Recordemos al gran Alí Primera: nosotros y nosotras, compatriotas, hagamos la historia y que otros la escriban, en un mundo mejor. Doscientos años después, nuestra Revolución es la extensión viva de la misma lucha. Es la hora de darle feliz término, pues, a la Independencia inconclusa: esa es la celebración que nos convoca y nos da presencia; que nos enaltece y nos compromete. Hoy, más que nunca, es la hora de Bolívar y está sonando en todos los relojes. Que suene también, pues, en todos los corazones.
I
¡Feliz año nuevo, camaradas!
Estas son las primeras Líneas del 2010: un año marcado por la trascendencia. Año Bicentenario del inicio del proceso de Emancipación de Venezuela y de Nuestra América. Entramos en el epicentro de la Era Bicentenaria.
En el año 2010, debemos darle la más victoriosa continuidad al empeño emancipador emprendido hace doscientos años.
Queremos recordar, una vez más, las palabras del Gran Mariscal de Ayacucho: Cuando la América ha derramado su sangre para afianzar la libertad, entendió también que lo hacía por la justicia, compañera inseparable. Sin el goce absoluto de ambas, habría sido inútil su emancipación. La voz de Sucre nos está llamando a la batalla: sin el goce absoluto de la libertad y la justicia, es decir de la igualdad, la Independencia quedaría inconclusa para siempre. Y ello sólo será posible por la vía heroica del socialismo.
Y ese es precisamente uno de los inmensos retos que enfrentaremos este año que comienza: afianzar y darle rumbo cierto a la vía venezolana hacia el socialismo. No hay mejor manera de honrar, así lo creo, la memoria viva de 200 años de batalla y en batalla.
Son 200 años de nuestro grito inicial de emancipación: grito que atraviesa el tiempo y sigue sonando sin que se apague su aliento originario.
Celebrar esta gesta, que nos honra y nos da sentido, debe significar un certero y firme compromiso con nuestro tiempo histórico.
Ya en nuestra Carta Magna está señalado, a grandes trazos, el sendero: el Proyecto Nacional Simón Bolívar nos precisa tanto la concepción como las acciones. Y los años que llevamos en Revolución son la concreción de nuestra dinámica constructiva, creativa y liberadora. Nos resta, siempre nos restará, profundizar en el alma colectiva y en la práctica cotidiana, con un propósito superior: la encarnación definitiva del poder popular, el despliegue de toda su fuerza liberadora, para darle sentido pleno y destino irreversible a la Revolución Bolivariana.
Recordemos al gran Alí Primera: nosotros y nosotras, compatriotas, hagamos la historia y que otros la escriban, en un mundo mejor.
Doscientos años después, nuestra Revolución es la extensión viva de la misma lucha. Es la hora de darle feliz término, pues, a la Independencia inconclusa: esa es la celebración que nos convoca y nos da presencia; que nos enaltece y nos compromete.
Hoy, más que nunca, es la hora de Bolívar y está sonando en todos los relojes. Que suene también, pues, en todos los corazones.
II
Este año nuevo, compatriota, es tuyo.
Ha nacido de ti más que del tiempo, escoge
Lo mejor de ti y entrégalo al combate.
He querido recordar estos versos de Pablo Neruda porque lo que nos espera en este año es combate y más combate: contra la corrupción, contra la burocracia parasitaria, contra la inseguridad, contra el derroche de todo tipo, contra los malos hábitos inoculados desde hace tanto tiempo por el capitalismo. El combate contra estas desviaciones y estos peligros, que en nada contribuyen a la consolidación de un nuevo sistema social, debe permitirnos consolidar el campo revolucionario y ampliar el espectro de nuestras alianzas para, en consecuencia, ubicar con mayor claridad al enemigo imperialista, a sus aliados en la región y a sus lacayos dentro de nuestras fronteras.
Ésta es la gran Campaña Admirable que debe llevarnos a grandes victorias este año: hoy quiero pedirte, compatriota que me lees, que des lo mejor de ti para que junto a todo nuestro pueblo, fortalecido en su conjunto -por la acumulación de sus luchas y victorias- continuemos consolidando nuestra Revolución Bolivariana.
