No voy a discutir, en este momento, si constitucionalmente es posible presentar una enmienda de la Constitución, cuyo contenido sea similar a uno ya presentado en este mismo período como parte de una proposición de reforma y que fuera rechazado por el pueblo en referéndum. Esa discusión pareciera no tener importancia actualmente, en virtud de la decisión gubernamental de proceder a presentar la enmienda en cuestión. Mi análisis va en el sentido de la procedencia política de esa decisión y de cual debería ser el mejor texto de la enmienda en aras de garantizar mayor seguridad de triunfo para los proponentes.
Independientemente de considerar que buena parte de los tropiezos de la revolución son responsabilidad directa del Presidente, quien no sabe escoger sus colaboradores y parece no tener semáforo entre el cerebro y la lengua, opino también que la mayoría de los aciertos obtenidos son producto de las ejecutorias presidenciales. Existe, además, un genuino liderazgo nacional de Chávez y la necesidad de éste para poder seguir adelante con la misma meta, aunque la marcha no sea siempre acertada, sino plagada de conductas y decisiones ambiguas, muchas veces incorrectas y con las distorsiones y perversiones del pasado.
Pero esa posibilidad de construir una sociedad más justa y equitativa, libre y soberana y de mejores condiciones de vida para la gente, contrasta con el claro regreso al pasado que nos ofrece la oposición y tropieza con la ausencia de un liderazgo alternativo al Presidente que tenga su fortaleza. Por estas dos consideraciones concluyo que todavía hace falta la figura del presidente Chávez, pues de lo contrario el proceso se revertiría y se perdería una oportunidad abierta por la historia, que no se volverá a presentar hasta pasado otro medio siglo. No se trata de que Chávez sea indispensable por tener la claridad y sabiduría de Bolívar; está realmente muy lejos de ello.
Tampoco es el más claro y más sabio en la Venezuela de hoy, como se hace aparecer en sus discursos y en la propaganda oficial. Ha despreciado, además, la posibilidad de tener un equipo de hombres eficaces en todos los sectores de la vida social. Es imprescindible, por ahora, pues nadie tiene su liderazgo e influencia en el pueblo venezolano.
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