Reflexiones sobre el proceso y la política económica (III)

Me complace hacerles la última entrega de este extenso artículo sobre la política económica y el proceso, espero haber podido dar una perspectiva amplia del problema que tenemos entre manos, que no es simple y que tarde o temprano nos afectará a todos.

Continuemos pues con nuestro análisis, con una situación existente de control de un conjunto de precios de productos básicos, con un esquema de control cambiario, con una antipatía manifiesta a la concepción socialista y un temor real o infundado sobre la seguridad de la propiedad privada de los medios de producción, es muy difícil pensar que el empresariado estará dispuesto a repatriar capitales para invertir masivamente en Venezuela, contribuyendo al aumento de la producción y la productividad. En virtud de esta realidad, el gobierno podría verse tentado o prácticamente obligado a tomar el camino de poner bajo su control directo el aparato productivo nacional y dedicar ingentes cantidades de recursos económicos para sustituir totalmente la inversión privada por la pública, lo que puede dar como resultado, que el gobierno tenga que desviar recursos de la inversión social a la inversión productiva. Situación ésta, que podría ser resentida por la población de más bajos ingresos, es decir, tendría un costo social que podría finalmente cristalizar en una erosión del apoyo popular al gobierno.

El otro camino, que significa un esquema mixto de inversión pública y privada con miras al incremento sostenido de la producción, la productividad y la generación de empleo, pasa por un proceso de negociación entre el sector privado y el gobierno. Es obvio que una negociación entre las partes implica concesiones de ambos lados. Es fácil suponer las exigencias que planteará el sector privado: sinceración de los precios (léase alza de precios), eliminación de los controles de precios, volver a un esquema de libre cambio, una declaración enfática del gobierno comprometiéndose a respetar la propiedad privada de los medios de producción, exenciones de impuestos y/o rebajas. El problema para el gobierno vendrá dado por su disposición a ceder en los tópicos citados y hasta que punto.

Por ejemplo, volver al esquema de libre cambio es algo inaceptable para el gobierno, pues sin duda alguna, se produciría una sangría de las reservas internacionales de tal magnitud, que posiblemente llegaríamos a la situación de tener que efectuar una maxidevaluación del bolívar. A lo sumo, el gobierno podría estar de acuerdo en una flexibilización del control cambiario, permitiendo al sector privado en base a nuevas inversiones realizadas, sacar al exterior parte de los beneficios obtenidos en Venezuela. O bien, otorgarle al sector privado en función de las inversiones realizadas en el aparato productivo, el beneficio de exenciones de impuestos y/o rebajas.

Basados también en la disposición del sector privado a inyectar nuevos capitales en el aparato productivo, el gobierno podría examinar la posibilidad de incrementar los precios de algunos productos regulados, y en caso de ser del todo contraproducente el alza de precios en algún producto en particular, subsidiar a los productores, mejorando su rentabilidad y protegiendo a los consumidores. A mi modo de ver, un factor clave para que el gobierno hiciera concesiones al sector privado estriba en el hecho de que este último efectivamente relance la inversión.

La vía de que el gobierno tome en sus manos por completo la responsabilidad del aparato productivo, me parece desacertado, tomando en consideración la funesta experiencia de las economías socialistas del Este de Europa que finalmente colapsaron. Más aún viendo la experiencia actual de China y Vietnam que mantienen un sistema político socialista combinado con un sistema capitalista de sus economías.

Para convencerme de que el mejor camino es la estatización de la economía, alguien tendría que demostrarme que en el caso venezolano la situación sería distinta a la de las economías socialistas del Este europeo. Como he señalado en otros artículos, el socialismo del siglo 21 debe convivir y más que convivir, crear nexos de mutuo beneficio con el sector privado de la economía, en caso contrario, estaríamos repitiendo el socialismo real del siglo 20 en el siglo 21. Hagamos valedera la tan manida frase de “inventamos o erramos”.

Para resumir, creo que la batalla (en términos revolucionarios) está planteada en la esfera económica, y es en este plano, en el cual creo que el proceso saldrá adelante o se hundirá. Ha llegado la hora ineludible de llevar adelante una política económica coherente de largo plazo, a través de la cual sea posible obtener resultados sostenibles en el tiempo tales como: Reducción de la inflación a no más de 5% anual, diversificación de la economía y reducción de la dependencia del petróleo, desarrollo de un sistema agrícola capaz de satisfacer en un alto porcentaje las necesidades alimentarias, desarrollo de una industria manufacturera para el consumo interno y las exportaciones, mantenimiento de una balanza de pagos superavitaria, incremento sostenido del PTB, mejoramiento sostenido de la distribución del ingreso, etc.

En verdad la fijación de los objetivos no es un problema en sí, todo el mundo sabe cuales son los problemas de Venezuela y que es lo que se desea. El verdadero problema está en la fijación de una política económica equilibrada y coherente, en la cual, la política fiscal, la monetaria, la de empleo, la de desarrollo agrícola, la de crecimiento económico, la de balanza de pagos, la anti-inflacionaria, etc., se encuentren armonizadas y sus objetivos particulares no choquen y neutralicen la consecución de los otros. Es casi de Perogrullo decir que no es una tarea fácil y que los resultados puedan verse en el corto plazo.

Por otra parte, y que me disculpen quienes sostienen la tesis de que el éxito de un política económica socialista depende de una variable como la creación de un hombre nuevo, dotado de una conciencia revolucionaria que lo lleve a los límites del estoicismo, y en todo caso, ese hombre nuevo pertenece a la siguiente generación, pero no a ésta, y el “problema económico” no espera, y el proceso en lo económico debe dar frutos a corto plazo, a pesar de contar con un hombre imperfecto y carente de una conciencia revolucionaria totalmente formada.

htorresn@gmail.com


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Hernán Torres


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