Mario Silva
ganó en todos los municipios menos en los que vive una mayoría de
clase media y media alta: San Diego y Naguanagua. En el municipio Valencia,
el candidato Edgardo Parra, junto con La Hojilla, ganó en todas las
parroquias populares, y perdieron en las que están compuestas por una
mayoría de clase media, oligarcas y los que se creen oligarcas, que
viven en el Norte de la ciudad.
La abstención,
alimentada por la decepción de mucha gente del pueblo que votó por
Acosta Carles y se siente traicionada, fue la que decidió el resultado
electoral. Aunque el saliente gobernador no merece un párrafo completo,
estimo que cualquier insulto que se le dé es insuficiente. Por otro
lado, el mandato del pollo servirá para que mucha gente con mala memoria
recuerde que ese personaje, un rico, no traiciona a su clase y gobernará
para ellos, como lo ha hecho antes. Una muestra de lo que nos espera
es lo que está ocurriendo con las misiones en Miranda.
Los revolucionarios
y las revolucionarias de Carabobo debemos hacer un balance de lo que
pasó y esa acción no debe limitarse sólo a un grupo selecto del PSUV,
porque quien puso a Mario Silva como candidato por medio del voto
directo (y no “a carajazos”) no fue el Presidente
Chávez ni la dirigencia regional del PSUV sino nosotros,
los militantes de base y cualquier acción en contra de
nuestro candidato es en fin de cuentas una acción contra nosotros.
Lo hicimos porque queremos una profundización del proceso revolucionario,
y nos gustó la conducta de Mario Silva en el programa La Hojilla. En
cuanto a nuestra dirigencia regional, ha sido reforzada con un guerrero
de primera fila como es nuestro candidato. ¡Malo no es!
A quienes tratan de descalificarlo porque no es doctor de Harvard, no es rico de cuna y habla de manera sencilla y directa, hay que recordarles que el pueblo de Venezuela, nosotros, tampoco somos hijos de oligarcas, ni somos doctores de Harvard; y francamente La Hojilla habla como nosotros. Y ojalá vuelva pronto, porque es un espacio revolucionario de lucha directa frente a las empresas de comunicación en manos de las clases dominantes (aún), que buscan por todos los medios que no nos enteremos de la verdad.