Introducción
En una oportunidad la Nasa estaba buscando un astronauta para cumplir una riesgosa misión espacial de la cual había un alto riesgo de no regresar con vida. Finalmente se presentaron tres candidatos: un chino, un alemán y un venezolano.
El funcionario de la Nasa encargado de contratar a la persona adecuada les explicó a cada uno por separado los detalles y los peligros de la misión y se les preguntó acerca de los honorarios profesionales que aspiraban a cobrar. El astronauta chino dijo que él no podía cobrar menos de un millón de dólares para realizar una tarea tan peligrosa. Después le tocó el turno al alemán que pidió dos millones de dólares y explicó que un millón era una suma justa para realizar un trabajo tan difícil pero que para poder asegurar el futuro de su familia en caso de que a él le llegara a pasar algo pedía un millón más. Finalmente entrevistaron al venezolano, y este pidió tres millones de dólares. El empleador se asombró por la cifra y le preguntó por qué quería cobrar más que el chino y que el alemán. Entonces el venezolano con cara pícara le dijo al oído: “Mira chico, un millón pá mi, un millón pá ti y, el otro millón se lo pagamos al chino para que vaya al espacio”
Moraleja:
De este chiste venezolano que juega con los estereotipos, se deduce lo siguiente:
1. Los chinos son humildes, quizás hasta diríamos pendejos, explotados y que no aspiran a cobrar los mismos honorarios que sí cobran las personas de los países del Primer Mundo para realizar las mismas tareas.
2. Los alemanes sí saben hacer valorar su trabajo y además, son previsivos y responsables.
3. Los venezolanos son vivos, tramposos y por supuesto unos corruptos.
Este chiste no lo inventó ningún extranjero sino que me fue contado por un venezolano vernáculo ante un grupo de varios venezolanos los cuales todos se rieron bastante.
No tenía realmente muchas ganas de escribir algo sobre el lamentable asunto de las vergonzosas declaraciones de la señora italiana en parte porque ya en Aporrea ha salido una avalancha de escritos sobre el tema de los extranjeros, de los emigrantes, sobre nacionalidades, xenofobia, racismo, endoracismo, discriminación etc., que en su gran mayoría comparto y me parecía que prácticamente todo estaba dicho. Hasta intelectuales de la talla de Luis Britto García y de Vladimir Acosta se sintieron en deber de abordar el tema. Muchos de los artículos me parecieron acertados, otros me han parecido que rasaban la xenofobia que no es precisamente una virtud revolucionaria.
Sin embargo al ver una propaganda institucional del Estado venezolano anunciando la creación de la nueva compañía estatal de transporte superficial, me dije que había que decir algo al respecto. Antes de hacer mis comentarios sobre la misma y para los que eventualmente no la hayan visto todavía la voy a describir brevemente:
La cuña se podría titular “No le creas a cuentos chinos” y quiere poner de manifiesto la manipulación, la trampa y el engaño que algunos sectores del medio del transporte quieren instrumentar para que la gente se ponga en contra del justo y legitimo derecho del Estado venezolano de crear una compañía estatal de transporte público, valiéndose del dicho popular de “creer en cuentos chinos” o sea en historias mentirosas, manipulativas y engañosas.
Se oye una musiquita china y aparece un dibujo estereotipado de un chinito con una cara bien amarilla “disfrazado” de chino tradicional y yo diría con cara de estafador mientras una voz fuera de cámara dice: “no le creas a cuentos chinos…..” y después aborda el asunto del transporte, para finalizar repitiendo la misma imagen y el mismo lema.
Bien, entonces me pregunto yo: ¿Qué hubiese pasado si en lugar de un chinito hubiese aparecido el dibujo de un negrito pelo chicha, bembudo, por ejemplo con un hueso en la nariz y se hubiese hecho un comentario insinuando algo como que los negros son ladrones o caníbales o algo por el estilo, o si hubiese aparecido un indiecito pintadito con plumas, arco y flechas y el comentario hubiese sido que es un salvaje o bruto u otra cosa por el estilo? Me imagino que muchos venezolanos que obviamente se siente identificados con sus ancestros tanto indígenas como afrodescendientes hubieran salido indignados a protestar contra una cuña tan racista y descalificante. Pero como en realidad los venezolanos no se sienten identificados con los asiáticos aún cuando en Venezuela hay una colonia china para nada despreciable, de larga data y que muchos de ellos se han mezclado con los venezolanos, nadie ha salido a decir nada por los momentos, ni siquiera los que escribieron kilómetros de líneas en contra de las declaraciones de la italiana.
Quiero que esté bien claro que mi intención no es para nada defender a esa señora, si así se la puede llamar a esa desubicada, tampoco comparto las declaraciones de los compañeros del Círculos Bolivariano Antonio Gramsci al cual pertenezco y soy fundadora, cuando afirman que: “las declaraciones de la señoras de Fernández no reflejan para nada las opiniones de la comunidad italiana que hace vida en Venezuela”. Yo en cambio creo que sí la reflejan y no por ser italiana sino porque gran parte los integrantes de esta colonia, al igual que otras comunidades extranjeras que hacen vida en nuestro país, pertenecen a una clase social donde también están los venezolanos, que en su mayoría es racista y clasista y totalmente desubicada.
En varias oportunidades en tiempos pasados cuando todavía asistía a algunas reuniones sociales de clase media he tenido que escuchar a personas, venezolanos haciendo chistes sobre el famoso “baigonazo” como método para resolver el asunto de la marginalidad de nuestras ciudades y, como no captaba la idea me fue aclarada. (No creo que haga falta que la explique en este contexto). No es para nadie un secreto que el famoso sector de la ciudad de Caracas tan típico y pintoresco que lleva el nombre de La Candelaria que ha sido “colonizado” en gran parte por inmigrantes españoles republicanos que tuvieron que escaparse de su país para salvar el pellejo, actualmente se ha convertido en un bastión del escualidismo caraqueño aún cuando sigue siendo habitado por los mismos españoles y sus descendientes.
En fin la cosa es compleja. Pero regresando al chinito del transporte me parece grave que el Estado venezolano haga semejante metida de pata y que para colmo nadie diga nada. Me gustaría preguntarles a los chinos que viven en nuestro país si la cuña les parece graciosa. Hasta un cierto punto es más grave que el asunto de la italiana porque en su caso uno podrá decir que se trata de una vieja chocha pero en el caso de la cuña institucional del Estado venezolano ¿Cómo se puede justificar? ¿Nadie se dio cuenta? Me imagino que alguien en VTV la habrá visto antes de mandarla al aire. Y me pregunto: ¿Eso no va en contra de la Ley de responsabilidad social en la Radio y en la Televisión?
En la revista participativa ENcontrARTE, sección cultural de este mismo sitio web, de la cual soy parte del equipo editorial, establecimos unas normas de publicación entre las cuales se encuentra la siguiente:
“No publicaremos obras que consideremos ofensivas y/o discriminatorias contra personas, géneros, grupos, religiones, razas, nacionalidades y tendencias sexuales”.
Y sería muy oportuno que esta regla de oro de convivencia se aplicara también en la televisión venezolana, y no olvidarnos que los inocentes chistes y comentarios que estigmatizantes sobre gallegos brutos, italianos mafiosos, colombianos ladrones, paques chilenos, mujeres bonitas y bobas y otros más son el primer paso hacia el racismo, el clasimo, la discriminación, el machismo y la xenofobia, que no son sino las cabezas de un mismo monstruo que se llama fascismo.
dona@aporrea.org