Entonces me sentí
muy triste y derrotado. Y lo peor, no tenía un rumbo que seguir. Ese
sentimiento me duró sólo unas horas, porque el análisis que me había
servido de base para llegar a las conclusiones que he expuesto carecían
de un elemento, un “pequeño” detalle: la participación del pueblo.
La noche del 2 de diciembre el asunto fue diferente, porque si bien
estábamos frente a un descalabro de grandes proporciones el detalle
que faltaba era precisamente la no participación del pueblo. Entonces
me sentí triste, pero no derrotado.
Y si esos episodios
vitales están íntimamente ligados a Hugo Chávez, los suyos propios
lo están con nuestro pueblo. El mismo 4 de febrero de 1989, la derrota
militar de la rebelión estuvo signada por la ausencia de la participación
popular, mientras que en el llamado “paro petrolero”, que es sin
duda la agresión más costosa que ha sufrido el país en los últimos
100 años, la victoria sobre el Imperio y sus lacayos criollos sólo
fue posible por la participación activa, firme y decidida de la gran
mayoría de los venezolanos, que posteriormente nos dieron nuevas victorias
electorales en el referendo revocatorio del 2004 y en la reelección
presidencial del 2006.
Nuestro caudal electoral
se ha erosionado con la no participación de más de 3 millones de compatriotas,
que están allí. No voy a hacer un análisis de las causas que motivaron
esa colosal deserción, porque es un asunto que está cubierto de nubes
que impiden una justa percepción del fenómeno. Eso lo veremos después.
Sólo me atreveré a decir algunas cosas, que por obvias saltan a la
vista: Los abstencionistas no votaron por la opción del NO. Nuestro
pueblo está allí, expectante porque muchas de sus demandas no están
satisfechas, y lo que reclaman es precisamente una profundización de
los cambios, vale decir de la revolución. No están contra el Socialismo,
más bien no están conscientes de lo que significa y ello debemos de
explicarlo. Las fallas no han sido de ellos, han sino nuestras, de los
que optamos por el SI.
Nunca como ahora la
alternativa revolucionaria ha sido tan fuerte. La mitad del electorado
ha dicho a Chávez que quiere el Socialismo, y lo ha hecho con mucha
conciencia. Pero hay millones de venezolanos que esperan por nosotros,
que claman por justicia, por seguridad personal. Quieren vivir mejor.
Esos deseos sólo se los puede proporcionar el Socialismo. ¡Vamos por
ellos! Son nuestros hermanos y ellos nos esperan, porque muy adentro
saben que la coalición variopinta que ha impedido la Reforma Constitucional,
por ahora, no está en capacidad de llenar sus expectativas.
Y los mas de 4 millones
que votaron contra la Reforma Constitucional, son oligarcas, como se
lo dicho Fidel a Chávez. Muchos de ellos están confundidos por décadas
de prédicas contra el Socialismo y contra los valores nacionales. ¡Vamos
también por ellos! La clase media es terreno fértil para la revolución,
porque de su seno han salido grandes revolucionarios.
Pero, siempre hay un
pero. Debemos limpiar nuestra casa para recibir a los huéspedes. Hay
nidos de alacranes por todas partes. Muchos corruptos, ladrones y traidores
que se hacen pasar por chavistas con gran descaro. Muchos funcionarios
que no vibran con las angustias del pueblo, que lo abandonan a su suerte,
mientras despotrican grosera y abiertamente de nuestro Presidente. ¡No
puede ser! ¡Basta ya!
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