Anoche, anoche soñé contigo. Soñé y soñaba –dice, la canción popular. Y, por más que usted le dé varias vueltas en la cabeza, o la amortigüé como un péndulo, sigue soñando y la canción sonando en concordancia en cualquier parte de la geografía nacional que haya conciencia institucional, porque los sueños, sueños son.
Buen comienzo para arrimar más leños a la candela que te den la brasa para asar los malos pensamientos que circundan la vieja data de la política de los viejos líderes que, todavía fastidian arrimados al atardecer de sus pavorosos años. Tradición que no volverá nunca más, ni con pajaritos preñados.
Siempre que exista el amanecer habrá un gallo que glorifique con su canto la penitencia de coexistir con los escuálidos en el concierto bien, en las malas como en las buenas para quien sabe nadar o remar contra la corriente del devenir histórico y, el que no, muere en la orilla apesadumbrado de egoísmo, porque quiso ser parte del entramado que encierran los bajos pensamientos que se disfrazan de mentiras para estropear la realidad de los demás.
Y a decir verdad, somos, unos más que otros dentro y fuera del interés nacional que debe prevalecer por encima de toda procesión de vandalismo espiritual o corporal que venga por dentro o por fuera como volutas de maldad, a infestar la inocencia de la mayoría que, como pueblo y, manifestación de sí, seguimos avante guiados por el interés común de la Patria grande, sin privarnos de ambiciones que hagan más próspera y feliz el futuro de nuestros hijos, como de sus descendientes.
Seamos pues, revolucionarios, magnates de nuestro destino, cultivadores de la esperanza que abarca nuestro porvenir como colectivo y, que persigue la paz político-socio-económico que dé a los venezolanos pedestal de singularidad y grandeza.
Rebeldes somos y rebeldes seremos, nunca conformistas, marchemos por la unidad de nuestros ideales y, que el lema de la consigna, sean nuestros inefables sueños para seguir soñando.
Dancemos intimamente al ritmo que nos toque la orquesta de nuestra pasión, que más temprano que tarde, sin pasar del 15 de febrero, seremos estandarte del referéndum que nos aferrará a la reelección de los cargos de elección popular, sobre todo el de presidente, por los que habrá que luchar incansablemente para poder aspirar a gobernar en Venezuela sin imposición y que el triunfo del “SÍ”, sea la vida misma en resurrección que trascienda el infinito patrio.
Atención a la vida, a nuestras costumbres, y, que la esperanza del soñador, abra caminos libres sin peligro, ni argucias que se antepongan al libre albedrío de la libertad en democracia revolucionaria.
Que nuestro amor sea el rocío de la victoria de cada despertar y que, el comandante presidente Chávez, siga adelante con el mismo ahínco de siempre por el bienestar de su pueblo y, que la razón del desvelo de su pensamiento, sea llama pujante de calor de la ola de éxitos que cubra el alma con devoción en el destino de los creyentes de la Patria.
El proceso político venezolana abarca espacios de misiones que inundan de beneficios a los más pobres que, reclaman con su presencia cada día, de más y mejores servicios que protejan la vida y recreé de armonía sus necesidades físicas como materiales para derrotar la desidia que se opone como tragaluz al quehacer cotidiano.
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