Distorsión

Observamos un salto en el tiempo. Sin fuerza ya, la oposición venezolana se coloca siete años atrás.

Los más disociados apelan a frases, expresiones y formatos ya utilizados y trillados. El vértigo en el túnel del tiempo, va reflejando con rostros contraídos a Ledezma, Ramos Allup, Rosales, Lukert, Pablo Medina, los voceros de la Fedecámaras de siempre, entre otros. Todos se levantan del terreno cenagoso en que habitan y ¡oh!, están en 2001.

En siete años el gobierno bolivariano ha avanzado en una serie de logros que han beneficiado de manera puntual a nuestro pueblo. La implementación de las misiones en diversos campos de la vida nacional y en particular en la educación y la salud, ha propiciado la atención e inclusión de sectores de la población históricamente relegados y rechazados socialmente. Hoy se puede demostrar con datos fehacientes el crecimiento económico del país, la reducción de la pobreza y el rescate de la población en situación de calle o indigencia.

El gobierno bolivariano ha centrado todos sus esfuerzos en la organización del pueblo por las bases, sin retórica. La participación activa y protagónica de éste, refrendada en la Constitución, ha cristalizado.

En los sitios más recónditos del país, el pueblo está en movimiento. El nivel de politización y concientización que se ha alcanzado aflora en todo momento. A esto se le teme.

A escasos días de la realización del referéndum para la reforma constitucional, la oposición ha apelado a los viejos cartuchos anteriores y sumó a Podemos, Baduel, la ex primera dama y a los jóvenes estudiantes de las universidades privadas, que jamás habían protestado por nada y hoy son utilizados por la oposición y sus aliados mediáticos en su pretensión desestabilizadora. ¿Cuál ingrediente faltaba? ¿Qué urgía?: una medición, una encuesta, un sondeo de opinión pública. Estos instrumentos están rodeados de un halo de cientificidad. Hasta ahora, las mediciones más serias corroboran tres aspectos: la popularidad del Presidente; el respaldo al gobierno bolivariano y el triunfo del Sí, el próximo 2-D. Era de esperar que la industria mediática distorsionara las tendencias. La oposición se esmera en proyectar matrices adulteradas. Pero, la distorsión tiene corta vida y alcance.

Periodista


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Asalia Venegas


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