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Alimentos, las multinacionales giran en corporaciones

La agroecología, fue una propuesta de valoración política en la proyección alimentaria para Latinoamérica en un acuerdo de desarrollo económico de los presidentes reunidos con sus delegados ante la FAO y Naciones Unidas. Aunque la agroindustria a través de sus empresas confederadas se apoderaron de una conceptualización de Soberanía Popular para llevar alimentos al pueblo y convirtieron el negocio de los alimentos en una inversión, comercialización y con un rendimiento medio encauzaron a través de una organización nueva denominada Derechos Humanos, activar los componentes para la monopolización de dichos productos. De allí, vino la privatización de productos de consumo humano y el Estado se desligo de esta realidad y le dio beneficios a factorías de carácter internacional para manejar los alimentos.

Así las tierras, biodiversidad y clima dieron un estatus teórico integrado al binomio reflexión- acción en una agenda de trabajo. La FAO para América Latina, solo desarrolla políticas que democráticamente estimen oportunas para establecer la manera como se produce un alimento y su consumo en base a estadísticas ya contempladas en una estructura económica.

Ya la economía campesina, no tiene la capacidad de interacción para decidir sobre el sistema alimentario nacional. Las expropiaciones de fincas, haciendas y territorios en manos del Instituto Nacional de Tierras fue un total fracaso, los cooperantes no eran agricultores y consumieron desde el ganado vacuno, porcino y cabrino hasta lo sembrado, al igual que las Cooperativas.

El agua y la semilla para el campo  están siendo privatizadas por grupos anarquizantes tanto del oficialismo como de los movimientos de derecha y estos desfases quebranta a la población en su conjunto. De esta manera hay una desvinculación entre economía campesina y el derecho humano básico para una alimentación sana, los medios de información y sus canales mediáticos han permitido  un consumismo atroz de alimentos bioquímicos que quebrantan la salud del pueblo venezolano, que va desde cáncer hasta gripes alérgicas.

La industria alimentaria de carácter industrial no es garantía  de análisis para un pueblo sano, cuantas veces una persona va a un CDI a medicarse y cómo se comporta su sistema óseo y centro de gravedad? He allí la repuesta y la clave para entender la carencia de productos naturales en un Hipermercado, todos los alimentos provienen del exterior y las multinacionales son canales de intercambio estructural y se necesitan dólares para su articulación, porque se deben manejar como criterio de valor, las monedas internacionales con supremacía del dólar canadiense o norteamericano, que es lo mismo, pero con una doble significación.

La soberanía alimentaria, en definitiva, incorpora la necesidad de garantizar la sostenibilidad ecológica, económica y social local, no sólo el acceso a los alimentos.

La comparación de la soberanía alimentaria con el modelo agroindustrial muestra que ambos modelos son antagónicos. La agroindustria es el producto de la traslación a la agricultura de las medidas neoliberales nacido bajo un estatuto internacional del Consenso de Washington y se basa en la conformación de grandes cadenas globales de producción y distribución, controladas por empresas transnacionales; en la producción intensiva en sistema de monocultivo en grandes extensiones; en la intensificación de la productividad a corto plazo a través de tecnologías diversas derivadas de la “revolución verde”, incluyendo los Organismos Genéticamente Modificados (OGM, o transgénicos); en la propiedad intelectual; en la creación de un mercado financiero específico (commodities) en los que se deciden los precios internacionales de muchos productos básicos alimentarios.

Esto ha traído descenso en la productividad, búsqueda de ganancias inescrupulosas, quebrantamiento de los derechos humanos y obligación de los campesinos a comprar sus paquetes de semillas y fertilizantes, donde Agropatria es solo un artificie de ese gran mercado internacional que vulnera nuestra ecología con su gran cantidad de plaguicidas y pesticidas, desplazamientos de comunidades. La idea del Comandante Chávez era romper con esas cadenas alimentarias y darle fisonomía propia al campo venezolano. Pero, QUÉ HIZO Elías Jagua en beneficio del campesinado?

El Estado está en el deber de educar a los consumidores, las grandes multinacionales fabrican salsas, galletas, dulces y gaseosas que aportan problemas de salud a los ciudadanos como obesidad y sedentarismo, proporcionan una dieta desbalanceada y los análisis indican grandes niveles de azúcar, cafeínas y grasas.

A esta primera etapa de industrialización de la agricultura y del inicio de la ganadería intensiva, le sigue a partir de los años 90, la entrada de la Biotecnología a la producción de alimentos, con su producto estrella, las semillas modificadas genéticamente, los famosos Transgénicos. Con la irrupción de los transgénicos en la agricultura, algunas pocas empresas transnacionales como Monsanto, Bayer, Singenta y Pioneer-DuPont, monopolizan la venta de semillas, agroquímicos y pesticidas, productos que constituyen el llamado pack tecnológico, imponiendo de esta manera a los países en vías de desarrollo una agricultura para la exportación y una agricultura sin agricultores.

