Guzmán Blanco y el Cabito rondan por el Puerto de Maracaibo

La constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su artículo 164, ordinal 10 establece taxativamente que es de la competencia exclusiva de los estados la conservación, administración y aprovechamiento de carreteras y autopistas nacionales, así como de puertos y aeropuertos de uso comercial, en coordinación con el Ejecutivo Nacional.


A mí poco me gusta meterme en las disquicisiones de los Juristas, pero al leer este artículo de la bicha, veo clarito y sin necesidad de tener a la mano el relámpago del Catatumbo y mucho menos un faro marino, que sólo el viejo zorro político, filosofo y de paso también jurista, Hans Kelsen me convencería, de que aquí en la casa de las leyes, con la reforma a la Ley de Descentralización no voltearon patas arriba su pirámide jurídica.


De todos modos aquí cada quien arrima su canoa pá donde mejor le convenga; pero en lo que respecta al Zulia, estas trifulcas no son nuevas para los que a diarios deambulamos por estas riveras lacustre. Dicen que este mollejero comenzó cuando Guzmán Blanco en su primer periodo de gobierno por allá por el 1874 decretó el traslado de la Aduana de Maracaibo a la isla de San Carlos y después pá revolver para siempre estos marullos; ordenó en el 1875, degradar el Puerto de Maracaibo, al convertirlo en un simple puerto de cabotaje conjuntamente con el Puerto de la Vela, obligando con su afán centralista, a los productores y comerciante de occidente y en particular a los del Zulia, el tener que trasladar todas sus operaciones a Puerto Cabello.


Está bien que le metamos la pata al acelerador de la revolución y que en ese esfuerzo volemos como las lanchitas que nos llevan desde El Mojan a Isla e Toas: pero el Jefe de la Bancada del PSUV no pudo meter más la pata, cuando arrastró a todos sus colegas del Zulia y del país, a dejar que en esta reforma por la reconversión de nuestro Puerto Aeropuerto y Puente sólo nos quede el derecho de uso; mientras que todos los recursos que se produzcan, se los lleven como en los tiempos de la dura centralización impuesta en las primeras décadas de los gobiernos cuarto republicanos.


La ley debe entrar primero por casa; de tal forma que revertir algunos aspectos del proceso de descentralización para evitar la proliferación de caudillos regionales, obligaba también a nuestros diputados, a preservar los controles que garanticen que el poder central no se engolosine y pueda compartir en menores porcentajes la administración y aprovechamiento de los recursos que cada región produce.


Esta revolución es pacifica y armada; pero sobre todo debe ser democrática, de lo contrario pudiéramos estar reviviendo un pasado, que aunque hoy lo definamos como socialista y revolucionario, puede incluso parecerse mucho más a las viejas querellas que aquí en el Zulia vivimos en el siglo XIX y que tuvo su corolario, cuando Cipriano Castro llenó estas costa de Goletas y Cañoneras, y nos impuso como gobernador al General Julio Sarría, quien traía como única misión doblegar entre otros, los reclamos que se habían originado desde los tiempos en que Antonio Guzmán Blanco nos quitara los derechos de administración y aprovechamiento del Puerto y de la Aduna de Maracaibo.


Ya la decisión está tomada, ahora el puerto se pintó de rojo rojito y le pusieron el nombre de Puerto Revolucionario de Maracaibo; pero yo que estoy obligado a verlo al levantarme, desde los ventanales de mi porteño barrio Empedrao, escucho el cuchicheo de las viejas diciendo: ¡mijita¡ ahora de noche se escuchan muchos ruidos que salen del puerto, y… ¿no serán los fantasma de Guzmán ,el Cabito y los mochistas que rondan de nuevo?


douglas.zabala@hotmail.com





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Douglas Zabala


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