Afirmé, en artículo anterior, que el presidente Chávez era aún indispensable para que el proceso revolucionario actual no diera marcha atrás, aunque esta necesidad no se debía ni a su desempeño, muchas veces errático, ni tampoco a la inexistencia de personas con mejores dotes y conocimientos que él para conducir el país. Precisé que su enorme liderazgo popular lo hacían el único con posibilidades claras de derrotar a la oposición, cuya victoria significaría la negación total de justicia, libertad, soberanía y elevación de las condiciones de vida del pueblo venezolano. Estas razones me hacen partidario de apoyar la posibilidad de una segunda reelección del Presidente, la cual tendría que ser autorizada por el pueblo en referéndum modificatorio de la Constitución.
Sin embargo, no basta la necesidad de que el Presidente se reelija para garantizar la aprobación de la enmienda por parte del electorado. El contenido de la enmienda se hace muy importante, pues la oposición, que se sabe derrotada por Chávez, tratará por todos los medios de confundir y hacer dudar a la gente. La reelección presidencial continua (incorrectamente llamada indefinida por todo el mundo) va a ser descalificada con el argumento de que ya fue rechazada por los electores, en el referéndum modificatorio de la Constitución de hace un año, lo cual en principio es cierto. Tendrían que producirse las aclaratorias de los proponentes sobre las diferencias entre reforma y enmienda, que nunca dejan las cosas claras y pueden ser perjudiciales para el éxito de la propuesta.
Si, en cambio, el texto se refiriera a permitir solamente una segunda reelección del Presidente, la situación sería mucho más transparente, pues este contenido no ha sido considerado por los electores y, por lo tanto, no ha sido negado. No lo fue en el referéndum sobre la reforma, pues en éste se negó la reelección continua, no una segunda reelección. Además, aprobar sólo una segunda reelección da mucha más seguridad a aquellos inseguros de votar afirmativamente, para quienes la reelección continua podría aparecer como una prerrogativa demasiado grande para el Presidente. Se le haría, en este caso, más difícil a la oposición su acción propagandística contraria a la aprobación de la enmienda.
