Gracias a Dios, yo también soy atea

En 1958 la película Nazarín del gran artista y director de cine hispano-mejicano Luis Buñuel, fue postulada para el Premio de la Oficina Católica de Cine el cual finalmente no le fue otorgado, sin embargo la película ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes ese mismo año. Buñuel al referirse al fallido premio dijo: "Si me lo hubiesen dado, me habría visto obligado a suicidarme... Gracias a Dios, todavía soy ateo".

Como yo no soy ningún genio, me permito pedir prestada, para el título de este artículo, esta graciosa frase al brillante cineasta para expresar mi enorme satisfacción por no pertenecer a ninguna religión, credo o congregación, al ver las calamidades que las religiones y los religiosos traen a este mundo.

El horror que me produjo el asunto del capellán de la policía bonaerense Christian von Wernich y el secuestro de varias decenas de personas, entre las cuales niños y mujeres, por parte de un clérigo musulmán en la Mezquita Roja de Islamabad con un balance de decenas de muertos, me impulsó a tocar el eterno y urticante tema de la religión.

En un sentido filosófico soy respetuosa de las creencias individuales sean cuales sean; nunca hago comentarios despectivos ni me burlo de las creencias de las personas porque soy partidaria de la libertad de pensamiento y de culto. Sin embargo me molesta bastante que en el Preámbulo de la Constitución Bolivariana se haga mención a Dios ya que me parece una imposición, una falta de respeto para los no creyentes, aún cuando puedan ser una minoría de la población y, definitivamente un signo de conservadurismo retrógrado. La República Bolivariana de Venezuela es un estado laico y moderno y una constitución no tiene nada que ver con las creencias individuales de cada quien.
En lo personal coincido con el tío Carlos cuando afirmó que la religión,- él la denominó el opio, yo prefiero definirla un lastre - en fin, es algo muy pernicioso para la humanidad.
6.000 años de historia nos han ampliamente demostrado cual es el verdadero papel de la religión en la sociedad, que nada tiene que ver con la espiritualidad sino que se trata de una forma de control de las masas, complementaria del poder político.

Lo grave en el caso de von Wernich no radica en el hecho de que este sea un sádico y un monstruo, ya que sabemos que esta clase de gente existe, sino en cómo creer que la alta jerarquía de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana (S.I.C.A.R.) no supiese a cerca del papel que jugó este militante de su organización durante la dictadura argentina. Estoy plenamente convencida que no solamente lo sabían las autoridades de la Iglesia argentina, sino también las de Roma y que además fueron cómplices de todos los horrores que acontecieron durante esta oscura etapa de la historia latinoamericana, tanto en Argentina como en el Chile de Pinochet y en las otras dictaduras. En un cierto sentido me alegro que un semejante personaje haya salido a relucir públicamente, así se pone, una vez más, de manifiesto la verdadera índole fascista de la S.I.C.A.R.

Por el contrario Sus Eminencias, los obispos, los cardenales y los monseñores, a penita huelen a comunismo, son muy solícitos a denunciar e inventar cuanta cosa se les ocurra, como ha pasado en muchas oportunidades durante la historia de Occidente, por ejemplo durante la Comuna de París, la II República Española y la subsiguiente guerra civil de la cual la S.I.C.A.R. fue promotora y corresponsable. Ahora en Venezuela se está dedicando a torpedear constantemente el Proceso Bolivariano. No es nada casual que mientras las máximas autoridades católicas venezolanas están “alertando” sobre la naturaleza marxista-leninista de la Revolución Bolivariana (como si eso, llegado el caso, fuese un pecado mortal), sus superiores en Roma nos están regalando una nueva beata: la desconocidísima monjita Madre Candelaria de San José, beatificada por hacer lo que se supone deberían hacen todos los que deciden tomar los hábitos y que una supermanipuladora y mentirosa película antiabortista de factura nacional “Trece segundos” se mantenga extrañamente en cartelera por más de tres meses cuando eso no pasa ni con Harry Potter.

La experiencia nos ha enseñado que cuando en algún sector oprimido, a un curita desubicado, ingenuo y sincero se le ocurre hacer alguna labor “subversiva” como por ejemplo abogar por lo pobres y luchar contra la injusticia social, inmediatamente sus superiores, que en estos casos sí siempre se enteran de sus andanzas, le dan un jalón de oreja y si no rectifica de inmediato, lo envían de misionero a la Antártica y que se olvide de hacer carrera.