A esta dinámica de consolidación responden las nuevas medidas que he anunciado el pasado viernes 8 de enero. Un nuevo horario regirá en las oficinas públicas, de 8 am a 1 pm, con el propósito de ahorrar energía eléctrica. (Salvo las oficinas de atención al público que seguirán laborando en su horario habitual.) De igual forma y con la finalidad de frenar las importaciones no necesarias, sustituir importaciones e impulsar y estimular la producción para la exportación, he anunciado la entrada en vigencia de un nuevo tipo de cambio en dos niveles: un primer nivel a 2,60 BsF por dólar y un segundo nivel, a través del denominado “dólar petrolero”, en 4,30 BsF.
El primer nivel abarca los sectores salud, alimentación, maquinarias y equipos, ciencia y tecnología, libros, al igual que las remesas familiares, los compatriotas que estudian en el exterior, consulados y embajadas, jubilados y pensionados; y un segundo nivel que abarca los sectores automotriz, comercio, telecomunicaciones, químico, metalúrgico, informático y un largo etcétera. Una tercera medida complementaria la constituye la intervención del Banco Central de Venezuela, conjuntamente con el Ejecutivo Nacional, en el llamado mercado cambiario para evitar el incremento especulativo de las divisas. Tenemos que salir del modelo rentístico petrolero y este año daremos otro gigantesco paso en ese sentido. Siempre con una consigna: la economía debe estar al servicio del hombre, en función de lo social. De allí, nuestro rumbo: el socialismo.
III
El crimen fue en San Carlos: aquel aciago 10 de enero de 1860 cae el General Zamora de bala traicionera. Aquella bala salió de sus propias filas. Para la oligarquía terrateniente, distribuida por igual en ambos partidos, el Liberal y el Conservador, la fuerza popular que se aglutinaba en torno a mi General Zamora constituía una verdadera amenaza para sus intereses que, al fin y al cabo, eran los mismos.
Zamora es el gran heredero de Bolívar. Levantó la bandera bolivariana de la justicia y la igualdad: recordemos que Bolívar redactó una ley de reparto de tierras en 1817 que, posteriormente, fue confirmada por el Congreso de Cúcuta en 1821, mediante la cual a cada soldado le correspondía una extensión de tierra como recompensa a sus servicios.
Aquellos bonos territoriales fueron comprados por Páez y los Monagas, por ejemplo, a precios irrisorios, traicionando al pueblo que luchó junto al Libertador y erigiéndose en los nuevos amos del país.
En Zamora no sólo se acendraba la lucha de clases de modo instintivo, como podría interpretarse, por ejemplo, en la rebelión popular de 1814, sino que a la conciencia de clase la acompañaba la conciencia de nacionalidad, la consolidación de la Patria como territorio y, sobre todas las cosas, la herencia de la Patria bolivariana: patria popular y justa, vejada y traicionada por los antiguos aliados del Libertador.
A 150 años de su desaparición física que hoy conmemoramos, Zamora vive y tiene mucho por hacer en esta hora de la historia: su causa la encarna hoy la Venezuela campesina, la Venezuela rural, la Venezuela pueblo, la Venezuela soldado, heredera de los vencedores y vencedoras de Santa Inés.
Hemos avanzado, cómo dudarlo, en la lucha contra ese contrasentido primitivo, por feudal, que es el latifundio; hemos rescatado tierras; hemos puesto miles de hectáreas a producir alimento para nuestro pueblo. De la mano de los movimientos campesinos, hemos comenzado a trazar y consolidar la Revolución agraria en nuestra patria.
Ahora bien, no podemos negar la arremetida de la oligarquía contra el campesinado: no podemos negar las trampas legales que todavía perviven; no podemos negar la amenaza que constituye esa nefasta llave oligarcas-paramilitares. En ésta, que también es la hora de los hornos, “y no se verá más que luz”, la milicia campesina, el movimiento campesino organizado, junto a la Fuerza Armada Bolivariana, debe estar a la altura de las circunstancias para que, definitivamente, sentenciemos a muerte la impunidad.
Feliz año 2010, primero del ciclo definitorio, concluyente, de esta Era Bicentenaria que nos baña.
¡Campaña Admirable, Patria Admirable!
¡Venceremos!
Hugo Chávez Frías