Yo no pierdo la esperanza de que algún día pueda ver que en Venezuela las leyes, reglamentos, normas, etc., sean cumplidas automáticamente, sin necesidad de que ningún sector de la población tenga que estar vigilando que no sean manipuladas por quienes tienen la obligación de aplicarlas ni presionarlos para ello, sino que salga espontáneamente de los propios funcionarios e, igualmente, que cada persona llegue a ocupar dentro de la sociedad el puesto que le corresponde sin atender a más méritos que el esfuerzo que tal persona haya realizado para merecerlo. Hay numerosos ejemplos que podrían ilustrar este deseo, pero me conformo de momento señalando dos de ellos: el Reglamento de Repitientes de las universidades nacionales y la ocupación de cargos de representación popular dentro de la Administración Pública.
Del R.R, es mucho lo que podría decirse, pero baste con decir que el mismo surgió como una necesidad de las universidades de liberar cupos que, prácticamente, habían venido a ser de los partidos políticos para llenarlos con fichas suyas que se perpetuaban dentro de las instituciones cerrando el paso a otros estudiantes con verdadera vocación que serían de mayor provecho para el país, pero tal reglamento no resolvió nada ya que su aplicación se hacía muy difícil por la laxitud del mismo como de quienes debían aplicarlo, lo cual lo convirtió prácticamente en letra muerta, con la diferencia de que quienes se afectaban antes no revestían la peligrosidad de los que hoy se benefician, quienes mayoritariamente, a través de un proceso de infiltración que se viene realizando hace varios años, se identifican con la ultra derecha que se opone al avance del Proceso revolucionario que lidera el Presidente Chávez. Aplíquese ya ese reglamento, de por sí laxo, y quien caiga en él que busque nuevos derroteros fuera de la universidad.
En cuanto a la representación popular me refiero a que, dados los avances que se han obtenido en materia de instrucción en los años que han transcurrido del Proceso y de los que se prevé que se obtendrán en los años venideros, deberá llegar un momento en que los esfuerzos individuales realizados por individuos que quieren superarse deberán ser recompensados de alguna manera ¿y que mejor manera que darles la oportunidad a esos individuos de desempeñar funciones en las cuales sus conocimientos adquiridos puedan servirle al país? Esto puede lograrse, sin causar traumas, sustituyendo al personal de la Administración Pública, en la medida en que vayan siendo jubilados por años de trabajo, por personal idóneo proveniente de estas canteras, lo cual no sólo aplica a cargos burocráticos sino a aquellos que requieren de conocimientos para la prestación de servicios técnico-administrativos que requieran las comunidades. O dejar el cargo vacante si realmente no se requiere un funcionario y pueden redistribuirse las funciones de una forma más racional Ya se está acercando el momento de darle al conocimiento la importancia que tiene por encima del empirismo, de la improvisación, del compadrazgo, el amiguismo y el nepotismo, así como al Estado el tamaño que realmente requiere para cumplir sus funciones
Es visible el esfuerzo que el Estado está realizando en todos los niveles educativos, tratando de igualar las oportunidades para todos los venezolanos, al tratar de superar las diferencias que la naturaleza establece ocasionalmente en detrimento de algunos cuya ubicación en la sociedad debe ser igualmente garantizada. Lo que no sería admisible es la premiación de individuos que no se han esforzado en absoluto por su mejoramiento personal y profesional y por eso aún nos encontramos con filósofos ocupando cargos de cualquier tipo en los cuales medran a expensas del pueblo que por carecer de alternativas los lleva a esas posiciones de poder joder al mismo pueblo en su propio beneficio o a numerosos políticos, tipo cucaracha que ni expresarse saben (teníanos, veníanos, etc.) y se tienen que arrastrar para mantenerse en esas posiciones a las cuales jamás han debido llegar.
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