Bien emblemático, en contraposición al caso de Christian von Wernich, es el del cura jesuita catalán Jon Sobrino, estrecho colaborador del arzobispo mártir del Salvador, Monseñor Óscar Arnulfo Romero, (al cual todavía no han beatificado, por comunista probablemente) quien en 1989 escapó de ser asesinado por agentes de seguridad del Estado salvadoreño en un atentado en el cual perdieron la vida seis de sus compañeros. Sobrino es actualmente uno de los más prominentes ideólogos de la Teología de la Liberación y en marzo pasado ha sido sancionado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, ex Santo Oficio, o sea la Inquisición!!!, la cual le prohibió expresamente dar clases en centros eclesiásticos y publicar cualquier tipo de escrito sin la aprobación específica de la autoridad de Roma. Sin embargo la Congregación para la Doctrina de la Fe nunca se entera de lo que hacen los padres von Wernichs o los tantos pederastas que además ellos mismos encubren de manera desfachatada.

Si a alguien se le ocurriera argumentar que, como hay curas “malos”, también hay curas “buenos”, creo que la historia nos ha ampliamente demostrado que por un cura bueno hay otros cien malos por lo cual, estadísticamente hablando, podemos afirmar que “no hay curas buenos”: Por un Padre Vives Suriá, existe un batallón de Urosa Sabinos, Baltazares Porras y Robertos Luckerts que anulan por completo la obra de unos pocos bien intencionados.

Por tal razón no simpatizo con la Teología de la Liberación ya que, a pesar del valor humano que los integrantes de este movimiento católico puedan tener, en la práctica no hacen sino convalidar a una institución que no puede ni debe ser rescatada y que, desde sus orígenes nació, como por otro lado TODAS las religiones, para oprimir y no para liberar.
El papel de estos curas “buenos” es, en un cierto sentido, más pernicioso que el de los “malos” porque no hacen sino confundir a las masas sobre el papel de la S.I.C.A.R. y de la religión en general, dándole una bocanada de oxigeno y estirándole la vida a una institución putrefacta. No se entiende porque los partidarios de la Teología de la Liberación no rompen de una vez por todas con tan nefasta organización. En mi opinión deberían diferenciarse de una vez por toda de ella porque no tienen posibilidad alguna de cambiar las cosas internamente y hoy en día menos que nunca con el constante viraje a la derecha que ha experimentado esta iglesia durante las últimas décadas.

Más aún me preocupa el surgimiento y crecimiento de nuevas sectas neocristianas. Pare de sufrir, la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, la Evangélica, la Mormona, la Pentecostal etc., todas son el mismo refrito. Como en el caso del Cristianismo primitivo, un vez que estas corrientes se transformen en poderosas y ricas organizaciones, lo que ya está pasando, comenzarán, como pasó con la Iglesia de Roma, la Protestante, la Anglicana, la Calvinista, la Luterana, la Copta, la Ortodoxa etc., a querer tener ingerencia en la vida política, económica y social de los países donde tengan poder, influencia y feligresía. Hay que ir al Brasil o Argentina, para ver los enormes templos de estas sectas, construcciones millonarias, el poder que tienen y el dinero que manejan.
La fanática y ultra conservadora Iglesia Evangélica norteamericana opera en este país una enorme cantidad de emisoras de radio y varios canales de televisión desde los cuales lavan los cerebros de millones de ingenuos e infantiles norteamericanos en connivencia con el ultra conservadurismo político de Washington, algo sólo comparable con lo que pasó con las cruzadas en la Europa del siglo XII d. C.: un fanatismo y un radicalismo peligrosos que nada tiene que envidiar a las escuelas coránicas tan satanizadas por el propio Occidente.

Ninguna religión se salva. Las tres grandes religiones monoteístas son exactamente la misma cosa con diferentes defectos que no hacen sino enmascarar intereses económicos y políticos con la doctrina y la Fe. Hasta ahora nunca se ha escuchado de algún clérigo musulmán que se haya amarrado al pecho explosivos y se haya inmolado en algún ataque suicida contra objetivos de Occidente, siempre mandan a muchachitos exaltados, manipulados, ingenuos, frustrados y desesperados con la promesa de centenares de vírgenes en un supuesto paraíso después de la muerte. Lo retrogrado de esta religión, que ojala nunca llegue a imponerse en Occidente, en donde mal que mal hemos logrado gracias a tantas luchas y a muchos auténticos mártires que se sacrificaron por nuestro derecho a un estado laico, pretendería catapultarnos nuevamente al siglo VII d. C. cuando también en Europa las mujeres andaban vestidas como monjas, no podían enseñar el cabello y se vendían como una mercancía, mientras la Iglesia elegía a reyes y a emperadores.

Ni se diga del Judaísmo que más que la religión parece una corporación multinacional para hacer negocios, que a todas luces, pareciera ser una antigua costumbre de esta religión, ya que a Cristo le tocó “sacar a los mercaderes del templo”. Es históricamente cierto que ya en época bíblica, Jerusalén y su famoso templo eran centros para hacer dinero; compra-venta de toda clase de animales para ser sacrificados a Dios, pululaban casas de cambios y protobancos, en fin la capital antigua de los negocios. Así se explica la famosa anécdota de Cristo y los mercaderes del templo.

