Cuando el presidente Hugo Chávez autorizó al Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) y al pueblo para que iniciara el debate nacional sobre la enmienda constitucional, enseguida los opositores dijeron que el líder del proceso revolucionario quitaría la navidad a los venezolanos.
Para ello activaron como de costumbre, ese dispositivo comunicacional con que cuentan en el país y en el exterior, a fin de satanizar la modificación del artículo 230 de la Constitución Bolivariana, relacionado con la postulación continua a la Presidencia de la República.
Ya han tejido una sarta de mentiras en torno de esta consulta que posiblemente se realice el 15 de febrero de 2009, sin embargo, basta con observar los mercados populares para ver a la gente todavía cargando con los artículos que le permitan rematar el fin de año con su cena favorita.
Hasta en mi caso que estoy desempleado tras la derrota del candidato rojo rojito a la Gobernación del Zulia, Gian Carlo Di Martino, me comí y continúo comiendo las mejores hallacas que hizo mi mamá. Nada ni nadie podrá despojar a los venezolanos de estas festividades. Y es que dio gusto como en Maracaibo los firmantes llegaban a los puntos de recolección, estampaban sus rúbricas y luego seguían al mercado con ese entusiasmo que caracteriza a la gente por estos días de amor, paz y felicidad.
Por supuesto, el Gobierno Bolivariano tomó sus previsiones. Desde octubre el ministro del Poder Popular para la Agricultura y Tierras, Elías Jaua y de Alimentación, Félix Osorio, indicaron que el Gobierno garantizaba el abastecimiento de los productos propios de la Navidad.
En su momento, notas de prensa también reseñaron que el presidente de la Federación Venezolana de Porcicultura (Feporcina), Alberto Cudemus, estaba complacido por el acuerdo al que llegaron los productores con los supermercados y el Gobierno para la distribución del pernil.
Siguieron de esa forma los “Hallacazos”, mercados en los que la gente tenía la posibilidad de comprar con antelación los alimentos a precios solidarios y así Mercal con apoyo del Indepabis se encargó de que no faltara el plato navideño en las mesas de los venezolanos más humildes.
Pero es que sólo basta con ir a los Mercal y otras ventas de carnes y víveres, para darse cuenta in situ, de que la gente arrasa con los alimentos que requiere la tradicional cena, en medio de esas discusiones políticas ahora casi obligatorias en los sitios de gran afluencia de personas y que todos debemos celebrar, porque de eso se trata la democracia en Venezuela.
De modo, que la oposición argumentará cualquier cosa, pero tal como arengan por ahí: ¡Uh, ah, la hallaca no se va! y seguirá al 2009 con la enmienda que garantiza la continuidad revolucionaria en este país.
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