Este es el último año del Plan de la Patria aprobado por la Asamblea Nacional, todavía bajo control político de la revolución, porque lo que vino después fue el acabose del Poder Legislativo dirigido por la derecha venezolana insuflada por la derecha internacional. El Plan fue construido a partir del legado del Comandante Eterno como la oferta para gobernar y cumplir con el Segundo Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación, 2013-2019. El Presidente Maduro solicitó su aprobación y el 4 de diciembre de 2013 apareció debidamente aprobado y oficializado en la Gaceta Oficial. Ha sido el Plan de la Nación mejor socializado de la historia venezolana, son pocas las personas que no han escuchado sobre su contenido y ha sido utilizado como instrumento para justificar todas las acciones de gobierno nacional, regional y municipal. Siendo así, algo debe haber dejado como huella política, social, económica, ambiental y en el plano del entorno internacional.
Una de las debilidades de este Plan de la Patria (2013-2019) se refiere a la ausencia los indicadores con los cuales se medirían los avances en su aplicación, en algunos casos, en su extensión aparecen mezclas de objetivos y metas que podrían dar luces para rendir cuentan. Un plan que se cierra sin rendir cuenta es simplemente una biblia de buenas intenciones políticas, que se le hace caso según sea necesario, una especie de acordeón que se puede alargar y encoger, según sea el propósito del ente que ejecuta. En estos momentos que se propone la formulación del nuevo Plan de la Patria, el país entero debe conocer con la mayor precisión que pasó durante su aplicación, cuales avances son evidentes en los objetivos históricos, que son la clave de las materias del Plan. Es el momento de aclarar cuanta dependencia queda todavía como rémora, herencia de la IV República. Pero hay que hacer el ejercicio mostrando algunos indicadores. A manera de ejemplo, la agricultura ha continuado debilitada, incluso disminuida en relación a los años precedentes de gobierno de Chávez. El esfuerzo no ha permitido superar la dependencia tecnológica en semillas, ni en la producción de al menos 15 rubros de importancia capital para evitar la vulnerabilidad política del país por el déficit en su suplencia de origen nacional. Así sucesivamente se podrá hacer con otros objetivos históricos y nacionales.
El Plan de la Patria 2013-2019 sufrió los embates de la corrupción durante su aplicación, hay suficientes evidencias en la prensa actual sobre el desempeño de la principal industria del país, PDVSA, que afectó la viabilidad del Plan. ¿Es esto cierto? Pudo la corrupción ser determinante en el logro parcial de muchos objetivos concretos y de metas previstas. El Plan avanzó en medio de una baja conservación de las infraestructuras básicas que dispone en país en materia de educación, servicios públicos, vialidad. ¿Es eso cierto? ¿Somos mejores en deportes? ¿Nuestro sistema público de salud es viable y confiable? Así podríamos preguntarnos muchas cosas, pero no tenemos respuesta más que conjeturas. Le corresponde a la alta dirección política del Estado hacerse esas preguntas y responderlas, porque estamos a tiempo para que el nuevo Plan de la Patria 2019-2025 no sea sujeto a las mismas limitaciones que ya encontramos, y que eran gobernables.
El Presidente Maduro debe exigir el cierre del Plan de la Patria 2013-2019 con una rendición de cuenta completa al país. Su propuesta de comenzar temprano la construcción del subsiguiente Plan pasa por disponer de una metodología que permita escuchar a la mayor cantidad de personas, agrupaciones, organizaciones sociales emergentes, instituciones y escuchar con mucho cuidado a los Consejos Locales de Planificación Pública. Y ese nuevo Plan de la Patria 2019-2025, debe llevar el sistema de indicadores que permita a la Contraloría Social hacer seguimiento, reportar y alertar sobre los atrasos.
Sería recomendable que existan proyectos asociados a la formación del nuevo ciudadano, de formación en principios y valores socialistas y proyectos destinados al control y redención de los grandes males estructurales en el manejo de la gestión pública. ¿Es la corrupción un tema transversal o será un gran proyecto de cuido de nuestro bien más preciado, la independencia?
Entre tanto se afina la maquinaria, es viable que políticamente se asuma la construcción colectiva, la captura de ideas importantes y que se anticipe la valoración ex ante de los grandes proyectos del Plan. Pero sin duda, el seguimiento en durante es fundamental.
Seguiremos en la expectativa de lograr este propósito, que no sea una lista de mercado de pequeños logros sin efectos en los problemas estructurales del país… En este momento, el Ministerio correspondiente de Planificación luce opacado. Siempre recuerdo a un camarada que ya partió que me decía que la planificación debe ser el alma de la revolución, no un requisito formal simplemente.
Vienen años duros pero serían con apoyo y guía de la planificación con exigencias de eficacia y eficiencia, años verdaderamente felices, con la sensación que otro mundo es posible.