo más y mejor, es algo que no pondremos en duda, pero el incremento en el consumo no va de la mano con el aumento de la producción, particularmente en la producción agrícola. Esta desconexión entre el incremento en el consumo y la producción genera escasez, lo que a su vez genera alza de los precios. En el caso de los productos cuyos precios están regulados, esta situación de exceso de demanda o de insuficiencia en la producción, es el caldo de cultivo ideal para que se desarrolle un fenómeno de acaparamiento, especulación y mercado negro. El gobierno ha atacado el problema del acaparamiento y la especulación con medidas legales que penalizan este tipo de actividades, pero es una solución que ataca el fenómeno y no la causa, que al final de cuentas, no es otra que el divorcio entre cantidades demandadas y producidas.
Frente a esta situación de repunte inflacionario, el gobierno ha adoptado medidas muy tradicionales. Por una parte, reducir la liquidez por la vía de la venta de bonos (bonos del Sur, de PDVSA), haciéndolos atractivos por su posibilidad de canje en sucios, cochinos e imperialistas dólares. Se trata de tentar al venezolano a rechazar la tenencia de bolívares para reemplazarla por la tenencia de dólares, esto significa abrir un hueco en el torrente monetario en bolívares que circula en la economía. Se trata de reducir la masa monetaria en circulación que se usa para adquirir bienes y servicios. Si yo compro 10 mil dólares en bonos, entonces, su equivalente en bolívares yo no lo usaré para comprar bienes y servicios en Venezuela. Esto es muy clásico en la teoría monetaria, que postula la existencia de una relación proporcional directa entre masa monetaria existente en la economía y el nivel de precios. Si la cantidad de dinero aumenta en la economía, también lo harán los precios y viceversa. Por lo tanto, estas operaciones de mercado abierto pretenden sacar de circulación una cantidad de bolívares para refrenar el crecimiento de los precios. En primer lugar, llama la atención el hecho de que estos bonos se hayan promocionado por su convertibilidad en dólares, de alguna manera, pienso que se está colando de contrabando la idea de la fragilidad del bolívar como un medio de ahorro de largo plazo, lo que es un mensaje muy negativo, más aún, si se está a las puertas de una reconversión del bolívar para el 2008, la emisión de una nueva moneda, a la cual el gobierno le quiere dar la denominación de bolívar fuerte. No se a ustedes, pero a mi me suena un poco contradictorio las señales que se envían al público.
Por otro lado, siempre es importante evaluar la eficacia de una medida de política económica en una situación dada. Aparentemente, esta medida no tuvo finalmente un gran impacto en la contención de la inflación y debemos hallar las causas de esta situación. En este sentido, tenemos que decir, que si bien la venta de bonos es una medida que reduce la cantidad de dinero disponible para las transacciones en el mercado interno, por otro lado, seguimos en presencia de una fuerte inyección de dinero en la economía vía gasto público. Esto es como si tuviéramos un recipiente lleno de agua, si abrimos un hueco, el envase comenzará a vaciarse y el nivel del agua descenderá, pero si al mismo tiempo, colocamos una manguera para echar agua al recipiente, el efecto de vaciamiento será neutralizado. El nivel del agua seguirá descendiendo si sale una mayor cantidad que la que entra; y aumentará el nivel, si entra más líquido que la cantidad que sale. Y el nivel del agua quedará en un mismo nivel, si tanto la entrada como la salida de agua son exactamente iguales. En el caso de la economía venezolana, la inyección de dinero vía gasto público supera a la salida de dinero por la vía de la compra-venta de bonos convertibles en dólares. Por lo tanto, la eficacia de esta medida de corte monetario queda anulada por la política en materia fiscal de expansión del gasto público que se ha adoptado.
Por otra parte, no es Juan Bimba quien puede comprar un bono de mil dólares, lo puede comprar alguien que tiene resuelto el problema de su consumo para sobrevivir y dispone de unos ahorros en bolívares, lo que llamarían los keynesianos, aquella gente que tiene una propensión al ahorro elevada. Por lo tanto, difícilmente disminuirá la presión de compra sobre artículos alimenticios y de primera necesidad con medidas como la compra-venta de bonos. Por lo tanto, como se puede ver la política social del gobierno y su incidencia en el gasto público anula la eficacia de una medida de corte monetario para la contención de la inflación.
En el próximo artículo seguiremos hablando sobre la verdadera eficacia que tiene una reducción del IVA en la desaceleración de la inflación y otros tópicos de la política económica.
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