La metáfora bíblica amerita su actualización y correcta versión
Vemos con horror y muchísima preocupación cómo cada consumidor de estos últimos meses de esta criminal guerra ven ajustarse su cinturones[1] en el peor de los tiempos de esta Venezuela de hoy, no en crisis alguna de las convencionales que caracterizan al rancio y podrido capitalismo, sino de la inducida a sangre fría por los vestigios de esa mantuanidad espiritual y rezagada con siglos de privilegios incuestionables, por la alta burguesía y, paradójica pero correspondientemente, con la terrible , ignara y numerosa población de domesticados que la burguesía sigue teniendo como víctimas aliadas, quienes son las mismas personas que hoy, aunque víctimas directas y prioritarias no puedan verlo que es a ellas a las que más apuntan como dianas los enemigos de nuestro país, de lo que para ellos es otro mercado más no una población demográfica.
Vemos con horror el desenvolvimiento de esta “guerra mata con hambre”, ante la cual, hay que reconocerlo, la Justica sigue en mora. Es que mientras el parlamento de derechas e izquierdas- de todos los colores-se mueven geométricamente, sus acciones lo hacen aritméticamente, y no por falta de voluntad, sino porque sencillamente nos enfrentamos a un monstruo de más de mil y más cabezas, representado por todos y cada uno de hasta los más pobres capitalistas.
No en balde nos han dominado siempre, más por ignaros que por la fuerza, porque sólo de ignorantes en materia de no poder ver que el enemigo de los escuálidos es la alta burguesía cobijada en el paraguas del imperialismo con conspicuos representante nacionales.
Seguimos observando mucho parlamento de derechas e izquierdas que no se corresponde con la magnitud de esta gravedad, quizás porque sus responsables no están sintiendo en pelleja propia la lenta, pero segura, el hambre que padece a ojos vistas nuestra población de clase media, la cual, infatuada, rechazando estúpidamente el arroz barato y con todo con su enflaquecimiento personal, pero que se está muriéndose lentamente con su inanición al asecho.
En Carabobo, por ejemplo, hemos visto mucha lentitud en la aplicación de los CLAPs y mercados paralelos. Hay responsables comprometidos y vestiditos de rojo, es la inferencia de perogrullo.
[1] Tristemente, los vengo observando desde mi ventana y a ojos vistas les veo sus notorias pérdidas de peso y las mismas mías y de mis familiares.