Lo primero que hay que
hacer es enmarcar lo sucedido, somos una sociedad capitalista, donde
comienzan a darse algunos visos de socialismo. Eso quiere decir, que
actual e históricamente, la ideología dominante es la capitalista,
la búsqueda del mayor lucro posible. El socialismo, es un proceso
que apenas comienza y que por las características de nuestra sociedad;
dependiente y rentista, donde predominan ampliamente las importaciones;
es un objetivo de largo plazo. En ese marco, las clases y sectores
explotados y excluidos, han comenzado a tomar conciencia histórica,
pero la clase media, en su mayoría, anhela el llamado sueño americano
(pesadilla de las grandes mayorías).
En cuanto a las elecciones
en sí, lo primero que quiero decir, es que en efecto no salimos derrotados
nacionalmente, pero tampoco, como dice el presidente, obtuvimos una
gran victoria, ya que si bien ganamos en cantidad de triunfo, perdimos
en los centros del poder político, Caracas Metropolitana, Zulia, Miranda.
Para ubicarnos en buena parte, recordemos que en febrero del 92, la
insurrección bolivariana tomó casi todo el país, menos Caracas, y
hubo de entregarse. Está bien, el escenario no es el mismo, porque
ahora estamos en el plano electoral, y un voto es un voto, donde quiera
que esté, eso tampoco hace desaparecer la lucha de clases, y al fin
y al cabo ese es el escenario real en la chiquita, si no recordemos
a Allende y su mayoría de votos. Teniendo las cosas más o menos clara,
que ni calvo ni con dos pelucas, pasemos a otras consideraciones.
Causas de lo sucedido:
Es cierto que un acontecer social no tiene nunca una sola causa; pero
las hay principales y secundarias. Y entre las principales de lo sucedido
este 23, está la gestión, pues a menos que sean locos, los votantes
votan por quien perciben, aunque sea falsamente, que les da mejor nivel
de vida, o votan para castigar a quien pudiendo haberlo hecho, no cumplió.
Prueba de los sucedido son el municipio Petare y el estado Lara. En
el primero no se cumplió y hubo castigo de la clase media, en el segundo,
aún siendo Lara un estado con buena clase media y pujante económicamente,
Henry Falcón cumplió y ganó como gobernador con más del 75% del
los votos, el triunfo más amplio del país, lo que demuestra que contra
buena gestión no hay contra que valga. Al caer Petare cayó Miranda,
por la influencia en votos de ese municipio. Y la gestión de las alcaldías
que teníamos (Caracas, Petare y la Metropolitana), no estuvieron a
la altura, para marcar una diferencia suficiente. En Caracas, sólo
hay que pasearse por las calles para encontrar una respuesta a la victoria
de la oposición. El fracaso de la gestión en problemas fundamentales
como la inseguridad, el transporte, la vivienda o la basura hablan por
si mismos. Otro factor de influencia es la maquinaria, el caso lo lustra
el Zulia, donde a pesar de una aceptable gestión de Di Martino, logró
aumentar la votación de las últimas elecciones regionales en ese estado,
pero recordemos que billete y maquinaria matan galán. Y allí
radica una causa que en algo influyó en Caracas, y quizás en el Zulia,
la creación del PSUV desmanteló la maquinaria del anterior MVR, y
ahora se encontraron obstáculos de tiempo y recurso, así como falta
de facilitación de los comandos y estructuras del PSUV para un óptimo
ensamblaje de la nueva.
Otro aspecto de influencia
es la política hacia la clase media, la cual no hemos podidos librar
de la influencia de la oposición. La prueba está en que en los Estado
en que perdimos (Zulia, Miranda y área Metropolitana de Caracas), existe
un “no poco” sector de clase media, que salió a votar y fue la
causa de la derrota allí. Y en Caracas se perdió justamente en las
parroquias que poseen esa característica, y donde como ya señalé,
la gestión nuestra no marcó una diferencia suficiente.
Los adversarios hicieron
su trabajo, eso hay que decirlo. Por ejemplo, aunque falsamente, se
apropiarse del discurso bolivariano, hablando de democracia social (eso
es el socialismo), y no confrontación. Globovisión, por ejemplo, tiene
más programas sobre los problemas de los barrios que las televisiones
públicas. La muerte de cientos de personas a manos de la delincuencia,
la imposibilidad de alquilar o comprar una vivienda, las interminables
horas para trasladarse al puesto de trabajo y el caos urbanístico son
casi insoportables. Ésa es la clave: los problemas son demasiado graves,
demasiado intolerables. Eso ha sido un golpe fatal a la moral y a la
resistencia de la clase media. Tras diez años, la ciudad sigue casi
igual, para ellos, que no perciben completamente los barrio adentro
y las misiones, aunado a una muy inteligente campaña para capitalizar
el descontento por parte de quienes fueron el origen de todos esos males
y que ahora se presentan como los salvadores.
Qué hacer?. Lo hecho, hecho está. La opción sigue siendo Socialismo o barbarie, el reformismo oportunista que pretendía ubicarse entre esas opciones, en los estados Sucre, Aragua, y Guárico, ha sido derrotado. Hay que cumplir con el viejo Marx y someter todo a crítica constructiva. Debe revisarse seriamente el papel de los llamados aliados, y que en Caracas nos privaron al menos de 2 concejales metropolitanos. Y ante todo, iniciar una verdadera formación ideológica de toda la militancia, comenzando por la dirigencia y los cuadros, y revisando desde un excesivo centralismo en el PSUV, hasta el lenguaje en ocasiones del máximo líder, lo cual aunque no es decisivo (recordemos que Allende hablaba muy bonito y lo bombardearon), influye en parte de la clase media, la cual no es un voto duro, sino que hay que convencerla. Hay que finalizar los estatutos del PSUV, señalando funciones de los delegados y de la dirección regional, funciones de los coordinadores de comisión y su forma de elección, conformando ellos el Buró, si es que debe haber alguno. Creo que funcionar desde batallones y circunscripciones deja un vacío que nos fracciona, y quita homogeneidad, haría falta elegir direcciones parroquiales. Hay que volver a ser humildes y autocríticos, dinámicos y eficientes. Hay que ejercer una eficiente contraloría social sobre toda la administración pública. La historia nos enseña que una revolución no es un proceso lineal hacia delante, si no que hay retrocesos, zig zags, saltos y avances. La derrota ha de servirle al luchador para reflexionar y para prepararse mejor. No hay otra vía. Asumir las fortalezas y las debilidades. Y salir de nuevo al combate.