El viernes 31 de agosto hubo en Tovar un evento que es de suponer tenía como objetivo discutir la propuesta de reforma constitucional enmarcada en lo que llaman, “parlamentarismo de calle”.Como invitado especial estuvo el diputado, Carlos Escarrá, acompañado del Viceministro de Interior y Justicia. La convocatoria al acto comprendía cinco municipios: Tovar, Santa Cruz, Bailadores, Zea, Guaraque y en parte, El Vigía. Era de suponer que la asistencia sería masiva.
El acto estaba programado para las tres de la tarde .A las cinco llegaron los invitados. Habló el Alcalde. Luego habló el Viceministro. Y durante una hora y cuarenta y cinco minutos el diputado Carlos Escarra explicó los alcances de la reforma constitucional. Se refirió a los 33 artículos, uno a uno. Luego de dos horas de discursos resultaba difícil que alguien mantuviera el ánimo de hacer alguna pregunta, presentara alguna propuesta o sugerencia a la reforma constitucional. En el supuesto que éste fuera el objetivo del acto.
En ningún momento. Ni antes ni durante ni al terminar los discursos se insinuó la posibilidad del derecho de palabra para los asistentes. Entonces ¿Qué sentido tenía aquel acto?¿Qué era, “parlamentarismo de calle” o medición de posiciones politiqueras a escala estatal y municipal? ¿Por qué a pesar de la amplia convocatoria era tan escasa la asistencia? ¿A qué vinieron el diputado Escarrá y el Viceministro? ¿A oír o a ser oídos? A las siete finalizó la reunión.
Se dice que hay dos formas de hacerse oír: decir cosas interesantes o gritar. Con lo primero uno se expone al fracaso; con lo segundo no. Así que sólo hay una manera segura de hacerse oír: ¡gritar! Nuestra asistencia al acto buscaba presentar la propuesta de creación del Poder Territorial para la Defensa de los Recursos Naturales Difícilmente Renovables: el más difícil y escabroso problema que confronta la humanidad y de manera particular nuestro país. Ya habíamos intentado con la Sala Situacional (reforma@an.gov.ve), pero los correos enviados son devueltos. Es por ello que intentamos el otro recurso, “el parlamentarismo de calle”, que como lo hemos relatado, resultó infructuoso, por cuanto los políticos no vienen a oír, sino a ser oídos.
Cuando llegamos al acto, en las afueras del Gimnasio Cubierto había dos o tres vehículos. Cuando salimos, a pesar de la escasa asistencia (200) -en su mayoría gentes de aparente origen humilde- el estacionamiento y avenidas que circundan el Gimnasio estaban “sembradas de petróleo”: autos nuevos o de ultimo modelo. Al ver aquella profusión y variedad de marcas recordamos al doctor Juan Pablo Pérez Alfonso y su tesis de la imposibilidad de sembrar el petróleo: “lo que se riega con petróleo se seca.” Aforismo que se cumple en la práctica agrícola, tanto como en sentido figurado para la economía. Ahí teníamos una prueba muy elocuente. ¿Será el gasto superfluo el modo de “sembrar las divisas del petróleo”?.
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