Cada vez que en un foro internacional pide la palabra alguien de una delegación oficial venezolana, todo el mundo para la oreja, pues el promedio de calidad, novedad y contundencia de sus intervenciones está muy por encima del promedio de las demás. Con las excepciones previsibles.
Y es que en la mayoría de los países apenas se habla de temas que en Venezuela son cotidianos. ¿En qué otro país oyes hablar de que las empresas arroceras son tracaleras? Pues no, allá las trampas de las empresas se callan por razones comerciales, porque pagan la publicidad, e ideológicas, porque esa información y muchas otras se censuran sistemáticamente.
No se sabe qué produjo la crisis financiera, presentada como un huracán ante el que hay que resignarse. O a lo sumo se dice que es “error humano”, cometido por petardistas que curiosamente no están en prisión. En Venezuela sabemos que es una falla estructural del capitalismo.
En Venezuela tenemos el privilegio de que se nos digan verdades las 24 horas del día, cuando en otros países esas evidencias son escamoteadas y hay que buscarlas en publicaciones marginales, por Internet, en libros recónditos. La ciudadanía no tiene acceso a verdades incómodas para los poderosos, Iglesia, burguesía, complejo industrial-militar. Aquí, apenas las empresas dicen que van a subir precios porque ya no pueden más, enseguida se emiten por los medios del Estado varios programas en donde se desmenuza el tema, de modo que la gente, especialmente la de menor nivel educativo, que es la que mayoritariamente está insurgiendo contra el antiguo régimen, se entera del cuento completo. La oposición sigue en su ignorancia insolente. Por eso no aguanta ni una pregunta de los entrevistadores de Ávila TV, por eso solo responde burradas. Pero cabe preguntar: ¿Es de menor nivel educativo si sabe más?
No solo no se enteran de la gigantesca labor del gobierno, sino que los medios golpistas ni siquiera les informan que el rebelde Sean Penn ganó un segundo Oscar y que es presidente del Festival de Cannes. No se informan ni de las frivolidades de que viven. Pero cada vez más opositores ven los canales del Estado. Hasta para oponerse al gobierno tienen que subir su nivel. Bien bueno.
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