Una manera de replantearse la pregunta del título sería: ¿Es posible el diálogo entre las fuerzas en pugna en Bolivia? La respuesta es muy sencilla: NO. No es posible que las contradicciones que afloraron recientemente en ese país se resuelvan por la vía del diálogo entre las partes. Las explicaciones no son tan sencillas como la respuesta. No pretendo escribir un tratado sobre la situación política de nuestra hermana república, sólo espero aportar algunos elementos a su interpretación.
El diálogo requiere de dos o más actores dispuestos a dialogar. Requiere la disposición a entra en una relación dialéctica, donde uno escucha al otro, trata de comprender lo que dice y le responde sobre el tema que es tratado en la conversación. Cuando se entra en un diálogo se está dispuesto a cambiar de posición o por lo menos a modificar parcial o sustancialmente su posición inicial. De otra manera se trataría de una conversación donde se intercambian opiniones y más nada. Los que entran en un diálogo salen de él transformados, si éste es genuino.
La oposición al Gobierno de Evo Morales se ha manifestado con franqueza, sin ocultar su verdadera naturaleza. En ningún momento ha ocultado su racismo, su odio al indio lo han manifestado de diversas maneras. Las cuales van desde la humillación hasta la aniquilación. En ningún momento se ha disfrazado y ha actuado abiertamente en contra del pueblo y en contra de las políticas impulsadas por el Gobierno de Morales.
El Gobierno de Evo Morales ha intentado mantener buenas relaciones con la derecha. Ha actuado con cautela, como esperando no molestar a la derecha. Se entiende esta actitud en parte por la correlación de fuerzas en el control del Estado. Pero le ha faltado activar el poder popular y las organizaciones de base como fuerzas que se pueden contraponer a los grupos de poder que controlan el Estado. Ambos grupos son antagónico y sus intereses irreconciliables.
Mientras el Gobierno de Morales muestra disposición al diálogo y se prepara para llevarlo adelante, las fuerzas de la derecha se reagrupan para lanzar el asalto al Gobierno. Mientras se esté entretenido en el diálogo, la derecha arreciará sus ataques directos en contra del pueblo, en especial de los indios. La oposición, parafraseando el dicho bíblico, estará por un lado dialogando y por el otro con el mazo dando. Lo peor de la situación es que mientras el Gobierno se sienta en la mesa con la oposición, el pueblo estará recibiendo los golpes del fascismo.
Mientras el Estado Boliviano se cruza de brazos, para dejar que actúen libres las fuerzas del fascismo contra el pueblo, se estaría realizando un diálogo con el Gobierno que sólo busca entretener a las fuerzas progresistas. Si el Gobierno insiste en dialogar, el pueblo debería mantenerse en la calle en pie de lucha contra la derecha y no permitirle avanzar en su esfuerzo por controlar totalmente el Estado. Además, esta es una oportunidad para asestarle un duro golpe a la derecha. Si se desperdicia tal vez salgan fortalecidas de estos acontecimientos.
La derecha no cesará en sus intentos de derrocar al gobierno de Evo Morales y de seguir sometiendo al pueblo boliviano. Sentarse con ellos a dialogar no cambiará esa realidad.