La metamorfosis es uno de los fenómenos más extraños de la naturaleza. El animal no sólo cambia su morfología, muta sus funciones, seguramente también la percepción de lo externo, del mundo exterior, como podría ocurrir en el campo político. Cuando visité Praga, recién reconstruida de los estragos de la Segunda Guerra, pensaba que en cualquier rincón oscuro, sombrío de la ciudad medieval, aparecería de repente Kafka o su imagen, arruinado, carcomido por la tuberculosis. La dureza de su realismo mágico se había apoderado de mi sensibilidad.
En aquella, mi primera experiencia europea, del 50, cuando todavía no había nacido Chávez, yo era un consumado chavista y lo eran también todos los jóvenes venezolanos que se preparaban en Europa para la lucha. Todas las esperanzas de nuestros pueblos aventaban nuestros corazones. América Latina era una vulgar colonia.
El Porteñazo, lejos de amilanarme, me exultó. Pero los otros jóvenes qué hicieron. Lucharon, pelearon contra los gobiernos lacayos que creían enemigos y no lo eran, recibieron cárceles, torturas, crearon UTC, guerrillas, asesinaron, asaltaron bancos y el tiempo, que sólo reconoce la grandeza, sin recompensarlos les fue creando una costra, metamorfoseándolos, hasta convertirlos, a la mayoría, en desertores, tránsfugas, especie de leprosos, rechazados inclusive por sus nuevos compinches. Que den gracias a Dios que no triunfaron ni triunfarán, porque ellos serían los primeros en conocer la hoguera, de cuyo manejo son duchos secularmente las fuerzas más aristocráticas y deshumanizadas de la oposición.
Chávez y aquellos jóvenes bebimos en el mismo cántaro.
¿Qué ha planteado y propuesto Chávez que no hubiéramos recibido y recibimos con regocijo? Son impresionantes las coincidencias en los planteamientos y la fidelidad como Chávez los desarrolla. Óigase su discurso durante su toma de posesión y lo que ha realizado luego, una sola pieza. Chávez es un intérprete.
Nunca es un hombre o un grupo de hombres los que hacen las grandes transformaciones pero sí los que recogen y asimilan la enseñanza de la historia. Con razón dijo en aquel discurso: "Yo no soy la causa, soy consecuencia" de un proceso histórico.
Abogado