Ante todo debemos felicitar al camarada señor Mario Silva García por el gran esfuerzo en lo personal y en lo ideológico que puso durante la campaña en su aspiración al cargo de gobernador de un estado que, al igual que Zulia, es tradicionalmente de derecha.
Su derrota no se puede considerar como personal, su derrota es la derrota del Chavismo por haber tenido en esa entidad un gobernador traidor como Acosta Carléz.
De igual manera, la derrota sufrida por el proceso revolucionario en la Alcaldía Mayor y en el municipio Sucre del estado Miranda, son el reflejo de las pésimas gestiones de sus gobernantes. En el caso de José Vicente Rangel Ávalos es producto de ese reducto de candidaturas impuestas en el pasado a dedo por el comandante presidente; sin arraigo popular; con un Alcalde, como lo fue Rangel, sin carisma y sin un plan efectivo de gobierno y con un gobernador, Diosdado Cabello, que se le ha venido señalando como el jefe de la derecha endógena y que mantiene negocios con su hermano el director del SENIAT.
En el caso de Juan Barreto no fue menos cierto.
En lo personal, nunca imaginamos una gestión tan mala como la que hizo Juan Barreto. Un hombre confrontativo ante cualquier planteamiento que la sociedad y los gremios le hicieran, sectario, grosero y descuidado en su apariencia personal; mal vestido; detalle este, que aún cuando a mucho “revolucionario” le suene mal, la imagen que un gobernante proyecte en su apariencia externa, es importante; tan importante como lo puede ser su gestión.
Me decía un ex-funcionario de gobierno, que fue coordinador de la extinta Misión Sonrisa, que su jefe, el coronel Jesús Mantilla, inexplicablemente Ministro de Salud, le recriminaba el hecho que no vistiera una prenda roja sino guayabera blanca durante sus actividades, que usara gelatina para el cabello y que oliera a perfume caro. [sic]
El señor Mario Silva García, proyectaba mucho de la imagen de Barreto.
Muchas veces cuando escribíamos sobre el tema de la salud y hacíamos referencia al desprecio que el señor Mario Silva García manifestaba hacia el gremio médico nacional, nos preocupó que un hombre con tal visión sectaria de lo que es un proceso revolucionario de cambios, fuese a ocupar la máxima conducción de un Estado; en donde, necesariamente, tendría que interactuar con los gremios profesionales en su totalidad, léase bien, en su totalidad, en manos de la oposición y cómo, con esta visión despreciativa hacia los mismos, iba a conciliar en temas tan sensibles como lo son las relaciones laborales con esos gremios.
No imaginábamos a un señor Mario Silva García diplomático, conciliador; todo lo contrario, un hombre sesgado en lo político y en lo ideológico. El señor Mario Silva García no acepta revolucionarios que disientan de su visión de revolución. En su programa, era dado a etiquetar de contrarevolucionario a quien no compartiera su línea de pensamiento; fuimos victima de su Hojilla; sin derecho a réplica cuando en varias oportunidades nos calificó de quintas columnas por el simple hecho de cuestionarle muchas de sus opiniones que, en oportunidades, rayaban hasta con la dignidad del adversario político cosa que no podemos permitir en un revolucionario, en donde la dignidad del adversario es sagrada y se tiene que respetar. En ese sentido, el señor Mario Silva García, era intransigente y eso no es bueno venga del bando que venga porque nadie es poseedor de la verdad absoluta.
Lamentamos la perdida de Carabobo y Miranda; en lo personal no lo banalizo como pretenden hacerlo otros co-revolucionarios, Miranda, Carabobo y haber conservado la oposición la diadema: el Zulia, el principal estado de Venezuela, el principal productor de petróleo del país, el de mayor caudal de electores y con su capital Maracaibo, la primera ciudad de Venezuela, es definitivamente, un gran triunfo para la oposición venezolana.
En cuanto al título de esta reflexión si el programa de televisión la Hojilla debe regresar o no, en nuestra modesta opinión la repuesta es, no.
La hojilla marcó un ciclo en la televisión venezolana; nació en un momento coyuntural cuando el Estado se encontraba desprotegido en lo informativo; cuando el Estado no contaba con lo que a partir de estas elecciones se dio en denominar El Sistema Nacional Público de Medios de Información; conformados por VTV, Vive TV, Asamblea Nacional TV, Radio Nacional de Venezuela y toda la red de estaciones de TV y radiales comunitarias, que desmontaran la mentira mediática de los canales privados de TV.
La Hojilla, ha sido sutilmente sustituida por otros programas menos maratónicos y tan mordaces como ella; caso los Papeles de Mandinga, que, aún cuando no tiene un horario muy estelar, pudiera ser perfectamente el sustituto del programa del señor Mario Silva García.
Para el señor Mario Silva García lo mejor de este mundo, gracias por todo su aporte, algunas veces equivocado, en especial cuando tocaba el tema del gremio médico nacional, pero gracias. Su aporte fue valioso desde esa trinchera para el proceso revolucionario; pero es hora de nuevos derroteros y pensamos que en él hay mucha madera de revolucionario; mucha madera de líder que tiene que canalizar y que tome esta derrota como un ¡por Ahora! y se dedique a patear calle en la búsqueda de una nueva oportunidad para gobernar. El tiempo siempre ha sido el mejor aleado.
¡Patria, Socialismo o Muerte¡
¡Aún no hemos vencido!