La trampa boba

Reconciliación = Desmovilización Popular

La definición más sintética define al Poder como capacidad de movilización, el que no entienda esto puede caer en la trampa del discurso de la reconciliación.

El mecanismo con el que hemos logrado mantener en marcha a la Revolución Bolivariana ha sido la permanente movilización del pueblo, la movilización de las iniciativas materializadas en Misiones, movilización de las ideas y de las estrategias, tanto en lo interno como en lo externo. La dinámica perpetua, la movilización como elemento de sorpresa, lo inasible que conlleva la movilidad.

Uno de los elementos que nos ha mantenido despiertos es la confrontación frente a los sectores reaccionarios, frente a los asesinos, a los apátridas. El pueblo finalmente se ha enfrentado con todo derecho a las clases que le habían mantenido desmovilizado entre cadenas, alienado, haciéndole creer que sus intereses eran los mismos que los de su explotador; con el discursito aquél de que “por los más altos intereses de la Patria”, debía aceptar el saqueo, la corrupción adecopeyana, mientras lo mantenían sumido en el analfabetismo y la enfermedad.

Habían logrado convencer al pueblo que su condición natural era la de vivir sin derechos, sin derecho a la salud, sin derecho a la vivienda, sin derecho a la educación, sin derecho a una vida digna que sólo otros venezolanos podían tener, los de la Sociedad Civil, la Gente Bien. Hasta que el pueblo abrió sus ojos y comenzó a imponer la justicia, la equidad, su derecho a ser ciudadanos con plenos derechos y deberes.

Cuando la clasecilla maldita, esa, la que no aspira a otra cosa sino a saquear al país por el derecho que le confiere una supuesta superioridad genética, expresada en el racismo hediondo que exudan en sus zonas residenciales, vio como el pueblo había despertado, alzó el puñal del golpe de Estado, de Llaguno, del Paro Petrolero y cuando el pueblo le convenció de la verdadera superioridad moral, numérica y de capacidad de movilización, incluso en la confrontación violenta, la clasecilla muerta no encontró otro camino que del engaño y la lisonja. Insisten en la reconciliación, pensando que en la aceptación del pueblo de las miserias que caracterizan a los sectores reaccionarios, encontrarán recodos para la traición.

Así se esconden tras la máscara de la mentira y esperan agazapados para escupir el veneno, allí está la iglesia vomitando hiel, queriéndonos hablar de moral después que el Vaticano ha pagado cientos de millones de dólares para ocultar la inmundicia pedofílica que les consume, las bendiciones a las bombas con las que asesinaron a cientos de miles de españoles, el Vaticano cómplice de Ante Pávelich y sus campos de concentración fascistas en la Croacia de la 2da. Guerra Mundial, el Vaticano cómplice de los curas violadores de religiosas en África, el Vaticano cómplice de los gobiernos fascistas del Cono Sur. El aquelarre de sangre con que inundaron nuestras tierras bajo las sombras de sus crucifijos. Esa es la reconciliación que esperan del pueblo.

Bien lo dejó claro ayer el judas Palmar en su ultimátum a la revolución, mientras le tintineaban los treinta denarios de sangre bajo la sotana.

Este es el momento en el que el pueblo debe apretar la marcha, cerrar filas y mostrarle a esta retahíla de ladrones que no hemos dejado de tener claro quiénes son nuestros enemigos, internos y externos.

Nadie puede reconciliarse con la muerte con la que nos amenazan; sabemos que la noche del 2 de diciembre, estaban prestos para desatar la violencia; siguen en lo mismo y lo harán si nos descuidamos. La iglesia fascista desde sus púlpitos los apoya.

¡Ahora más que nunca con nuestro Comandante – Patria, Socialismo o Muerte!


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El Macaurelio

Periodista, Politólogo, poeta, escritor, humorista y ensayista. Columnista en varios medios, digitales e impresos.

 elmacaurelio@yahoo.es

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