Apreciados Santos Inocentes: Estoy inscrito en el Psuv, soy revolucionario, bolivariano y creyente en el socialismo del siglo XXI.
Como militante de base, acepto las decisiones de la Dirección Nacional, adoptadas tras serios debates, sin precipitaciones ni exabruptos. Cada quien tiene un voto y no se toleran decisiones arbitrarias.
Dicha estrategia nos llevó a ganar las elecciones del 23-N, obteniendo 17 gobernaciones y 265 alcaldías. Apenas se perdieron Zulia, Miranda, Carabobo, Táchira, Nueva Esparta y la Alcaldía Mayor de Caracas, esta última meramente simbólica.
Diosdado y Jesse Chacón regresaron al gabinete.
Así pues, quedamos listos para convocar a un nuevo referendo constitucional, lo cual se decidió de manera unánime, luego de diversas consultas y un amplio análisis.
Como es obvio, la enmienda que elimina unas pocas palabras del artículo 230 no establece, como alegan los pitiyanquis, la reelección indefinida del Presidente de la República.
Se trata apenas de permitirle al Mandatario que se postule cuantas veces quiera, lo cual resulta justo y equitativo.
Después el pueblo decidirá libremente si desea que se mantenga en la Presidencia, sin utilizar privilegios ni posiciones ventajosas.
De inmediato, se recogieron casi cinco millones de firmas de apoyo a la enmienda, las cuales se llevaron a la Asamblea Nacional, donde las contarán una por una para emplearlas como material de apoyo moral.
A continuación y para despertar entusiasmo entre aquellos que simpatizan con el proceso, pero se abstienen de votar por timidez o falta de mística, el presidente Chávez expropió el Centro Comercial Sambil de la Candelaria. La decisión la tomó en caliente, al contemplar el mamotreto cuyo funcionamiento congestionará el centro de la ciudad. Todo ello ajustado a derecho y sin que el respeto a la propiedad privada sufra ningún menoscabo.
Mientras tanto se acerca la crisis financiera internacional. Por fortuna, a pesar del descalabro en los precios del petróleo, tenemos reservas que cubrirán los gastos estimados para el próximo año.
Así todos quedarán felices.
Sin embargo, no estoy muy contento. Al pueblo no le gusta caer por inocente y a veces, cuando lo jeringan, se alebresta.
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