Cuando se inició la campaña del referendo de la reforma constitucional de 2007, como era de esperarse, la oposición inició una sencilla, pero efectiva estrategia para minar en las urnas electorales los objetivos del presidente Hugo Rafael Chávez Frías. Eso es innegable.
De los 69 artículos sometidos a consulta, la oposición sacó con pinzas el referido a la propiedad privada, a la educación y el 230 de la Constitución Bolivariana sobre la reelección presidencial continua.
Hicieron una interpretación perversa de estos enunciados y difundían entre la gente que con la instauración del socialismo, el líder del proceso revolucionario le quitaría a las personas con dos casas, una. Lo mismo le sucedería a los que poseyeran dos o más vehículos o cualquier otra propiedad. Pregonaban que el Estado despojaría a las familias de los hijos y para ello Chávez se pretendía perpetuar en el poder con la reelección.
Realmente no cuento con alguna medición o investigación para decir que tanto daño hizo esa información en la población, pero se perdió la reforma y me consta que muchas personas humildes, que ni siquiera tenían donde vivir, se sentían asustadas porque Chávez les podía quitar sus pertenencias. Tamaño exabrupto, un disparate colosal o como se le quiera calificar, pero al final todo indica que esa campaña surtió efecto.
Los opositores apoyados en los medios de comunicación adversos, son expertos en sembrar el terror en las mayorías, sin embargo, observo que las tácticas comunicacionales que favorecen y que deberían enfrentar esas falsas maniobras publicitarias contra la enmienda, están supeditadas a aclarar la constitucionalidad y la diferencia que el mecanismo legal planteado tiene con la propuesta de reforma, por encima de ese temor que se quiere reeditar en la gente con el mismo argumento del Chávez dictador.
A mi juicio, lo que causa más lesión es que los opositores utilizan la reelección indefinida como sinónimo de caciquismo, autoritarismo. Hacen ver que corrigiendo el artículo 230, el líder revolucionario se mantendrá a la fuerza en la presidencia y no habrá forma de sucederlo.
Por eso, me permito citar a José Vicente Rangel: “la enmienda no equivale a reelección, lo cual hay que remacharlo para desenmascarar la patraña argumental de la oposición. Es sólo la posibilidad de que quien ejerza la Presidencia de la República pueda postularse de nuevo. En vez de reelección hay que hablar de postulación continua”.
Hay que inculcar además que la enmienda no es totalitarismo ni dictadura como dicen los enemigos. Cualquier candidato tendrá chance sea del partido que sea. Siempre podrá medirse y sólo deberá sacar más votos que Chávez para relevarlo en el cargo. De eso se trata el juego democrático.