La oposición es un baile de alacranes.
Henry Ramos Allup
El 27 de febrero de 1989 la gente estalló, la Física lo llama “criticalidad autoorganizada”, cuando cae el primer dominó, el copo de nieve que desencadena la avalancha, el aumento del pasaje en Guarenas que genera el estallido social en todo el país, como nunca se vio en la historia humana ni se ha visto más. La humanidad es terrible en esos momentos y sin embargo la gente que salió solo a saquear. No lo ajeno, porque tomó lo que se le privaba por trascorrales, lo que siempre se le negó. “¡Comimos carne!”, gritaban infantes de un barrio días después. Ahora también comen carne pero porque se la sirven en la escuela bolivariana, por eso ya no saquean.
En otros lugares del mundo, ahora mismo, la terrible humanidad reacciona de modos odiosos, poniendo bombas, secuestrando civiles durante años en una selva, tirando cohetes a quien le caigan, así sean escuelas y hospitales, a la loca, a la brava, con enojo ciego. Me refiero a quienes hacen resistencia a la violencia de los Estados criminales, no a los Estados criminales, que bombardean civiles, y generan venganzas atroces, tan distintas a las del llamado Caracazo, donde se agredió a los negocios, no a las personas. No hubo una sola herida causada por el pueblo, precisamente porque es bravo, como dice el Himno, es decir, noble. Porque sabe que lo peor que tiene la maldad es que infunde maldad en sus víctimas.
Los Estados criminales auxilian bancos fraudulentos sin sancionar a su gerencia fraudulenta. Hay personas, como Luis Giusti, que no solo instigan a sus colegas a sabotear su industria y a perder su trabajo, hacen destruir a un país entero más de veinte millardos de dólares, sino que luego birlan los ahorros de sus fieles. La crueldad perfecta. El Marqués de Sade ha tenido mala prensa solo porque escribió fantasías sexuales turbulentas que no pasaban de ensoñaciones de preso por haber sido un licencioso imaginativo. Ese gentilhombre fue encargado por la Revolución de unos hospitales de tercera edad que le dicen y era afanoso en el cuidado de aquellas personas, cada mañana se aseguraba de que tuviesen sábanas limpias, de que les atendiesen con cariño. Era buena gente el ci-devant Marqués de Sade. Sádico es Giusti.
Como lo son quienes especulan con la violencia horizontal que puebla las calles de Caracas. Antes de que un fariseo me lo reclame y para que se calle, aclaro que eso es un gravísimo problema que el gobierno revolucionario, si es revolucionario, tiene que encarar. Pero no son quienes generaron esa violencia cuando mandaban y porque mandaban quienes tienen derecho a denunciar la situación. Son tan miserables que crean las condiciones para esa violencia, importan paramilitares, organizan invasiones de edificios o tierras, coordinan guarimbas, cierran autopistas, preparan golpes de Estado en Puerto Rico y en restaurantes de lujo, combinan magnicidios catastróficos sobre todo para sí, birlan ahorros, amordazan en su prensa dictatorial la estafa de Stanford, y luego vienen con sus lágrimas de cocodrilo a llorar por las víctimas del hampa.
Con razón Ramos Allup, que los conoce de cerca y baila pegado con ellos, dice que son un baile de alacranes.
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