Al contrario de lo que muchos militantes de este proceso han escrito, yo sí creo que debemos dar un paso hacia la reconciliación nacional, por supuesto sin entender ésta con que vamos a olvidarnos del 11 de abril de 2002 y ponemos en libertad a quienes están implicados en ese Golpe de Estado o en la plomazón contra el pueblo que hubo ese día y los subsiguientes.
Nada de eso, debe ser una reconciliación positiva para la mayoría, y no para las minorías, porque lo contrario no es reconciliación sino entreguismo al mejor estilo de aquella comisión tripartita donde el pueblo no ganaba una.
Por ejemplo, me parece primordial un pechugón casi jamoneico con la banca comercial; pues de verdad considero ridículo que el camarada Mario Silva nos diga en su programa que la vaina está bien porque los banqueros están ganando más reales que nunca. Así que para evitar que ese ejemplo de Mario siga ridiculizando al socialismo que pretendemos, es necesario este acuerdo.
En este sentido hay que reconciliarse con la banca para que elimine de un solo tajo el cobro de todas las comisiones, tanto de las existentes como de las que están pensando. Esa reconciliación debe incluir que incremente en un cincuenta por ciento su personal de atención al público, para que la gente sea bien atendida y los reales de la banca se distribuyan entre un mayor número de personas. Y en pleno amapuche, a punto de jamón, les pedimos que bajen en un cincuenta por ciento las tasas de interés que ellos cobran.
Lista esa reconciliación.
Vamos a reconciliarnos con los productores, incluyendo allí los agrícolas, ganaderos, polleros y otros, amapuche que debe alcanzar a los distribuidores y comerciantes, pues todos sabemos (menos INDECU) el cuento de . Y acordamos arrancar de precios a nivel de Mercal. Listo. Y cada seis meses un ajuste de salarios, donde el incremento salarial en porcentaje sea el cincuenta por ciento por encima del porcentaje en que se incrementen los precios.
Allí no hay rollo, nos reconciliamos. Y de paso eliminamos a Indecu, así el señor Ruth podrá cobrar sin hacer nada, pero al menos sin que nadie le eche en cara su inoperancia.
Un tercer acto de reconciliación podría ser el de todos los trabajadores que ganen menos de tres salarios mínimos con los parlamentarios de la Asamblea Nacional, miembros del Tribunal Supremo y otros funcionarios de altos ingresos. Quincenalmente la diferencia entre el salario mínimo y los más altos ingresos percibidos por los funcionarios debe ser menos, hasta que esa diferencia sea simbólica.
Será un acto de reconciliación ejemplerizante, pues prácticamente lo estamos haciendo entre nosotros. Eso nos permitirá incluir luego en el abrazo y jamoneo al sector privado para que de verdad arranquemos hacia una sociedad de iguales, y no nos caiga como una patada en las pelotas el discursito de Darío Vivas (con más de 20 años entre concejal y diputado) donde nos pide sacrificios y trabajar con las uñas.
Con un acuerdo así, hasta le perdonamos a Cilia Flores la ratificación en su cargo de Clodosbaldo.
Y así podemos seguir señalando ejemplos de reconciliación, los cuales si se cumplen nos va a evitar meternos otra vez en el lío de la reforma.
salima36@cantv.net