giro son capaces de señalar precios mediante ofertas de índices financieros
y así servir de marcadores a distancia
los precios de las mercancías más importantes del planeta, de las materias
primas entrelazadas consigo mismas, por su propia naturaleza, y como
bienes complementarios con el resto de los medios de producción muebles
y duraderos, y consecuencialmente con todos, absolutamente todos, los
bienes finales de consumo masivo de común apetencia y necesidad
(deseabilidad) principalmente para los seres humanos, mercancías, estas
últimas, cuyos precios resultan, por así decirlo, preestimados , por no
considerarlos "inducidos" también desde estos exquisitos supramercados
internacionales.
Así, las mercancías de consumo productivo[1] y consuntivo subsumen una
demanda de medicinas, dieta alimentaria, divertimento[2], útiles escolares,
etc. Demanda de los bienes más apetecidos y demandados en común por casi
todos los países, sin importar otra condición que la de ser solventes en
términos monetarios[3].
Tales centros marcadores de precios mundiales fungen de ser una suerte de
holding máximamente entendido como la más perfectamente desarrollada figura
oligopólica. Por esta razón sus consignas y defensas sobre el libre mercado
merece una revisión política ideológicamente hablando porque, en verdad, el
control accionario de esos centros es incuestionable, a pesar de que
jurídicamente sus clientes conserven su personalidad como capitalistas
independientes.
Aprovechemos para abrirle paso al siguiente extracto que me he permitido
simplificar sin alterar la intención literal del autor de la siguiente cita:
“La Economía no tiene por qué ocuparse de los bienes libres ya que sobre
estos nadie puede ejercer propiedad privada”.
Tomado de José Castañeda; (Lecciones de Teoría Económica), excelente
discípulo de Heinrich freiherr von Stackelber y éste de la Escuela
Austríaca.
Y este es el punto que nos ocupa: Los centros financieros internacionales
controlan eficazmente la propiedad económica individual de sus clientes
(las compañías productoras de mercancías), a través de los corredores
bursátiles o intermediarios, en una magna propiedad privada económica
sobre el grueso del valor accionario de los dueños jurídicos de aquellas
compañías privadas.
Ocurre que con la elevación de los precios de todas las mercancías de los
países capitalistas, sus monedas suelen reflejar esa elevación
macroeconómica global mediante una tendenciosa devaluación de todas las
monedas o divisas involucradas en el mundo del Comercio Exterior.
Los “grandes” o pesados centros financieros mundiales supraimperialistas,
popularmente conocidos como bolsas de compraventa de capitales, se
asimilan, pues, aun gigantesco mercado en el cual los intermediarios
(corredores de bolsa) revenden capital en papeles a nombre o con capital de
sus clientes, [4] canalizan, desavían, acaparan, saturan los mercados,
retraen, dilatan esos capitales al capricho de los capitalistas de supremo
rango, vale decir, se ocupan de los patrimonios mundiales de un alto e
importante número de las compañías accionistas de todo el mundo, con las
delimitaciones que las bolsas más importantes se autoimpongan para cubrir
las apariencias, habida cuenta que el capital o valor de las ofertas es un
dato que llega a sus manos y así cuantifican a diario los vaivenes de la
oferta-demanda ya que , por ejemplo, una corrida desfavorable para una
mercancía es indicadora de que su demanda ha bajado y viceversa.
Así las cosas, los precios y las monedas máximamente macroeconómicas, abren
un sostenido mercado numismático para las monedas y billetes que constante y
crecientemente acopian o atesoran los coleccionistas de cada país, de cada
región, de cada continente. Sus subrepticios contactos en la banca pública,
la prensa o los boletines de esa misma banca, suelen mantenerlos al día en
materia de nuevas emisiones dinerarias de metal y de papel. Esto le permite
comprar las piezas más sui géneris, por ejemplo, aquellos billetes capicúas,
los de ínfima numeralidad, las acuñaciones conmemorativas, etc.*
Se ha ido formando, pues, y desde hace siglos un gigantesco mercado
numismático ya que este tipo capital tiene la particularidad de que es
sumamente elástico y va moviendo su valor con y al mismo ritmo que lo hagan
las monedas en circulación. Esto convierte a la moneda de colección en un
seguro depósito de valor, libre de devaluaciones ya que estas las sufren
sólo las monedas de curso, pero las coleccionadas, por el contrario, pasan a
convertirse en mercancías duraderas, escasas y de alta deseabilidad, 3
variables encarecedoras de su precio.
* Las compraventas de metales al detalleo también logran hacer tremendo
negocito con los actuales precios hambreadores: los pobres de ven
compelidos a salir de sus sentidos recueros metálicos. A veces nos
preguntamos, ¿estos empresarios-compradores, ¿acaso, pagan IVA? Sabemos que
tienen elevadísimos costos operacionales, particularmente por razones de
seguridad, pero aun así, sus ganancias suelen ser envidiables.
[1] Los centros de investigación públicos y privados son también unidades de
consumo productivo.
[2] Deportes, diversiones familiares, fiestas, ceremonias varias, ritos,
etc.
[3] Los bienes de consumo final pueden ser perfectamente duraderos o de uso
prolongado, y no duraderos que conforman los bienes de la cesta básica. Los
hay morbosos porque la Economía en materia
de mercancías supone no sólo valores de uso, sino v. de cambio con lo cual
el valor del PIB queda uniformado con una expresión monetaria que hasta
rigor científico pareciera darle a este. Pero, no deja rastro alguno de la
naturaleza tangible de los bienes así valorados y justipreciados. Hay
también bienes o valores de uso libres que, por cierto, la Escuela
Austríaca, vale decir la Escuela burguesa de la Economía, considera que los
bienes libres, por no ser escasos, no deben ser tomados en cuenta por la
Economía. Y nos preguntamos: ¿acaso en la Economía no debe tener prioridad y
el debido lugar esos bienes- la riqueza en cierne, la Tierra misma-como
fuente originaria de todos los bienes escasos que ha estado majando la
Economía Política no marxista?
[4] A diferencia del comerciante no bursátil, no corre riesgos; éste lo
corren los compradores