Es increíble que a estas alturas del partido todavía haya gente que considera una “religión” desgollar pollos, fumar tabacos, hacer horóscopos, leer fondos de café y cartas, hacer ofrendas de frutas y flores a dioses y espíritus, cuidar altares y estatuas como lo hacían los egipcios 3.000 años a.C., alimentar ratas y serpientes con pan y leche y dejarse morir de hambre mientras las vacas tienen preferencia a la hora de cruzar las calles de las ciudades. La verdad que todo esto, a mi por lo menos, me da tristeza.

Y también da tristeza ver como han proliferado en Venezuela programas televisivos religiosos, rezos matutinos seguidos por lecturas del Tarot y predicciones astrales, ahora tenemos a curas, padres y pastores, todo el tiempo de invitados a programas de televisión y de radio tanto del Estado como de la oposición, entrevistados para dar opiniones sobre asuntos laicos que no les competen para nada. Eso debería estar prohibido. En un estado moderno que se respete no se les debería permitir a los religiosos inmiscuirse y opinar sobre asuntos civiles, ni a favor ni en contra de las políticas de un determinado gobierno. Cuando por el contrario algún gobierno opina sobre las prácticas de alguna iglesia, entonces se trata de una herejía y va en contra de la libertad de culto. Ellos son intocables y además en muchos casos pretenden que los estados para colmo los mantengan financieramente.

Es impresionante constatar cuanta gente estudiada y profesional cree en cosas como espiritismo, reencarnación, fenómenos metafísicos, apariciones, fantasmas, ángeles, demonios, vida después de la muerte, teletransportación, telepatía, inexistentes formas de energía, auras y por supuesto el infaltable alma. Gente que jura haber visto estatuas llorando, piedras brotando sangre, pedazos de madera emanando luz y desprendiendo escarcha etc. Todo esto recuerda la Edad Media, cuando la gente atrasada y analfabeta juraba haber vista tal y cual persona volando sobra una escoba o fornicando con un diablo, el mismo fenómeno cuando centenares, quizás hasta miles de personas, afirman de la manera más segura, contundente y yo diría sincera que “les dispararon desde Puente Llaguno” o haber visto “Círculos Bolivarianos armados merodeando a las afueras de elegantes centros comerciales o urbanizaciones de lujo”. En fin, la histeria colectiva estilo “brujas de Salem” aquí se ha transformado en cosa de todos los días.

Con todo lo que ha avanzado la ciencia y con todo lo que sabemos, creer en la validez de la “Fe” para explicar los fenómenos naturales o cosas que no tienen explicación lógica ni científica, en dogmas, en tabúes y lo más grave, querer imponérselos a los demás, como en el caso del aborto que, según las personas religiosas, se trata de un asesinato, como si un grumo de un centenar de células fuese un ser humano y además con un alma.

Como tengo profundo aprecio por el Presidente Chávez francamente no creo en su tan profesado cristianismo, los hechos indican que se trata de un marxista bien lúcido y materialista, su tan cacareada religiosidad para mi se debe interpretar como una actitud táctica, incluyente, cosa que me parece acertada por ahora. Sin embargo debe tener cuidado nuestro Presidente al fomentar tanto fervor religioso con sus declaraciones, no fuera a ser que la situación se le vaya a escapar de las manos y se nos revierta como un boomerang y que tanto fervor religioso termine haciéndonos retroceder en lugar de avanzar.

Si no nos liberamos de la nefasta ingerencia de la S.I.C.A.R y además nos convertimos en rehenes de los líderes de todas estas iglesias y sectas neocristianas, pronto, con certeza, nos comenzarán a poner condiciones cuando “algo” de la Revolución Bolivariana no les convenga o no les agrade como ahora lo hacen los Urosa Sabinos, Baltazares Porras y Robertos Luckerts

La religión es, por su naturaleza y por su esencia conservadora, sirve para mantener el Status quo, para frenar los avances de los pueblos y para resguardar los intereses de los poderosos con los cuales termina inevitablemente aliándose. ¿A caso el Presidente Chávez realmente cree que estos pastores neocristianos son unos verdaderos revolucionarios y son distintos de los curas católicos? O ¿Cree que los seguidores de la Teología de la Liberación tienen alguna posibilidad de cambiar las cosas en el seno de la S.I.C.A.R.?
No creo que el Presidente Chávez sea tan ingenuo.

Por todo eso me siento bien con mi conciencia, que no es lo mismo que el alma, y muy identificada con la frase de Buñuel. Yo no quiero imponer mi ateísmo a nadie, pero tampoco quiero que alguna nefasta religión gobierne la vida republicana de mi país ni mi vida privada. En tal caso creo que habrá que comenzar a considerar en crear alguna organización de ateos militantes: ¡Ateos del mundo uníos! Y que se nos respeten nuestros derechos.

dona@aporrea.org



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Donatella Iacobelli

Directora de la revista cultural ENcontrARTE.

 radona17@gmail.com

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