Las semillas comercializadas por estas empresas suelen ser técnicamente inviables para la siembra de futuras campañas. O bien porque son semillas de variedades híbridas o porque tienen inserida la tecnología terminator. De esta manera, año tras año es necesario adquirir el pack tecnológico completo (semilla, fertilizante, herbicida, …). Paralelamente, cada vez es menos usual la conservación de semillas por parte de los agricultores, generando así un escenario agrícola fuertemente condicionado a las patentes impuestas por estas empresas. En medio del avance del neoliberalismo de los 90, los alimentos también se convierten en mercancía financiera y empieza la especulación con los precios.

Así, nos encontramos en un proceso en el cual las tierras fértiles pasan de ser productoras de alimentos para la población local, a productoras de mercancías de alto valor para la exportación, para abastecer los supermercados de Europa y Estados Unidos. En los últimos tiempos, la irrupción de los agrocombustibles (ha acelerado este proceso y tierras destinadas la producción de alimentos en países del Sur, se han destinado a cultivos para la fabricación de combustibles. En cambio, en Europa, los agricultores pasan a ser jardineros del paisaje, donde el interés productivo pierde importancia frente a las necesidades de mantener un entorno limpio y ordenado. Las ayudas destinadas al sector agrícola toman esta forma y fomentan una agricultura poco ligada a la producción.

Entre 1960 y la actualidad, se ha triplicado por 3 la cantidad de granos (trigo, arroz, soja, etc...) producidos en el mundo, mientras que la población mundial se ha multiplicado por 2. Es decir, la cantidad de alimentos producidos per cápita ha aumentado un 50%, pero a pesar de esto, el hambre en el mundo sigue. De los 845 millones de personas con hambre en el mundo, el 80% viven en zonas rurales, es decir, son campesinas.

El año 2008, año de la crisis alimentaria, la producción de alimentos tuvo un nuevo recordad mundial según la FAO, la organización de las Naciones Unidas para los Alimentos y la Agricultura. Parece pues, que el problema no es la cantidad de alimentos que se producen si no quién los produce, cómo se producen y para quién se producen.

En Venezuela, con la especulación de precios y la mala aplicación de la Ley de Precios Justos en la aplicación de productos cárnicos, el pueblo consume pocas proteínas y granos, más harina de maíz proveniente de las empresas de Lorenzo Mendoza

Después de muchos siglos sin grandes modificaciones en la agricultura y la ganadería, entre los años 40 y 60 empezó la llamada Revolución Verde, que transformaría definitivamente la agricultura en gran parte del mundo. La Revolución Verde tenía como objetivo principal aumentar el rendimiento de las producciones agrícolas, es decir, intensificar la producción - producir más cantidad de alimentos en la misma superficie. La Revolución Verde significa la entrada de la agricultura en el modelo industrial y se caracteriza por los siguientes elementos: Introducción de maquinaria agrícola a gran escala, uso de grandes cantidades de fertilizantes y pesticidas, uso de semillas mejoradas de propiedad privada, mejora y mecanización de los sistemas de riego.

La principal característica del actual modelo de producción de alimentos es que la agricultura ha dejado de estar en manos de campesinos y agricultores para pasar a estar controlada por grandes empresas transnacionales. Estas han convertido la producción de alimentos en un proceso industrial y han transformado los alimentos en mercancías financieras con las que especular y enriquecerse sin medida ni control.

La industria, busca responsabilizar al consumidor cuando hay amplia evidencia que son sus productos ultraprocesados y su agresivo mercadeo los que han promovido un ambiente que conduce al sobrepeso y a la obesidad, con consecuencias nefastas en discapacidad y muerte por enfermedades no transmisibles. Beatriz Champagne, de la Fundación Interamericana del Corazón, dijo que es precisamente por esta presencia crítica de las multinacionales que la voz de la sociedad civil independiente es crucial, "para decirles que están vigilantes y para estimular a que los gobiernos cumplan su rol de velar por el bien común y no entrar en compromisos o ceder a las presiones".

Las enfermedades no trasmisibles (ENT), también llamadas crónicas, son la causa principal de muerte en casi todos los países de las Américas. Incluyen las cardiovasculares, cánceres, enfermedad pulmonar crónica y diabetes. Se estima que tres de cada cuatro personas en la región mueren de una ENT. Basta pedir las encuestas en un CDI de nuestra comunidad para descubrir ésta verdad.

Sin embargo, hay mucha evidencia científica de que estas enfermedades son altamente prevenibles si se reducen los factores de riesgo principales y sus determinantes. Los alimentos nutritivos y sanos, junto con una vida activa, libre de humo de tabaco, y sin uso nocivo del alcohol pueden reducir el riesgo de las ENT.

Las políticas que apoyan una mejor nutrición incluyen regulación del mercadeo de alimentos ultraprocesados (aquellos con alta densidad de calorías y pocos nutrientes), promoción de alimentos saludables como frutas y verduras, control de ambientes que promueven la obesidad en escuelas y lugares de trabajo, impuestos a alimentos dañinos e incentivos a los que son saludables, entre otras.



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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